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Deseo escribir para seguir escribiendo: Mario Bellatin

Yanet Aguilar Sosa| El Universal
Jueves 27 de junio de 2013
Deseo escribir para seguir escribiendo: Mario Bellatin

NARRADOR. Su libro está inspirado en dos grandes europeos del siglo XX: Bohumil Hrabal y Alain Robbe-Grillet. (Foto: ARIEL OJEDA EL UNIVERSAL )

El autor habla de las dos historias que conforman su nuevo libro titulado Gallinas de madera

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Los largos títulos de las dos historias que cuenta el escritor Mario Bellatin en su nuevo libro titulado Gallinas de madera (Sexto Piso) son de por sí arriesgados y experimentales: “En las playas de Montauk las moscas crecen más de la cuenta” y “En el ropero del señor Bernard falta el traje que más detesta”, textos inspirados en dos de los más importantes autores europeos del siglo XX: el checo Bohumil Hrabal y el teórico y novelista francés Alain Robbe-Grillet.

Las historias nacieron por la misma convicción que caracteriza a su narrativa, son textos de claroscuros, crípticos, críticos, ambiciosos, lúdicos y experimentales. “Sí, hay un origen de un pensamiento ordenado de determinada manera, por eso escogí dos autores europeos como en otro libro escogí dos autores latinoamericanos, José María Arguedas y Juan Rulfo que entre los dos crean a Shiki Nagaoka, y aquí es como la idea eurocentrista pero matizada por la experiencia cotidiana y práctica de vivir donde vivimos”, señala el autor que jugó con la vida, las ideas y la literatura de Bohumil Hrabal, fallecido en 1997, y Alain Robbe-Grillet, muerto en 2008.

Bellatin asegura que acudió a estos dos novelistas porque él es un lector de autores europeos. “Provenimos de una cultura eurocentrista, nuestras lecturas son de autores europeos pero lo que sí creo es que están matizados por la experiencia latinoamericana, la experiencia que no es europea, y nosotros como creadores somos una mezcla de los dos”.

El narrador peruano-mexicano nacido en 1960 es categórico: “No son mis maestros, pero sí hay un reconocimiento a ciertas ideas que de alguna forma están estructuradas de una manera que puedan ser expresadas al otro”. Una razón de peso para él y su narrativa que en esta novela está interesada en reconocer a dos narradores guiados por un deseo vital por la escritura, como él mismo.

“Mi deseo es el de escribir para seguir escribiendo, sé que es una frase trillada, pero trato de buscar alguna gracia de ser escritor pero no la encuentro, más que el hecho de estar escribiendo; también está que ese deseo de la escritura se mantiene oculto y sé que si se mantiene oculto va a continuar. No puedo decir que soy testigo de una literatura; de lo que soy testigo es que realmente sí tengo ganas de escribir por una razón extraña que va más allá de mí”, señala el narrador inclasificable, que asume cada nuevo libro -lleva más de 40 publicados, varios de ellos traducidos a más de 15 idiomas- como un nuevo y riesgoso proyecto.

Mario Bellatin es impulsor de proyectos literarios muy visuales y es impulsor de trabajos como la Escuela Dinámica de Escritores y la obra ambiciosa Los 100 mil libros de Bellatin, que consiste en reescribir y contar su vida a partir de libros y no de años. “Que digan Mario Bellatin murió a los 42 libros”; a ese proyecto de autopublicación de sus obras en libros objetos; es decir, reeditar toda su obra y seguir hasta llegar a 100 títulos, tirar mil ejemplares de cada uno, con un formato homogéneo, aunque con el mismo diseño y número de páginas, le dedica su tiempo sin dejar de publicar nuevas obras.

Narrador atípico

Mario Bellatin, el autor de Salón de belleza -que figura en el número 19 de la lista seleccionada en 2007 por 81 escritores y críticos latinoamericanos y españoles que dieron los mejores 100 libros en lengua castellana de los últimos 25 años-, Jacobo el mutante, Shiki Nagaoka: una nariz de ficción, El libro uruguayo de los muertos y Perros héroes es un escritor atípico, un lector voraz y un ser humano solitario acompañado y desprendido de los objetos.

“Esta máquina de escribir -señala su bella Underwood portátil modelo 1915 que lo acompaña en el estudio de su casa en la cerrada de Ideal del edificio porfiriano La Mascota- es él único objeto que mantengo desde los 10 años; no hay uno solo más que se haya quedado, todo ha pasado, gente ha pasado, relaciones, familia, todo pasó y sólo se quedó esta máquina que mi familia tenía desde 1915, comprada por su bisabuelo y que yo encontré en los años 70 y me la apropié”.

Además del deseo por escribir, Mario Bellatin ha hallado una ventaja en este oficio:

“No tengo que verle la cara a nadie que no quiera ver, de alguna manera logré esa solitariedad acompañada. Sé que es una especie de triunfo pírrico porque muchos se preguntarán ¿para eso tanto trabajo? pero tampoco lo pienso así porque nunca pensé que la escritura signifique tanto trabajo”.

Sus intereses están muy determinados, es un lector de literatura y cine pero de autores y directores que tienen pocas certezas. “Me gustan las preguntas, quiero compartir preguntas, dudas, experiencias, caminos con un director, Tarkovsky, David Lynch, o escritores Kafka, Dostoievski, que son por un lado lenguajes propios y son opuestos al autor de la fórmula que acorrala al lector a aceptar una única verdad, como si sus libros fueran manifiestos o tesis. Eso es lo que menos me interesa”, comenta Mario Bellatin.



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