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El misterio de las joyas de concha

Abida Ventura| El Universal
Miércoles 20 de junio de 2012

La concha era un material precioso para los habitantes de Mesoamérica, tanto así como el jade, la turquesa, las plumas de aves exóticas y el oro Alma Rodríguez Ayala / EL UNIVERSAL

Tan sólo en las excavaciones que desde 1978 se realizan en la zona arqueológica del Templo Mayor de Tenochtitlan se han recuperado más de dos mil 300 objetos de concha Cortesía Proyecto Templo Mayor

El proyecto de investigación "Técnicas de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico" rastrea las huellas de las herramientas empleadas por los artesanos prehispánicos en la elaboración de los objetos de concha Alma Rodríguez Ayala / EL UNIVERSAL

Por lo difícil que resultaba su obtención, este material era considerado de lujo, al que sólo tenía acceso la clase gobernante y era utilizado para la fabricación de objetos ornamentales y rituales, como este cuchillo de pedernal Especial

Las piuezas eran depositadas en las ofrendas funerarias para recrear el inframundo acuático Alma Rodríguez Ayala / EL UNIVERSAL

El taller de manufactura reconstruye las piezas antiguas con conchas modernas para conocer las técnicas con las que se trabajó este material en la época prehispánica Alma Rodríguez Ayala / EL UNIVERSAL

Para la elaboración de la piezas en la época prehispánica, se cree se utilizaron rocas de basalto, andesitas, riolitas y calizas para desgastar la concha; obsidiana y herramientas de pedernal para cortar, y arenas finas, cenizas volcánicas y puntas de pedernal para perforar Cortesía Museo del Templo Mayor-INAH

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Así lo prueban los cientos de piezas elaboradas con diversos tipos de conchas recuperadas en las distintas excavaciones a lo largo del país

Un taller ha realizado más de 700 experimentos en 15 años en los que se ha estudiado y restaurado piezas hechas con ese material prehispánico

abida.ventura@eluniversal.com.mx 

Al igual que el jade, la turquesa, las plumas de aves exóticas y el oro, la concha era un material precioso para los habitantes de Mesoamérica. Así lo prueban los cientos de piezas elaboradas con diversos tipos de conchas recuperadas en las distintas excavaciones a lo largo de todo el país.

Tan sólo en las excavaciones que desde 1978 se realizan en la zona arqueológica del Templo Mayor de Tenochtitlan se han recuperado más de dos mil 300 objetos de concha. Esto sin contar las piezas que han ido apareciendo en las excavaciones recientes, muchas de ellas no intervenidas, y que eran depositadas en las ofrendas funerarias para recrear el inframundo acuático.

Para los mexicas, así como para las diversas culturas de Mesoamérica, la concha tenía una connotación sagrada, pues al ser un elemento acuático se asociaba con el líquido vital en el desarrollo de la vida. Además, por lo difícil que resultaba su obtención, era considerado un material de lujo, al que, por ejemplo en Tenochtitlan, sólo tenía acceso la clase gobernante, y era utilizado para la fabricación de objetos ornamentales y rituales.

“Los materiales preciosos, como las piedras verdes y la concha, van a tener connotaciones sagradas, son considerados como atributos de divinidades o con ellos se hacen atributos de deidades muy especificas”, comenta el arqueólogo Adrián Velázquez Castro, titular del proyecto de investigación “Técnicas de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico”, que desde hace 15 años rastrea las huellas de las herramientas empleadas por los artesanos prehispánicos en la elaboración de los objetos de concha.

Y es que, en el caso del Templo Mayor, a pesar de la gran cantidad de piezas recuperadas en la zona, hasta ahora no se han encontrado vestigios de algún taller o área de producción de estos ornamentos. “Normalmente las evidencias de producción se encuentran en el lugar donde los objetos se elaboraron o en los basureros, en donde se depositaban los desechos. Sin embargo, como este tipo de objetos son de lujo, los vamos a encontrar en los contextos rituales, en ofrendas funerarias o en ofrendas hechas a las estructuras. Tenemos los objetos ya terminados, pero no las evidencias de su producción”, explica el especialista.

Desde 1993, Velázquez comenzó con la clasificación de la colección de objetos de concha del Templo Mayor, pero su interés por conocer las formas de elaboración de estas piezas lo llevaron a crear en 1997 un proyecto de arqueología experimental que después se convertiría en un taller de manufactura de la concha, en el que a partir de la reconstrucción de las piezas antiguas con conchas modernas se busca conocer las técnicas con las que se trabajó este material en la época prehispánica.

Hasta entonces, dice el especialista, el tema de la elaboración de los objetos en concha sólo había sido abordado por la arqueóloga Lourdes Suárez Diez, quien había planteado una serie de hipótesis sobre las formas en que en la época prehispánica se trabajó la concha.

