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MORELIA.— Descargó su rabia con tanta fuerza que hasta asustó a quienes le acompañaban en esa jaula disfrazada de banquillo.

Cuando el pueblo purépecha celebraba la anotación que tiene con vida al Morelia (83’), Gustavo Matosas cimbró —con un manazo— la lámina que cubre las bancas del estadio Morelos. No lo podía creer. Sus hombres fallaron a la hora cero.

El director técnico del León sabe que su equipo dominó gran parte del episodio inicial. La igualada (3-3) le sabe a derrota, sin importar que haya sido como visitante.

Vibrante partido, digno de Liguilla. Con los Panzas Verdes como dueños de las emociones. El rival no ha muerto gracias a su piedad.

Eso explicó la furia del entrenador uruguayo cuando Éver Guzmán sacó rédito a la pésima marcación de los guanajuatenses.

Joel Huiqui les había perdonado. No lo hizo el chico que saltó a la fama con aquel gol a Brasil, en la final del Mundial Sub-17 Perú 2005.

William Yarbrough se equivocó en todas las salidas que ensayó durante el último cuarto de hora. Contagió su nerviosismo a una zaga que, en teoría, fue solidificada con el ingreso de Rafael Márquez. Debido al largo viaje a Nueva Zelanda, el capitán de la Selección Mexicana jugó poco más de media hora, justo en la que los Monarcas fueron un vendaval.

El gozo del primer tiempo mutó en agustia. Matosas fue un león enjaulado, al tiempo que Carlos Bustos disfrutó la bravía reacción de un equipo que lucía muerto.

Las anotaciones de Luis Montes (15’), Mauro Boselli (22’) y Elías Hernández (38’), parecían encaminar la serie. Lo de Jefferson Montero (28’) fue un chispazo... Hasta que el local apeló al corazón para rescatar el orgullo y poner morbo al juego del sábado siguiente, en León.

Matosas se fue al vestuario indignado, preso de la ira que siempre provoca dejar ir dos goles de ventaja en la Liguilla.

Incidentes con seguidores del León

Un autobús con seguidores verdes fue apedreado en las inmediaciones del estadio. Se reporta un herido.