Se muere el sueño mundialista

AZTECAZO. José Manuel de la Torre se derrumbó en cuanto el balón superó el lance del arquero tricolor. (Foto: FRANCISCO ESTRADAJAM MEDIA )
daniel.blumrosen@eluniversal.com.mx
Volvió a su banca encolerizado, con la boca ardiente y el corazón exprimido… Devastado. Apenas habían transcurrido tres minutos de aquellos errores de Carlos Salcido y José de Jesús Corona, cuando Diego Reyes lució como un niño ante Carlo Costly, autor del mortal tanto (66’) que significó el segundo Aztecazo (1-2).
Es por eso que José Manuel de la Torre se derrumbó en cuanto el balón superó el lance del arquero tricolor. Ironías del futbol, el hijo de una mexicana tiene a la Selección Nacional fuera de los tres puestos que otorgan boleto directo a la XX Copa del Mundo.
Papelón consumado en tres minutos, pero construido durante esa media hora gobernada por el combinado de Honduras, frente a la atónita mirada de más de 90 mil espectadores.
Costly jamás ha negado su sangre mexicana… Mucho menos su amor catracho. Resbaló jubiloso por el húmedo césped del Estadio Azteca, mientras el Monstruo de 100 mil Cabezas soltó lágrimas de sangre, tan incesantes como la lluvia que azotó durante todo el partido.
Frustración externada con el sonoro “¡Fuera Chepo, fuera Chepo!” que retumbó tras el silbatazo final del panameño Roberto Moreno. Con tres juegos por delante, da la impresión de que la vía más cercana a Brasil está en el auténtico fin del mundo. Nueva Zelanda, monarca de Oceanía, mediante la reclasificación.
Tanto como la demostración de los segundos 45 minutos. De equipo intenso, entregado y solidario al regreso a ese combinado que deambula sobre el lienzo verde, víctima de sus miedos.
De nada sirvió el fresco rostro de la primera mitad, mucho menos mantener a los 11 que iniciaron en aquel amistoso contra Costa de Marfil. La gasolina les alcanzó para un cuarto de hora. Al medio tiempo con la inercia.
Los 300 minutos sin anotar en el Coloso de Santa Úrsula fueron aniquilados con 300 segundos de ímpetu. Más de 80 mil gargantas explotaron con el añorado grito de gol, cuando Giovani dos Santos ni siquiera se deshacía del balón. El resto, una de las definiciones más sencillas en la carrera de Oribe Peralta (5’).
Espejismo para un representativo que se conformó con la mínima ventaja. Romper pronto la racha sin marcar en casa (305 minutos) le embriagó de soberbia. Aquella feroz escapada del campeón mundial Sub-17 y olímpico resultó la única llegada peligrosa al marco de Noel Valladares.
Lo demás fue un burdo espectáculo para los aficionados, glorioso para aquellos que llegaron de Honduras, seducidos por la idea del Aztecazo.
Se vistieron conforme a la ocasión: de luto. Los ingresos de Javier Aquino y Javier Hernández resultaron meros síntomas de desesperación. El Tricolor se suicidó y el sueño mundialista comienza a esfumarse.
Eso explicó la lluvia de proyectiles tras el silbatazo final. Rápido, El Chepo y sus hombres abandonaron el campo, mientras los catrachos celebraron el hito construido gracias a las anotaciones de Jerry Bengston (63’) y Costly (66’)… Con la colaboración de hombres con blasones como Corona, Salcido y Reyes.





