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Un retrato de la vida cultural en Francia, en tiempos de los nazis

Yanet Aguilar Sosa| El Universal
Jueves 08 de noviembre de 2012
Un retrato de la vida cultural en Francia, en tiempos de los nazis

ALAN RIDING. El periodista que en “Vecinos distantes” logró un estudio que ya es clásico, sobre el México moderno. (Foto: ROBERTO ARMOCIDA EL UNIVERSAL )

El periodista Alan Riding indagó sobre la posición que tuvieron los artistas y escritores durante la ocupación

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx 

La imagen de Pablo Picasso, quien pasó la ocupación en París, posando con Simone de Beauvoir, Albert Camus y Jean-Paul Sartre, lo mismo que esa otra fotografía tomada el 23 de junio de 1940, de Adolfo Hitler posando entre el arquitecto Albert Speer y el escultor Arno Breker frente a la Torre Eiffel, son escenas emblemáticas de esa Francia culta ocupada por los nazis durante los primeros años de la década de los 40.

Ambas fotos y otras más en el libro Y siguió la fiesta. La vida cultural en el París ocupada por los nazis son parte esencial del trabajo de investigación del escritor y periodista Alan Riding, conocido por su libro Vecinos distantes: Un retrato de los mexicanos.

El periodista que durante 12 años fue corresponsal cultural de The New York Times en Europa, está en México promocionando este libro publicado por Crítica (Grupo Planeta), al que dedicó estos últimos años de su vida; un trabajo de investigación profunda y seria sobre el papel que jugaron intelectuales y artistas durante la ocupación nazi en Francia.

¿Cómo abordaron artistas e intelectuales el peor momento político de la ciudad en todo el siglo XX?, ¿Acaso el talento y el estatus trajeron consigo una mayor responsabilidad moral?, ¿Es posible que una cultura floreciera en ausencia de libertad política?, fueron algunas de las preguntas que detonaron el libro y siempre trató de responder el periodista.

“A los artistas se les impone siempre una responsabilidad con su tiempo, nosotros siempre miramos hacia ellos y les damos una responsabilidad, si ellos asumen los privilegios y el prestigio en esos tiempos, ellos tienen que asumir responsabilidades, no pueden esconderse detrás de ideologías utópicas, tienen que ser independientes, es una lección que uno se ha tardado mucho en entender”, señaló Riding.

El periodista buscó a artistas, escritores y otras personas que hubieran vivido los años oscuros, entrevistó, investigó y llegó a conclusiones. “Lo que saco en claro después del libro y lo incluí, es la vulnerabilidad de los franceses a las teorías utópicas, porque son muy intelectuales, intelectualizan todo en Francia. Cuando llegué a Europa lo confirmé, al inicio de la Unión Europea estaban un francés y un inglés negociando, al final de la discusión finalmente el francés dice: ‘bueno esto está bien en la práctica, ¿pero en teoría?’, esos son los franceses”, agregó.

Pero Riding piensa en el presente cuando dice que el papel del escritor y del artista es muy universal. “Si uno ve a Ai Weiwei en China, Wole Soyinka en Nigeria, si uno ve a Vaclav Havel en Checoslovaquia, Solchenisky en la desaparecida Unión Soviética e incluso a un Günter Grass aun ahora manchado por sus historias, uno puede seguir viendo que los que ganan el Premio Nobel tienen un perfil político, y sin embargo, no es lo mismo que hacer una obra política, no es lo mismo la creación que una conciencia política”.

Consciente de que las obras políticas normalmente funcionan durante un periodo, porque son pancartas y propaganda durante la revolución, sabe que el gran arte no surge de la propaganda. Riding dijo que Francia se dividió entre la izquierda y la derecha, y que en América Latina después de la Revolución Cubana los intelectuales y escritores se fueron hacia la izquierda porque la derecha no era una opción factible y aceptada; “pero hoy en día esto ha cambiado no sólo porque hay otra persona en la Casa Blanca, sino también porque hay un proceso de madurez, de decepción con la Revolución Cubana, para 1972, gente como Fuentes, Paz, Vargas Llosa ya empiezan a distanciarse totalmente de la Revolución Cubana, no quieren meter su estampilla de aprobación a un régimen que se volvió una dictadura total”.

Piensa en “Gabo”, pero dice que esa es una lealtad personal. “Gabo no es un hombre político a pesar de que haya escrito El otoño del patriarca; es un contador. Fuentes y Vargas Llosa pueden escribir artículos en la prensa que son análisis muy importantes, no importa si son correctos o no, si estoy de acuerdo o no, pero son de un nivel intelectual muy amplio, ‘Gabo’ sería incapaz de hacer eso, si alguien le pregunta, él responde con una historia”.



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