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Arman el rompecabezas de la vida de un músico olvidado

Alida Piñón| El Universal
Sábado 23 de febrero de 2013

El dramaturgo José J. Vásquez es una de la figuras vitales en la vida musical del México de la primera mitad del siglo XX. Cortesía de José J. Vásquez

Vásquez fue compositor, director de orquesta, pianista, académico, promotor cultural, funcionario público y fundador de instituciones culturales. Cortesía de José J. Vásquez

José F. Vásquez en una sala de ensayos, en Oviedo, España. Al fondo se aprecia al maestro Antonio Muñoz Toca, director anfitrión. Cortesía de José J. Vásquez

José F. Vásquez, y Gloria Torres, su esposa, aparecen con José Rocabruna, Henryk Szeryng, Antonio Gomezanda, Luz María Puente y otros personajes no identificados, probablemente en el estreno del Concierto para violín y Orquesta No.2 de JFV, precisamente estrenado por el gran Szeryng. Cortesía de José J. Vásquez

José F. Vászquez y José Rocabruna, fundadores de la OFUNAM. Cortesía de José J. Vásquez

Al violín, Gloria Torres Vda. de Vásquez, al piano, María Elena Barrientos, y ahí, acompañando, Higinio Velázquez, en el primer aniversario luctuoso. Cortesía de José J. Vásquez

Tras varios años de investigación, se ha podido determinar que el jalisciense compuso más de 200 obras, auyo catálogo incluye ocho óperas, cinco sinfonías, tres conciertos para piano y orquesta, dos conciertos para violín y orquesta, entre otras. Cortesía de José J. Vásquez

El hijo del compositor mexicano José F. Vásquez se dio a la tarea de rescatar el legado de su padre, figura vital en las artes en México, cuyo acervo llevaba perdido 30 años

ana.pinon@eluniversal.com.mx  

El dramaturgo y escritor José J. Vásquez intuyó que su padre, José F. Vásquez, había sido una figura vital en la vida musical del México de la primera mitad del siglo XX.

Muerto cuando él solo tenía 10 años de edad, aún habitan en su memoria los días en que lo acompañaba a las salas de orquesta y lo veía dirigir la obra de los grandes de la música, pero también las composiciones de su autoría.

Años después, cuando su hijo preguntó si era verdad que el nombre de su abuelo figuraba en una enciclopedia, se dio cuenta de que los pasos de su padre, investigados ya por algunos musicólogos, compositores y directores de orquesta, habían sido, en efecto, importantes para el país.

Quiso entonces terminar el rompecabezas y se convirtió en un detective en busca de la vida del compositor, director de orquesta, pianista, académico, promotor cultural, funcionario público y fundador de instituciones culturales, nacido en Arandas, Jalisco, en 1896 y muerto en 1961, cuyo acervo llevaba perdido al menos 30 años.

El rastro lo llevó incluso a un bazar como la Lagunilla, en donde halló partituras perdidas, así como hasta el garaje de un músico “famoso”.

José J. Vásquez entonces pidió favores, se acercó a músicos, a estudiosos y tras varios años de investigación hasta el día de hoy ha podido determinar que su padre compuso más de 200 obras, que el catálogo incluye ocho óperas, cinco sinfonías, tres conciertos para piano y orquesta, dos conciertos para violín y orquesta, el tríptico sinfónico Acuarelas de viaje, la Sinfonietta, la Suite romántica para orquesta de cuerdas, una Misa de réquiem, el Ballet La Ofrenda, la cantata IV Centenario de la UNAM, la cantata Liberación, una rica serie de 60 Lieder con textos en español y en latín, además de numerosos estudios para piano, tríos, sonatas, romanzas para cuerdas y piano, mazurcas y preludios para piano. Descubrió así que su padre es uno de los compositores más prolíficos de la música mexicana y sigue siendo uno de los más olvidados. Ahora, dice el también maestro de teatro radicado en Barcelona, el acervo de quien formó parte del cuerpo fundador de maestros de la Escuela Nacional de Música de la UNAM y que en 1936 fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica Popular de la Universidad (hoy, Orquesta Filarmónica de la UNAM -OFUNAM-), y permaneció al frente de ella durante 25 años, está resguardado en la biblioteca de la Escuela Nacional de Música, identificado y disponible para ser interpretado para aquellos que deseen ampliar el repertorio mexicano.

Un caso entre decenas

¿Por qué Vásquez es desconocido en el mundo de la música? Las razones son complejas.

En el libro José F. Vásquez. Una voz que a los oídos llega, de Gabriel Pareyón, el compositor y musicólogo sostiene que Vásquez es un “ejemplo óptimo de cómo la historia no se escribe sino con el dictamen oficial, con la pose de academia y la simpatía del amanuense”.

Por su parte, J. Vásquez, cuenta en entrevista con EL UNIVERSAL vía Internet desde España, que la personalidad de su padre también influyó pues estaba dedicado más a la educación que a las relaciones públicas y a la gestación de discípulos incondicionales como se acostumbraba en esa época de la vida cultural; la segunda es que él mismo no pudo aquilatar la importancia de su creación en el desarrollo de la música mexicana.

A esto, añade el violinista Samuel Máynez, se suma una vieja rencilla con Carlos Chávez el “Cacique de la música mexicana”. “Hay una especie de veto tácito desde la época de Chávez con quien tuvo una rivalidad enorme. Chávez era un tipo muy tiránico y Vásquez no se cuadró, y fundó el primer patronato independiente para echar a andar lo que hoy es la OFUNAM, eso fue algo que le molestó mucho a Chávez y por eso le hizo porquería y media, cosas en verdad gansteriles, le cerró las puertas de las salas de concierto entre otras cosas”, cuenta.

La conjura, lamenta el violinista Samuel Máynez, sigue vigente porque a la muerte de José F. Vásquez su figura se sepultó hasta hoy. “Hay que tocar su música y que sea el público el que decida si su obra debe estar o no el repertorio”.

Sin embargo, añade Gabriel Pareyón, el fenómeno responde al olvido generalizado en el que están los grandes compositores mexicanos, incluidos aquellos a quienes sí se les ha considerado fundamentales en la historia de la música mexicana.

Máynez, concuerda. “Hasta hace muy poco se empezó a trabajar en la obra de Moncayo, pero qué podemos decir de Manuel M. Ponce. En general, la investigación, rescate y difusión del patrimonio musical está en muy malas condiciones”, lamenta el violinista.

Una tarea pendiente

Vásquez continúa su relato sobre lo que ha sido rescatar el legado de su padre. “He pedido a la UNAM que haga algo por quien fuera una sus figuras fundacionales, su orquesta casi nunca lo toca y sólo podría decir que una es famosa, Acuarelas de viaje. Este trabajo ha sido muy cansado, empecé de la nada, yo tenía 10 años cuando murió, poco después murió mi madre, y mi hermana y yo vivimos una orfandad en más de un sentido. Yo no busco pelea ni reconocimiento, es más, no se trata de la herencia de un hijo, sino del legado de un músico que sí fue importante para México”.

Los directores de orquesta José Guadalupe Flores, Ricardo Martínez, los músicos Rodolfo Ritter, Ignacio Mariscal y Samuel Máynez han sido algunos de los que se han ocupado de la obra de Vásquez, ya sea interpretándolo o grabándolo.

Martínez, quien estrenó en el Carnegie Hall el “Lieder para soprano y cuerdas”, tiene la intención de difundir su obra a través de la Sinfonietta Veracruzana; Máynes prepara el reestreno del Segundo Concierto para violín, con la esperanza de que sus esfuerzos no se pierdan en la pesada oscuridad.



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