Comparación de técnicas

Hoy, en ese taller experimental único en México, y probablemente en el mundo, especialistas crean réplicas de las piezas antiguas, usando conchas modernas y las herramientas que se cree se utilizaron en la época prehispánica: Las rocas de basalto, andesitas, riolitas y calizas para desgastar la concha; obsidiana y herramientas de pedernal para cortar, y arenas finas, cenizas volcánicas y puntas de pedernal para perforar.

Velázquez Castro asegura que cada proceso que se lleva a cabo con una determinada herramienta produce una huella características, por eso uno de los pasos para el análisis es comparan el proceso actual con el de las piezas arqueológicas.

“Mucho del proyecto se enfoca a analizar esas huellas de las herramientas empleadas. Para eso tuvimos que desarrollar toda una técnica de análisis. Fuimos de la simple vista, lo que nos puede decir la huella que estamos produciendo con la herramienta, hasta utilizar técnicas más complejas como la tecnología estereoscópica de bajas resoluciones, y desde 2000, usamos el microscopio electrónico de barrido, que es la técnica que nos ha permitido llegar a los mejores niveles de análisis, ya que es idónea para identificar las características de las superficies de los materiales”, detalla el especialista.

“A simple vista podemos decir que se usó alguna roca para desgastar, pero no sabemos qué tipo de roca hasta que usamos el microscopio electrónico de barrido”, añade.

A partir de estas investigaciones es que se ha logrado identificar que, por ejemplo, la del Templo Mayor fue una producción muy estandarizada, donde se utilizó la misma técnica y los mismos materiales, además de que fue una producción controlada por la clase gobernante, generalmente para la creación de objetos ornamentales y con símbolos rituales.

“Lo que más tenemos son atributos de divinidades; la producción de estas piezas es muy estandarizada, son piezas del mismo material y se hacen con las mismas técnicas”, dice.

Según el especialista, una de las especies de concha más utilizada para la fabricación de las piezas fue la Pinctada mazatlanica, considerada la más bella y grande, con la cual se elaboraron las orejeras del dios Quetzalcóatl. De los objetos atribuidos a esta deidad también destaca el pectoral ehecacózcatl o “joyel del viento”, considerado uno de los mayores símbolos de la joyería de concha, elaborado con un caracol marino.

Algunas de las piezas de concha recuperadas en la zona arqueológica del Templo Mayor están exhibidas en las vitrinas del museo. Entre otros destacan unos cuchillos de pedernal, que representan a Ehécatl, el dios del viento, forrados con piel de mono araña, con orejeras de concha, obsidiana y cobre.

El proyecto se extiende

Al principio el taller se limitó a estudiar la colección de objetos de concha del Templo Mayor, pero poco a poco se extendió al estudio de los objetos de concha del México prehispánico, de diversas culturas y temporalidades. En gran parte, comenta Adrián Velázquez Castro, gracias al trabajo de estudiantes de arqueología que se han interesado en estudiar otras colecciones de objetos de concha.

Ahora, dice, el objetivo del proyecto es conocer las diferente formas del trabajo de la concha que se desarrollaron en México durante su historia prehispánica: “Estamos muestreando, a través de diferentes colecciones, procedentes de diferentes sitios y temporalidades, las formas del trabajo de la concha. Tenemos ya un buen número de colecciones estudiadas, que van desde el norte de México hasta la zona maya, desde las etapas más tempranas, durante el período formativo, hasta el posclásico tardío, con la conquista española”.

Con más de 700 experimentos realizados a lo largo de 15 años, por este taller han pasado cientos de piezas, tanto para su estudio como para su restauración.

Emblemático fue el trabajo de reconstrucción que especialistas de este taller realizaron con la llamada “Coraza de Tula”. Sobre esta joya prehispánica de concha, Velázquez Castro comenta que se trata de una pieza importante porque hasta su hallazgo, en el centro ceremonial de Tula, se habían encontrado pocos objetos de concha. La emblemática pieza, elaborada entre 900 y 1000 d.C. , fue hallada en 1993, cerca de los Atlantes, en el interior del Palacio Quemado de Tula. “Es una pieza extraordinaria porque está hecha totalmente de concha”, destaca el especialista.

Piezas de la zona maya, otras recuperadas en las tumbas de tiro en Nayarit, así como otras halladas en ofrendas inhumadas en el Templo de Quetzalcóatl en Teotihuacan, son algunas de las colecciones que actualmente se analizan en este taller en el que también colaboran biólogos, restauradores y arqueólogos.

Además de estas colecciones, el taller analiza los objetos que constantemente se recuperan en las excavaciones del Templo Mayor.



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