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Un especial fulgor ilumina sus ojos cuando se imagina el próximo verano sobre céspedes brasileños, pero sólo dura unos cuantos segundos. De inmediato, Rafael Márquez recuerda que lo primero es salir del laberinto en el que se metió el Tricolor.

Líder que volvió para ayudar a cumplir una misión con alto grado de dificultad. Ha jugado en tres Copas del Mundo (2002, 2006 y 2010), posee una hoja curricular laureada, pero no ha perdido el hambre, esa que le agradaría saciar con un nuevo viaje al torneo futbolístico más relevante del orbe.

“Primero está Costa Rica, antes del Mundial”, recuerda, serio. “Siempre he dicho que me gustaría mucho eso, pero hay que ir paso a paso... Eso es lo más importante”.

Nombrado capitán por Víctor Manuel Vucetich, El Káiser de Michoacán aguardó más de un año para volver a ponerse la camiseta nacional. Antes del viernes contra Panamá, su más reciente partido con el representativo había sido el 27 de mayo de 2012, frente a Gales. Jugó 14 minutos en aquel amistoso.

Algunas lesiones le impidieron tener continuidad. Se recuperó, fue contratado por el León, mas José Manuel de la Torre no le volvió a considerar. Brasil 2014 lucía como un sueño lejano... Hasta que el Rey Midas sustituyó al Chepo.

El nuevo timonel consideró su calidad, experiencia e influencia en el grupo, claves para resolver los últimos dos juegos en el hexagonal final de la Concacaf. Ya ganaron el primero, con gran aporte del zaguero central para el eqpuipo tricolor.

“Claro que extrañaba mucho estar en la Selección. Para mí, siempre será un orgullo que me llamen”, asegura. “Trabajé muchísimo para volver. Dejé todo en la cancha para ayudar al equipo”.

Demostró por qué varios de sus compañeros se dirigen a él con el término Patrón. Auténtica extensión de Vucetich sobre el lienzo verde.

Otorgó consejos, y unas cuantas llamadas de atención. Miguel Layún, Jorge Torres Nilo, Hugo Ayala, Carlos Peña, Jesús Zavala y hasta Giovani dos Santos se le acercaron en busca de asesoría.

“[Me siento] contento de estar de vuelta en la Selección, por poder dar todo lo que tengo para apoyar al equipo, sumar, así es que me da mucho gusto lo que sucedió”, insiste. “Nos falta un partido, que será difícil, por lo que debemos seguir trabajando con todo”.

Copyright de un hombre que se exige a sí mismo y a sus compañeros desde los entrenamientos. Esa entrega, aunada al talento, le han permitido portar el gafete en 10 juegos mundialistas (cuatro en Corea del Sur-Japón 2002, otros cuatro en Alemania 2006 y un par más dentro de Sudáfrica 2010).

Pese a la complicada que es la situación, Márquez disfruta el momento, la oportunidad de colaborar con un grupo que ha sufrido de más en la actual eliminatoria.

Contra Panamá no fue la excepción, pero salió adelante.

“Ante las adversidades, el equipo respondió bastante bien, así es que es lo positivo de esto”, valora el defensa, a quien le agradaría jugar un cuarto Mundial, aunque prefiere avanzar con pasos seguros.