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Mario Balotelli detonó una granada que le explotó en las manos. Anteayer, en su cuenta oficial de Instagram (mb459), el polémico delantero italiano publicó una imagen del personaje de videojuegos ‘Mario Bros’ con el título “No seas un racista”. El efecto fue tan descomunal como negativo para el futbolista del Liverpool.

La causa fue el texto que la acompañó: “Sé como Mario. Él es un plomero italiano, creado por japoneses, que habla inglés y parece un mexicano. Él salta como un negro y recoge monedas como un judío”.

‘Súper Mario’, como llaman al gigante de ébano, fue acusado de racismo, por lo que debió borrar la publicación y ofrecer disculpas mediante su cuenta oficial de Twitter (@FinallyMario): “La publicación tenía la intención de ser antirracista con humor. Ahora entiendo que fuera de contexto puede tener el efecto opuesto. No todos los mexicanos tienen bigote, no todos los negros saltan alto y no a todos los judíos les encanta el dinero”. Pero pudo ser bastante tarde.

El efecto de las redes sociales fue subestimado por Balotelli, quien podría sufrir consecuencias disciplinarias y económicas por su error y faltar a uno de los principios de este vehículo de comunicación: no hablar de temas como religión, política y racismo.

“El gran problema que no hemos entendido es que lo que publiques ahí tiene una trascendencia. A lo mejor, en el momento no impacta, pero se quedó ahí, se va viralizando y llega a ser algo grande. No es que el mensaje se quedó ahí”, comparte Víctor Alvarado, director de Mercadotecnia y Medios Digitales de la Federación Mexicana de Futbol, entrevistado vía telefónica. “Estamos bajo un microscopio que antes no existía. Para acceder a un jugador tenías que ir a un partido o esperarlo fuera de un entrenamiento. Los que vivían en otra ciudad no podían comunicarse con él”.

“Hoy no sucede eso. Le puedes poner un tuit y hay jugadores que se han molestado, contestan...”.

Interacción que conlleva una responsabilidad, la cual aumenta con la relevancia de la empresa o persona.

“Debemos entender que nada se queda ahí. Desde que lo publicamos, ya va a volar y salió”, subraya el también responsable de la cuenta oficial de Twitter del Tricolor (@miseleccionmx). “Tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de darle ‘enviar’ a un tweet o ‘publicar’  algo en Facebook”.

“Hemos tenido problemas desde los de Balotelli y jugadores en el futbol mexicano, así como en todo el mundo, a los que un mal tuit generó un problema. Debe haber una conciencia mucho mayor de que es un vehículo de comunicación, una ventana de interacción con los fans, con marcas comerciales, y una forma de mostrar lo que tú eres como marca”.

Por lo que el goleador puede perder mucho más dinero que el de la sanción que podrían darle los ‘Reds’. Consecuencias por no medir el impacto de las redes sociales.

“Cuando se trata de una celebridad, entidad, de nivel o consumo masivo, como puede ser una Selección Nacional, atleta o jugador, la responsabilidad se vuelve mayor, porque lo que digas le llega de inmediato a cientos de miles de personas”, recuerda Alvarado. “Lo de Balotelli no lo leyeron 20 personas, sino millones en el mundo”.

“Esa trascendencia te debe hacer tener una conciencia de pensar lo que se va a hacer...”.

El especialista pone como ejemplo a Miguel Layún, quien aprovechó el popular hashtag #TodoesculpadeLayún, con el que se hacía escarnio de él, para salir adelante, jugar un Mundial y hasta lanzar una línea de ropa.