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Con gigantesca voz renació el órgano del Auditorio Nacional

Elda Maceda| El Universal
Sábado 28 de octubre de 2000
Con gigantesca voz renaci el rgano del Auditorio Nacional

. (Foto: EL UNIVERSAL )

Ramón Vargas asistió como invitado de honor; además de ?Mater dolorosa? se escuchó al infaltable Bach

El tenor Ramón Vargas cantó el "Ave María", de Bach-Gounod, en una aparición sorpresiva, momentánea y emotiva, en la que celebró el renacimiento del Órgano Monumental del Auditorio Nacional.

Vargas habló ante miles de personas de su experiencia como niño cantor de la Basílica de Guadalupe, actividad que, dijo, le permitió desde muy temprana edad, conocer y cantar con el imponente instrumento.

"Dicen que soy el invitado de honor. Más bien yo tengo el honor de estar aquí", declaró el tenor antes de su breve ejecución.

En el prolongado concierto de reinauguración la mirada de los miles de personas se posaron por momentos en los enormes edificios de cinco pisos cada uno, en los que habitan los 15 mil 633 tubos, de uno y otro lado del escenario.

La fiesta de la recuperación del instrumento que se mantuvo por más de seis años en silencio, incluyó el estreno mundial de "Mater dolorosa", el adagio que el compositor mexicano Mario Lavista compuso para esta fecha, la cual fue ejecutada por el organista mexicano Gustavo Delgado.

Esta obra dio oportunidad al público de escuchar por primera ocasión de la noche, al instrumento solo y también de observar las maniobras que un ejecutante tiene que realizar ante la consola con seis teclados.

"Cuando recibí el encargo de componer una obra para ser tocada en el concierto que celebraría la reinauguración del órgano del Auditorio Nacional, supe que tendría que ser una obra de carácter religioso", escribió Lavista para luego argumentar que siempre ha asociado al órgano con los espacios sagrados.

La enorme voz del renovado instrumento era esperada con emoción por el equipo de alrededor de 15 personas que participaron en la restauración, con la guía del especialista José Luis Falcón. Atrás quedaban los meses de limpieza, de construcción de barandales y puertas, de fundición de tubos de estaño y plomo, de afinación, las horas de trabajo de mesa, las juntas interminables.

Al ser consultado vía telefónica, mientras se encontraba en la habitación que se ubica en las entrañas del instrumento, la cual sirvió como centro de operaciones para la restauración, el organero Falcón expresó que los trabajos en el órgano están terminados en un ciento por ciento y que sólo hace falta la instalación del Midi o accesorio electrónico que permitirá que el instrumento interactúe a través de programas diseñados especialmente, por ejemplo, con grupos de rock.

La voz gigantesca de OMAN como ahora le llaman por la unión de sus siglas, sonó por momentos solememne y en otros instantes de plano celebratoria, como en el final de la Tercera Sinfonía de Aram Kachaturian, en que participaron el organista Héctor Guzmán y los 15 trompetistas que requiere la partitura.

Enrique Barrios, quien dirigió a la gran orquesta que formaron la Sinfónica "Carlos Chávez" y la Orquesta de Cámara de Bellas Artes dio la bienvenida a los sonidos de OMAN, que describió el director como el instrumento más grande de México.

Al fondo del escenario el tapiz monumental de las sandías de Rufino Tamayo hacía marco a la orquesta y en el centro del escenario la consola, café, reluciente, recibió primero a Daniel Chorzempa, uno de los organistas más importantes del mundo. El artista estadounidense fue el primero en hacer sonar a OMAN al interpretar el movimiento Allegro, de una de las obras mexicanas más famosas para el instrumento, el Concertino para órgano y orquesta, de Miguel Bernal Jiménez.

En la noche de reinauguración no podía faltar una de las obras más conocidas y difundidas de Johann Sebastian Bach, el compositor alemán, el padre de la música fallecido hace 250 años.

En el intermedio algunas personas leyeron parte del libro que se repartió entre todos los asistentes, que sobre la historia que narra Sofía González de León, escribana del Auditorio Nacional.

Al descubrir el folleto "11 opiniones humorísticas sobre el Órgano Monumental del Auditorio Nacional", editado especialmente para la ocasión, algunos de los presentes sonrieron con ocurrencias como la de Iracheta que en lugar de tubos dibujó órganos o cactus como los tubos del instrumento; o con la de Pedro Sol que muestra a un sacerdote explicando a un mecánico de autos "El mofles" cuáles son los desperfectos en un órgano barroco, para que lo arregle. El ¡Ahhh! de sorpresa inundó el recinto cuando Daniel Chorzempa accionó las primeras teclas para hacer sonar la famosa "Toccata y fuga" que fue identificada por una voz anónima entre el butaquerío: "Es la canción de "El fantasma de la ópera". Mientras esto ocurría, entre los tubos del lado derecho del escenario, emprendía su primer recorrido nervioso por entre los tubos que no dejaban ver su rostro, un hombre con camisa blanca y corbata oscura.

Al organista Abraham Alvarado, pianista de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes correspondió la ejecución de la Toccata de la Sinfonía Concertante para órgano y orquesta, de Joseph Jongen.

Rossina Vrionides, quien forma parte de la vida musical del país y a quien se deben ediciones discográficas de compositores mexicanos, tocó el "Gran coro dialogago para órgano y orquesta", de Eugéne Gigout.

Después del final y luego del grito de un entusiasta "¡Otra hora!", el público volvió a escuchar el final de la Tercera Sinfonía de Khachaturian y el Adagio de Albinoni.

A la salida, en las pantallas públicas se apreciaba el trabajo de los restauradores y podía apreciarse el interior con los miles de tubos del órgano que acababa de renacer.

Y como un homenaje involuntario un organillero tocaba al pariente diminuto de OMAN, ante la sorpresa y la sonrisa de quienes salían del Auditorio Nacional.



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