La Constancia Mexicana fue una de las primeras fábricas de textiles que utilizó energía hidráulica para su funcionamiento. Fundada en 1835 por Esteban de Antuñano y Gumersindo Saviñón, sobre un área de más de cincuenta mil metros cuadrados en las riberas del río Atoyac, se convirtió en uno de los símbolos industriales en la transición del siglo XIX al XX en toda Latinoamérica. Se instaló en el viejo molino de Santo Domingo, en Puebla, y según crónicas de la época consiguió poner en movimiento la maquinaria de más de siete mil husos para la fabricación de hilados y tejidos de algodón. Funcionó durante 150 años. En 1991 cerró y fue expropiada por el Estado de Puebla 10 años después.

La vocación del recinto cambió en su totalidad. Después de diferentes obras de remodelación, hace un par de años se inauguró en la ex fábrica textilera la Sede Nacional de las Orquestas Sinfónicas Esperanza Azteca, un ambicioso proyecto de educación musical para niños y jóvenes.

A principios de este año se presentó en estas instalaciones un nuevo capítulo  vinculado a la música. Se trata de La Casa de la Música de Viena en Puebla, la primera franquicia de Haus der Musik of Vienna en Latinoamérica. El museo austriaco es un museo interactivo con salas temáticas, reales y virtuales, en las cuales la promesa es que la música no sólo será una experiencia audible, sino también visible. En la iniciativa y construcción de La Casa de la Música de Viena en Puebla participaron el Gobierno del Estado de Puebla, CONACULTA y Fundación Azteca. El museo está edificado sobre una superficie de más de cinco mil quinientos metros cuadrados.

Con la premisa de generar una interacción real entre la educación y el entretenimiento alrededor de la música, el proyecto de la versión mexicana consta de 16 salas, como el Poliphonium y el Laboratorio del Sonido, así como otros espacios que muestran la vida y obra de compositores como Mozart, Schubert y Beethoven, entre otros. También hay una sala dedicada a Johan Strauss y el vals mexicano, así como una parte de juegos interactivos, como el Virtostage, a través del cual  el visitante se puede convertir, al menos por un rato, en un director de orquesta virtual.