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SAN SEBASTIÁN.— Apenas se había jugado la primera mitad, pero a Carlos Vela no le quedó de otra más que obsequiar su elástica a aquel hombre que se la solicitaba, desesperado, justo encima del túnel que conduce a los vestuarios en el estadio Anoeta.

Fino depredador que es ya un consentido para la afición de la Real Sociedad. Exitoso debut de los vascos en la nueva temporada de la Liga de las Estrellas, histórica velada para el mexicano, quien tuvo el honor de marcar el primer gol del campeonato (42’).

Lo hizo ad hoc a la ocasión. El uruguayo Gonzalo Castro le puso frente al marco del Getafe, pero lo de Vela fue una obra de arte. Acarició sutilmente el balón para que techara al meta Miguel Ángel Moya. En cuanto hizo contacto con la redonda, empezó su festejo. Ni siquiera acompañó con la mirada el glorioso viaje hacia la red. Su instinto depredador le indicó que el gesto técnico fue el adecuado.

Nunca antes un futbolista mexicano había comenzado la interminable seguidilla de festejos en una campaña española... Y lo mejor es que la chistera no quedó vacía.

El campeón mundial Sub-17 en 2005 se reservó un mágico servicio, ese que utilizó cuando su estratega, Jagoba Arrasate, apretó el botón de pánico.

Pese a que la Real Sociedad monopolizó el esférico, su rival logró inquietar al arquero chileno Claudio Bravo.

Fue entonces que Carlos habilitó al suizo Haris Seferovic con un toque de tres dedos. Fantástica jugada culminada con otra suave definición (70’). Copyright del chico nacido en Cancún, quien hasta en eso es imitado.

El helvético recibió varios abrazos, pero el alma ofensiva de los vascos también fue homenajeado, mientras esbozó esa sonrisa que polariza opiniones debido a su peculiaridad.

No así el talento que ha mostrado desde el ciclo anterior, cuando llegó a la Real Sociedad, cuya afición ha caído rendida ante los encantos de un chico tan letal en el área como inteligente fuera de ésta.

Eso explica que haya tenido que jugar el segundo tiempo con otra camiseta.