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El futbol, dicen los entendidos, se juega con la cabeza y se ejecuta con los pies. Chivas carece de las dos cosas. Tampoco tiene alma. Así, no se puede. Los abucheos de su propia afición nacen en el dolor de un pueblo rojiblanco que ve a su equipo desmoronarse. Santos Laguna ha apretado el acelerador hasta que quiso. Y con eso es suficiente para un 2-0 que hunde al Rebaño que alguna vez fue Sagrado.

Guadalajara ya no pelea gran cosa y eso se nota dentro del terreno de juego para este duelo pendiente de la jornada uno. Juan Carlos Ortega ha dicho que su equipo sabe ya a lo que juega. Suponiendo que tenga razón, entonces se pasa a una segunda conclusión: este cuadro conoce su sistema, pero lo ejecuta mal. O por lo menos, con suficientes deficiencias como para no pesar como conjunto.

Santos se ve a medio gas y con eso le basta para controlar al conjunto tapatío. Da la impresión, sobre todo en los primeros minutos, de que es sólo cuestión de que se decida para hacer daño al endeble Rebaño. Es la pasividad lagunera lo que da sensaciones de vida a Chivas, más que sus propias acciones.

Y es en ese conformismo futbolístico de los visitantes donde los rojiblancos encuentran una oportunidad. Marco Fabián recibe el esférico dentro del área. Espera a que el bote baje un poco y lo prende con pierna derecho. Oswaldo Sánchez, héroe de innumerables batallas en el pasado con la camiseta rojiblanca, se tiendo abajo y a su derecha para tapar el balón. Néstor Araujo complementa y aleja el peligro, al '14.

Para desgracia del Guadalajara, más que una opción fabricada, parece una acción aislada. Entre un cuadro que puede, pero se conforma y otro que quiere, pero no tiene armas, el primer tiempo se diluye en acciones insípidas, un remate de aire de Néstor Calderón ('16) o un disparo lejano de Juan Pablo Rodríguez ('25), que ni siquiera llevan dirección al arco. Son minutos aburridos.

El partido despierta hasta el '42 de nuevo con una jugada casi accidental. Marco Fabián mide un rebote afuera del área. Da vuelo a la pierna y remata con potencia. Mauro Cejas salta para cruzarse en el viaje del esférico. Lo tapa con las manos, que lleva levantadas. Hay protestas airadas de los rojiblancos. El árbitro Miguel Ángel Ayala no decreta la aparente pena máxima.

La frustración de no ver el penal marcado provoca una marcada desconcentración en el Rebaño. Así, Eduardo Herrera encuentra un hueco en la defensa, recibe la prolongación enviada por Darwin Quintero y cuando encara a Luis Michel, define con un derechazo cruzado que sale apenas por un costado, al ‘44.

Chivas, teóricamente, tendría un motivo de festejo esta noche. Exactamente hace 11 años se realizó en el hoy derruido Club Deportivo Guadalajara la histórica asamblea en la que los socios decidieron transformar la institución en una Sociedad Anónima, para venderla a Jorge Vergara. Sin embargo, la crisis deportiva, evidente sobre la cancha del Estadio Omnilife, derrumba cualquier ánimo de celebración. La escuadra tapatía es un desastre.

Santos tiene también su propio motivo de festejo. Oswaldo Sánchez cumple 20 años de su debut en Primera División. Su exitosa carrera lo llevó a vivir días de gloria con el Rebaño Sagrado. Fue un ídolo rojiblanco. Pero está noche, está prácticamente convertido en un espectador. Durante la parte complementaria, tiene trabajo hasta el '65, cuando controla, a dos tiempos, un disparo lejano de Marco Fabián.

Juan Carlos Ortega intenta cambiar lo predecible de su juego con el ingreso de Ángel Zaldívar, joven que en otras ocasiones ha respondido. Saca del terreno de juego a Miguel Sabah. El goleador no ha tenido una sola oportunidad clara frente al arco y cada día se ve más claro que sus días en Chivas están contados.

El técnico suma dinamismo minutos más tarde con Carlos Cisneros. Pero el desempeño es casi el mismo que ofrecía el cuadro titular. Incapaz de hacer daño. Santos Laguna, sin Oribe Peralta en el ataque, se muestra pasivo. Y como no hay conformismo eterno, eventualmente, despierta y con un chispazo le basta.

Néstor Calderón descuelga por el costado derecho. Néstor Vidrio sale de su zona para apretarlo. Una finta del lagunero es suficiente para el rojiblanco se entregue burdamente. Se ve mal. Pésimo. El visitante aprovecha y llega a fondo sin problema. Manda una diagonal retrasada. Patricio Araujo rosa la pelota, que Darwin Quintero remata de primera intención para colocar el 1-0. Gol de Santos, al '80.

Inician los abucheos cada vez que Guadalajara toca el esférico. La pesadilla parece no tener fin. El equipo se desmorona. La afición pierde la fe. Y los futbolistas se contagian mediocridad unos a otros.

Tiro de esquina a favor de Chivas. Despeje de la defensa. Contragolpe. Néstor Calderón conduce. Cruza el medio campo. Levanta la mirada. Ve adelantado a Luis Michel. Más de 30 metros separan al lagunero del arco. Se atreve. Patea el esférico. Viaja con el peso de una condena de muerte. El arquero rojiblanco corre desesperado hacia atrás. Salta y estira la mano. Toca la pelota. Igual termina en el fondo. Golazo. El 2-0 definitivo, al 89.

Juan Carlos Ortega, el que pregona el amplio "conocimiento" que tiene su equipo sobre el sistema de juego propuesto, llega a 10 partidos dirigidos sin una sola victoria. Chivas se estanca en nueve puntos y comparte el fondo de la clasificación con el Atlante. El Rebaño tiene poco de Sagrado. Su historia y nada más. Pasado de equipo grande. Presente de cuadro chico.

mcs