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Es la noche de la ilusión, aunque empañada por las miles de gotas que no dejan de caer en Santa Úrsula desde las 17:00 horas.

La advertencia de que ya no hay boletos disponibles en taquilla hacían ilusionar con la noche de la reconciliación sin condiciones. El problema es que la tormenta, el tránsito característico de los viernes en el Distrito Federal (que empeoran por las condiciones climatológicas) y la reventa, impiden que el idilio se reanude, al menos antes de que se escuche el silbatazo inicial.

Arriba, en la cabecera sur, poco más de tres mil catrachos sueñan con el histórico 'Aztecazo'. Algunos más, los verdaderamente valientes, se entremezclan con las miles de playeras verdes que hay en las tribunas, ocultas bajo impermeables de distintos colores. Mosaico que recibe con cierta algarabía al Tricolor cuando sale a calentar, aunque algunos lucen desconcertados por la suplencia de Javier Hernández.

El problema es que no son muchos, apenas medio estadio. Tal parece que la reventa, que cotizaba las entradas en hasta 2 mil 500 pesos, vuelve a impedir que el 'Monstruo de las 100 mil cabezas' luzca a plenitud.

La lluvia es incesante, molesta para muchos, incluso los miembros de la banda de guerra del Ejército mexicano, quienes vuelven a interpretar, los himnos nacionales, como ha sido una costumbre en este 'sui generis' hexagonal final para el Tricolor, en el que inicia su cuarta presentación en casa sin todavía lograr que la multitud festeje un gol.

Pero la fe de algunos es interminable.

Aplauden a los 11 elegidos por José Manuel de la Torre, sin importar que el popular 'Chicharito' no esté entre ellos. Velada en la que muchos detalles faltan, como la inoperancia de la enorme pantalla ubicada en la cabecera norte del Azteca. Simplemente no funciona.

Los valientes que resisten todo, hasta la desquiciante lluvia, esperan que no sea el preludio o el anuncio de otra amarga noche en Santa Úrsula, porque ésta debe ser la de la reconciliación.

mcs