José Luis Sixtos pudo salvar la vida

ORGULLOSO. El jugador perdió su larga cabellera pero dio la batalla y superó la enfermedad. (Foto: ROBERTO ARMOCIDA I EL UNIVERSAL )
Cáncer, una palabra que de inmediato provoca temor, frustración, porque es sinónimo de muerte.
Pero lo primero que vino a la cabeza de José Luis Sixtos, quien se encontraba en la cúspide de su carrera como futbolista, en 2001, fue preguntar... “¿Cuándo vuelvo a jugar?”. Porque Sixtos aguantó todo: dolor, angustia y que su vida colgara de un hilo, sólo por volver a patear un balón.
Y es que el futbol no sólo fue un juego para el ex defensa central, no sólo fue una profesión, sino su principal arma en la gran batalla que libró para sobrevivir y para vivir por su pasión.
José Luis Sixtos, un alto defensa central que inició su carrera en Cruz Azul en 1991, no imaginó que al cambiar de equipo, al Puebla, 10 años después, jugaría el partido más importante de su vida, partido que ganó, pero que dejó secuelas, “no físicas, porque estoy sano, pero a pesar de qu e vencí al cáncer no vencí al futbol, o mejor dicho a los que lo manejan, ya que prácticamente me obligaron a retirarme...”.
La tragedia
“Uno conoce su cuerpo, sabía que algo que antes no había estado ahí, apareció”, recuerda Sixtos a años de distancia de aquellos negros días. Era una “bolita” en uno de sus testículos, después de muchos estudios, lo sabría: “era cáncer testicular”...
“Le comenté al doctor de Puebla y me dio evasivas: ‘Ha de ser esto, ha de ser lo otro, tómate esto y ya’. Le decía que me mandara a hacer estudios y nada”, recuerda, así que tomó la decisión de tratarse por sus propios medios “y salió... eso. Me hice más estudios, tenía que extirparme el tumor”.
En la sala de operaciones, José Luis iba sin miedo a morir, “lo que me interesaba era saber cuándo volvería a jugar; no qué me quitarían”. La intervención fue un éxito y un mes después ya estaba de nuevo en las canchas, “era feliz”, pero esto no había terminado.
Cada seis meses, Sixtos iba a realizarse exámenes y más malas noticias llegaron: “El cáncer volvió a aparecer. Tenía que entrar a quimioterapias y yo no quería, prefería morirme en la cancha, yo sólo quería jugar y jugar. Sabía lo que pasaría después, sabía que aunque saliera bien, mi carrera tendría muchas barreras”.
La motivación
En la soledad de su cuarto, débil por la radiación, la mente y la pasión lo mantenía el pie: “Sólo pensaba en volver”.
Por la pelota, José Luis pudo darle la vuelta a sus males. “Ponía mis videos, me veía y dentro de mí sólo repetía: ‘voy a volver a jugar’. Una vez el Puebla realizó un partido de práctica en Coapa contra el América; en ese tiempo vivía atrás del campamento. Desde una ventana vi el juego y desde ahí me motivaba, soñaba con ser parte de todo eso... ‘voy a volver a jugar’ decía”.
Pasó el tiempo. La larga cabellera que desapareció volvió a crecer, las fuerzas lo hicieron levantarse de la cama y la pasión por jugar lo hizo volver a los campos de entrenamiento.
José Luis Sixtos estaba de regreso.
“Aunque no fue lo mismo. No volví como hubiera querido, fui limitado, pero ¡volví a jugar!, aunque quedó la espinita de que pude dar todavía más”.
Al final, el cáncer no venció a José Luis, pero... “no pude vencer a la gente de pantalón largo. Ya no jugué en Primera. Iba como espectador a los juegos amistosos, allá en el CAR; se me acercaban y agarraba equipo, pero sólo por seis meses, porque todos tenían dudas de mi salud... al final no alcanzó”.
—¿Te discriminaron?
—Sí. Gente ignorante que no sabe lo que es esta enfermedad, sienten que va a regresar. Pero gané la batalla por mi vida, me quedo con eso.
José Luis Sixtos es un sobreviviente, un hombre que a sus 40 años está casado y trabaja dentro del futbol, aunque no como quisiera: “Me siento orgulloso de estar de pie y a la gente que está luchando contra esto sólo le puedo decir que busquen por qué vivir”.
—¿Qué aprendiste de esta batalla?
—Mmm. Bueno, hay que vivir la vida diferente. No somos héroes, pero no nos dejamos vencer. Al final, sólo hay que buscar por qué vivir... en mi caso, yo sólo quería volver a jugar.





