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Fallece Niemeyer, patriarca de la arquitectura

El Universal
Jueves 06 de diciembre de 2012

El reconocido arquitecto brasileño, ideador de Brasilia, Oscar Niemeyer falleció hoy a los 104 años de edad; el próximo 15 de diciembre cumpliría los 105. Archivo / EL UNIVERSAL

El Centro Niemeyer de Avilés, Asturias, es la única obra del arquitecto brasileño en España. Archivo / EL UNIVERSAL

Retrato de la leyenda de fútbol de Brasil, Pelé, junto al urbanista arquitecto brasileño durante una rueda de prensa en Río de Janeiro, Brasil, en 2010. Archivo / EL UNIVERSAL

Teatro Popular de Niterói, una de las última obras del arquitecto brasileño. Archivo / EL UNIVERSAL

La catedral metropolitana de la ciudad de Brasilia fue diseñada por Niemeyer. Archivo / EL UNIVERSAL

El ex presidente brasileño Lula Da Silva saluda a uno de los arquitectos más famosos del mundo, durante un encuentro en un hotel de Rio de Janeiro en 2003. Archivo / EL UNIVERSAL

Edificio del Congreso Nacional en Brasilia, considerado el mayor símbolo de la capital brasilera. En la parte posterior del edificio está la "Praça dos Três Poderes". Archivo / EL UNIVERSAL

Inaugurado en 1960, el Palacio del Congreso Nacional, también es conocido con su nombre oficial Palácio Nereu Ramos. Archivo / EL UNIVERSAL

Niemeyer falleció a causa de una infección respiratoria, en su natal Río de Janeiro, tras estar hospitalizado por más de un mes. Archivo / EL UNIVERSAL

El Palacio del Congreso Nacional es una de las imágenes más representativas de Brasil. Archivo / EL UNIVERSAL

Sus construcciones se distinguieron por sus diseños con curvas. Archivo / EL UNIVERSAL

En 2007 el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer recibió una medalla de honor del embajador francés a Brasil, Antoine Pouilliete, al celebrar su cumpleaños 100. Archivo / EL UNIVERSAL

Fallece Niemeyer, patriarca de la arquitectura

CREACIÓN. Congreso Nacional en Brasilia. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL Y REUTERS )

Con sus obras el artista brasileño creó poesía con textura de concreto. A unos días de cumplir 105 años, murió una genuina leyenda del siglo XX

Inventor de una ciudad, de curvas sinuosas que identifican sus edificios, de inmuebles que parecen suspendidos en el aire, autor de más de mil proyectos en su Brasil natal y en grandes urbes del mundo, arquitecto, maestro, fiel comunista y uno de los grandes artistas del siglo XX fue Oscar Niemeyer.

El creador, que vivió con genio y lucidez más de un siglo -iba a cumplir 105 años el próximo 15 de diciembre- falleció anoche a causa de una infección respiratoria en su natal Río de Janeiro, tras estar hospitalizado por más de un mes.

Considerado un patriarca de la arquitectura, el Premio Pritzker de Arquitectura en 1987 y Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1989, Niemeyer es reconocido por los arquitectos del mundo como el artífice de una obra que significó la creación de una ciudad, Brasilia -junto con el urbanista Lúcio Costa-, heredero del pensamiento de Le Corbusier, innovador en la exploración de materiales como el cemento armado, arquitecto que llevó su obra por muchos países a pesar, incluso, de la persecución de la dictadura y del exilio.

Más de siete décadas de historia y un objetivo a lo largo de los años definen a Niemeyer: transmitir la belleza de la arquitectura al pueblo.

“En la arquitectura que yo hago no me limito a procurar la solución correcta. Yo quiero que mi trabajo sea hermoso, que aproxime a las personas a una obra de arte, porque la arquitectura es un arte”, aseguró hace más de un año.

Dos décadas, cuando se le preguntó cómo le gustaría ser recordado, dijo que desearía ver en su lápida una frase sencilla: “Oscar Niemeyer, brasileño, arquitecto. Vivió entre amigos, creyó en el futuro”.

