futbol@eluniversal.com.mx  

MORELIA.— Un doble festejo cargado de energía: en el campo, Wiliam Guzmán grita su primer gol en el máximo circuito, justo en la noche de su debut con Chivas y en la banca, Juan Carlos Ortega es invadido por la euforia, saca la presión de saberse sotanero. Al menos por unas horas, el 1-1 en cancha del Morelia le permite al equipo tapatío abandonar el fondo de la clasificación general.

Un novato ha salvado al Rebaño Sagrado. Pero la crisis está lejos de terminar. La igualada es apenas una aspirina para el cáncer que padece este club.

Los rivales tienen ya plenamente identificadas las carencias rojiblancas. Morelia no es la excepción. Por eso, aprieta en la salida al Guadalajara. La idea rinde frutos pronto. Néstor Vidrio se equivoca en zona de seguridad. Entrega la pelota al colombiano Aldo Leao, quien da a Édgar Andrade para vencer a Luis Michel.

Ya en la segunda parte, Juan Carlos Ortega ordena el ingreso de Wiliam Guzmán. El rojiblanco hace su debut. A los 85’, Mancilla es expulsado, sólo el silbante sabe por qué.

El Rebaño se va con todo al frente. Con el orgullo que le queda. Marco Fabián recuerda que es futbolista. Taladra el área y saca un centro.

La pelota supera a la defensa. Deja a Federico Vilar fuera de toda posibilidad de intervenir. En el segundo poste, aparece el recién ingresado Guzmán. Sólo acomoda la pierna para no volar la pelota. La manda al fondo. El joven salva a Chivas.

El técnico rojiblanco estalla en un festejo desmedido. Saca la presión. El 1-1 se decreta tras el silbatazo final y Chivas abandona, al menos por unas horas, el fondo de la clasificación. Sin embargo, Ortega llega a nueve partidos dirigidos sin ganar.