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Traje negro, camisa blanca desabotonada y sin corbata. También una sonrisa y la ilusión de “hacer algo grande” completaron la vestimenta de Luis Fernando Tena, antes de ser presentado como el director técnico de Cruz Azul por cuarta ocasión.

Guillermo Álvarez anunció la llegada de El Flaco, ese hombre que representa la esperanza cementera de acabar, por fin, con la sequía de 16 años, y contando, de no poder alzar un título de Liga.

“Luis ha estado vinculado con la institución desde 1989”, afirmó el presidente de La Máquina en un intento por convencer a los medios de que Tena tiene raíces y corazón azul.

Después de las palabras del mandamás celeste, el estratega acudió a la sala de prensa. Se le notaba emocionado, pese a ser un tipo que no suele ser expresivo.

“Me siento como un niño emocionado cuando va a la escuela, estoy muy emocionado, muy renovado”, confesó el técnico.

Vino el bombardeo de cuestionamientos. De buen humor, Luis Fernando comenzó a hablar de sus compromisos y deseos con La Máquina cementera.

Tiene varios. “Anhelo ser campeón, hacer algo grande en esta institución”, sobre todo porque acepta que “un subcampeonato en Cruz Azul ya es poca cosa”.

Otra de sus misiones es recuperar el cariño de la afición, que ha sufrido constantes frustraciones. “Sueño con un estadio Azul lleno, con la gente aplaudiendo al equipo.

Una de las razones del escepticismo de la gente cruzazulina ante su llegada es su presunta “frialdad”.

El Flaco descarta con dejo de molestia que sea calificado como un hombre sin carácter, sólo porque no manotea “ni ando en chismes de vecindad. Soy tranquilo, pero sí tengo carácter”.

Una vez defendida su forma de dirigir, se le pregunta si no es un riesgo tomar las riendas de un equipo maltrecho como lo es el celeste.

“No es un riesgo, sino una gran oportunidad de hacer algo grande”.

Acerca de si se juega o no el prestigio en su nueva aventura en Cruz Azul, tras guiar al Tri Sub-23 el oro olímpico en Londres 2012, Tena es claro: “Siempre nos jugamos el prestigio”.