Al Cabañas, el arte de Betsabeé Romero

MAQUETAS. Un camión que lleva migrantes y que se convierte en campo santo. (Foto: ARIEL OJEDA EL UNIVERSAL )
De migrantes y fronteras, de coches y autopartes, de accidentes y milagros, de la cordura y la locura, y del arte de Jalisco hablan las más de 80 obras de la exposición que llevará Betsabeé Romero al Instituto Cultural Cabañas.
Trece salas de este recinto acogerán la muestra para la cual la misma artista ha trazado un guión que integra obras de las últimas dos décadas, muchas de ellas presentadas en museos como el Louvre o el San Carlos; piezas que ejemplifican las técnicas tan diversas con que hace arte -grabado, pintura y dibujo sobre soportes poco convencionales: cofres y puertas de autos, llantas, espejos de seguridad, papel picado, globos de Cantolla.
Son más de 80 obras -unas individuales, otras en un conjunto-, donde Romero propone un homenaje a un grupo de artistas originarios de Jalisco: el muralista José Clemente Orozco, el arquitecto Luis Barragán, el artista Chucho Reyes, quien como pocos recuperó el arte popular mexicano, el pintor y migrante casi desconocido en el país Martín Ramírez, y Jerónimo de León, creador de exvotos.
Ese cruce de nombres, técnicas y propuestas refuerza algunos de los temas que a lo largo de la carrera de Betsabeé Romero han salido a relucir en sus obras: migración, velocidad, fragilidad, accidentes y milagros. A esos se añade la dualidad locura-cordura que de la mano del arte y la historia de Martín Ramírez dan pie a otro arte.
Sentido contrario
Tras haberse pospuesto más de un año, la muestra se inaugurará el 17 de julio. “Para mí es un gran logro en mi carrera, exponer en sitios como el Cabañas o como lo fue en su momento San Ildefonso. Como había pasado mucho tiempo tuve el espacio para repensar el guión y estoy más contenta de hacer un guión específico para Guadalajara y el Hospicio. Me gusta mucho hacer que cada exposición sea intervención en el espacio arquitectónico, son salas grandes y largas, y todo se organizó temáticamente”.
Formada en Historia del Arte en la UNAM y con maestría en Artes Visuales por la ENAP, Romero es una acuciosa investigadora del arte, de los materiales, del arte popular.
El discurso de su obra recoge elementos de la cultura tradicional mexicana, el arte popular, la cultura urbana. Hay una reutilización de materiales -llantas, espejos, ventanas - con los que pretende confrontar asuntos muy presentes en la cultura contemporánea como lo son la velocidad, la fragilidad, el accidente y el milagro, la frontera y la geografía.
En el arte popular y en lo tradicional siempre hay como este juego de contradicciones, dice Romero: “Siempre, en el fondo, hay una pugna contra la velocidad, y sé que mis mejores armas, mis mejores argumentos son los artesanales, porque definitivamente el que sean las cosas manuales, que se hagan con tiempo, con maquinaria low-tech, todo eso en una llanta, en una calle donde lo ideal es ir rápido, te produce un shock, que es lo que busca mi obra. Hacer, desde el arte, un ejercicio en contra la velocidad que es una categoría tan sobrevaluada en este mundo, es importante. En términos de lectura de la historia, de lo humano, la velocidad no aporta gran cosa”.
De una sala a otra
La presencia de grandes artistas en la historia del arte de este estado, así como de destacadas figuras contemporáneas, le resultan a Romero un reto a la hora de plantearse su muestra.
Así, se van presentando obras sobre temas y artistas fundamentales en su carrera, que son de Jalisco. Figuran luego piezas que se han expuesto en otros países, en museos y bienales, que no se han visto en México, y que forman parte de su producción de la última década.
Por ejemplo una pieza sobre el Día de Muertos y los migrantes; luego están obras con globos de Cantolla en relación con las monjas coronadas. En un homenaje al pintor popular de exvotos, Jerónimo de León, presentará una serie de exvotos creados por ella, hechos en cofres de autos, donde la artista no dibuja santos ni vírgenes, sino el tema de la devoción.
A Chucho Reyes y Luis Barragán les hace un homenaje con piezas en papel picado con base en una investigación para la cual se pregunta cómo puede resurgir el color de las sombras, qué tanto nos fijamos o concentramos en el color de las sombras. Luego hay un homenaje a Ramírez, un migrante que enloqueció en Estados Unidos y que por años ella ha estudiado. “Ni Chucho Reyes ni Martín Ramírez ni Jerónimo de León tienen todavía un gran lugar en la historia del arte con mayúsculas, inclusive gente interesada en lo out sider en el mundo entero conoce más a Ramírez que en México”.
En las obras que “dialogan” con Ramírez y en otras de la muestra, la migración es una constante.
“La frontera es transgeográfica, es una construcción arbitraria y represiva que se puede dar en las ciudades mismas”.
El norte y el sur de México, Iztapalapa, Guatemala, Honduras han sido escalas de su trabajo en torno de la migración. Y ahora esto se vincula con Martín Ramírez, a quien define como “uno de los grandes maestros de la expresión de los migrantes: ¿cómo un migrante puede refugiarse en la no cordura para encontrar un sitio habitable en el mundo? Esta frontera que él pasó y en la que pudo vivir es la de su obra”, concluye la artista.





