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Hazme tuya cada martes

Bernardo Hernández| El Universal
10:43Domingo 10 de agosto de 2014

. (Foto: Leticia Barradas )

Combinación prodigiosa entre reina, hechicera y superheroína, ha rebasado las fronteras del cómic para, a golpe de sensualidad y exotismo, volverse un icono ‘fashion' ciento por ciento mexicano. Con ustedes, ¡su majestad Rarotonga!

@couturebernie

Seguramente llegaste a escuchar, a leer o incluso -por qué no- a usar el nacionalmente reconocido peinado "a lo Rarotonga", es decir, Afro, sólo que en nuestro país no se le conoció con ese nombre, sino con el del personaje creado por Guillermo de la Parra Loya, viudo de Yolanda Vargas Dulché. En efecto, dicho estilo capilar -negro cual ala de cuervo, volumétricamente imposible e imponente como una corona de nubes carbónicas- fue bautizado con el título de Rarotonga, ese volcán en erupción con más promesas sexuales que el barrio porno de Kabukicho, en Tokio.

A este mujerón lo insólito le viene precisamente del nombre, pues Rarotonga no sólo es el wet dream de muchos señores libidinosos de antaño, también es una isla; de hecho, la mayor y más poblada del archipiélago Cook, que contaba hace algunos años con poco más de 15 mil habitantes, y donde se ubica la capital, Avarua.

Cuenta la leyenda -al menos la oficial- que Rarotonga surgió de la imaginación de Parra Loya cuando estaba de vacaciones en un crucero por las islas del sur y, en dicha travesía, conoció a una mujer bellísima. Pero no todo el crédito es para él. Esta criatura también fue engendrada por Luis Rey (portadista) y Antonio Gutiérrez Salazar (dibujante). Suena lógico. El génesis de una deidad así, que aterrizó en los quioscos el 3 de marzo de 1973 en el número 535 de Lágrimas, risas y amor, debía provenir de un bochornoso ménaje à trois.

Lo que hace de Rarotonga un caso peculiar es que no posee ninguno de los súper poderes que toda heroína de tira cómica ostenta; es decir, no vuela, no le salen rayos de los ojos, no se vuelve invisible (lo que menos), no es biónica ni ninguna de esas cosas. Sus poderes provienen de su hipersexuado look tropical y de su alto linaje, porque no es cualquier plebeya, ¡en lo absoluto!, es ama y señora de una pequeña ínsula de Oceanía, a la cual gobierna como una caprichosa y lasciva diosa del amor y la muerte.

 

 

 

Pero lo mejor de todo es que, a diferencia de las súper heroínas estadounidenses que se pasan toda la triste vida combatiendo el crimen con el mismo modelito, Rarotonga se daba el lujo de cambiar de outfit cada vez que se le daba la gana. Una semana podía aparecer con una micro capa traslúcida con aplicaciones florales y tanga a juego, para ocho días después deslumbrar con un bikini negro de acabados deconstructivistas, tiras de leopardo y orquídeas salvajes por doquier.

Brazaletes, ajorcas, aretes imponentes, pectorales de oro macizo, infinidad de bañadores y cantidades minúsculas de tela eran los componentes clave en el guardarropa de esta emperatriz. ¿Su leitmotif? Sexo mata súper poderes. Ella, la más exótica entre las exóticas, toda una man-eater, sólo le fue fiel a su inamovible peinado y a su maquillaje: carnosos labios teñidos de escarlata, cejas negrísimas para enmarcar su verde mirada, cantidades legalmente cuestionables de delineador, sombras nacaradas en matices que iban del perla al turquesa y un diamantito rojo a la altura del tercer ojo, que nadie me ha podido aclarar si era pintado o se trataba de alguna piedra preciosa incrustada en el rostro de esta indómita belleza.

Como era muy audaz y se las ingeniaba para evitarse la fatiga del trabajo diario, Rarotonga se dedicaba básicamente a bailar y a enamorar a cuanto hombre se dejaba caer por sus terrenos, fuera bueno, malo, soletero, casado, viudo o divorciado. Nadie se resistía ante las danzas y los encantos de esta enigmática hembra, toda fuego y arrebatos, monarca del Tropi Glam, tendencia siempre presente en el imaginario colectivo del D.F., donde Rarotonga hizo de las suyas cada martes, como nos recuerda la canción de Café Tacuba. En 1977 se filmó una película (dirigida por Raúl Ramírez Uribe y protagonizada por la vedette Gloriella) que fue un asco, y en 2011 hubo un intento de revivir la historieta pero el fracaso fue rotundo. Como toda leyenda, Rarotonga se fue para nunca más volver. Segundas partes no son dignas de una reina.



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