Niemeyer se mantuvo fiel a sus dos grandes pasiones: el comunismo y la línea curva, la marca principal del trabajo que desarrollaba en su estudio del barrio de Copacabana.

Una historia fuera de lo común

Nacido el 15 de diciembre de 1907 en una familia acomodada, Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares Filho se graduó como arquitecto en 1934, en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río. Luego se ofreció para trabajar gratis para la oficina de Lúcio Costa y Carlos Leao.

Su carrera logró fuerte impulso a partir de 1940, cuando para Belo Horizonte realizó la reforma del barrio Pampulha. Quince años después fue elegido por el presidente Juscelino Kubitschek para integrar el equipo que proyectó los edificios públicos de la nueva capital, Brasilia, cuyas líneas curvas se convirtieron en emblema.

Niemeyer es autor de una amplia gama de obras, que en su mayor parte son de carácter público.

Se le recordará siempre por dar vida en Brasilia a edificios como El Palacio de la Alvorada, residencia del presidente de la República; el Palacio del Planalto, sede del Ejecutivo; el edificio del Congreso Nacional, la Catedral, los ministerios de Justicia y de Relaciones Exteriores y el Auditorio Nacional, entre otros. Las curvas imposibles de sus rampas, paredes y cúpulas, llevadas a un extremo casi temerario en las icónicas columnas del Palacio de la Alvorada, lo convirtieron en un precursor de la arquitectura moderna, algo que fue reconocido por el mismo Le Corbusier.

Militante comunista, cedió su estudio en Río al Partido Comunista de Brasil para que éste lo utilizara como sede. Ese gesto fue visto con recelo, en plena Guerra Fría, en 1952, cuando participaba junto con arquitectos de todo el mundo en la creación del edificio de la ONU en Nueva York.

Su militancia comunista, basada en los principios más fundamentales del estalinismo y de la que nunca renegó, lo llevó a autoexiliarse durante la dictadura brasileña y a trasladarse hasta París, donde vivió entre 1967 y 1980. Durante el exilio europeo llevó sus visionarios proyectos a varios países: diseñó la Universidad de Constantino y la nueva mezquita de Argel, que nunca salió del papel, el Centro Cultural Le Havre en París, el edificio del Partido Comunista Francés en París, la sede de Mondadori en Milán; más reciente es el Centro Cultural Niemeyer, en Avilés, España, cuya inauguración fue suspendida por una disputa política.

El arquitecto volvió a Brasil en la década de los 80. Entonces, la colaboración de Niemeyer con el gobierno se materializó en los Centros Integrados de Educación Pública.

“La transformación de nuestro mundo social en un universo más justo y solidario puede alcanzarse a través de la arquitectura... si eso sucede algún día, los arquitectos seremos llamados a realizar grandes obras públicas”, reconoció en entrevista.

En La Vida es un Soplo (2007), documental de Fabiano Maciel que retrata la vida de Niemeyer en el año de su centenario, el artista explicó que el diseño lo atrajo desde niño, cuando dibujaba formas invisibles en el aire apuntando con el dedo al cielo.

Con más de 100 años, asistía a veces como oyente a clases universitarias y nunca dejó de concebir nuevos proyectos en su estudio.

“Cuando asisto a una clase sobre el cosmos y veo lo fantástico que es el universo en que vivimos, me doy cuenta de lo pequeños que somos y de que deberíamos ser más modestos a la hora de enfrentar los problemas de la vida”.

Entre sus proyectos más recientes estaba un gran teatro en el parque del Flamengo de Río, cerca del cerro Pan de Azúcar; el museo Pelé y el edificio de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana, en la ciudad de Foz do Iguazú.

En sus últimos años de vida, Niemeyer estuvo acompañado por su segunda esposa, Vera Lucia, con quien se casó en 2006, dos años después de la muerte de Anita Baldo, con quien estuvo casado por 76 años. Esa boda generó tensión en su familia y lo alejó de su única hija, Anna María, quien falleció en mayo pasado. Pero Niemeyer nunca se arrepintió de volver a casarse: “El futuro es problemático e incierto para todos nosotros. La vida es un soplo... Lo que todavía puede ser un consuelo es tener al lado una mujer, una buena compañera”. (Con información de agencias)



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