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CHILPANCINGO.— En 2008, cuando el maestro Santiago Alejandro Celis recibió a nombre de los pintores nahuas del Alto Balsas, el Premio Nacional de Ciencias y Artes, alguien le preguntó si creía que se lo merecían. Pensó que sí, pero no supo cómo decirlo. Hoy, frente al mural creado junto con 14 artesanos de la región, en el que plasman a lo largo de 58 metros de longitud la historia de México y de Guerrero, dice tajante: “Esta obra confirma que somos grandes artistas y merecemos que se reconozca nuestro trabajo”.

Los pintores nahuas del Alto Balsas son famosos en el mundo por las artesanías que producen y ofrecen como comerciantes ambulantes desde hace más de 50 años. Las más conocidas son el papel amate pintado, piezas de barro decoradas, collares, joyería y hamacas tejidas a mano.

En julio, el gobierno estatal, a través del Instituto Guerrerense de Cultura, les encargó un gran proyecto artístico para los muros del vestíbulo del Auditorio Sentimientos de la Nación, que fue inaugurado anoche por el gobernador Ángel Aguirre, en el marco en la conmemoración de la instalación del Primer Congreso de Anáhuac.

Aceptaron el reto y concluyeron la obra en menos de tres meses. “Estoy muy orgulloso de lo que hemos hecho. Nosotros somos amateros y pensamos que sería muy difícil trabajar en las paredes, pero nos adaptamos muy rápido. Otro reto fue cómo íbamos a narrar la historia de México y de Guerrero a nuestra manera. Lo que hemos hecho aquí engrandece a todos los pintores y artesanos de Xalitla”, dice Celis.

Los artistas, asesorados por historiadores del estado, narran la fundación de Tenochtitlán, el arribo de Colón, la evangelización de los indígenas por los españoles, la Colonia, la Independencia, la creación de los Sentimientos de la Nación, el Primer Congreso de Anáhuac, el Abrazo de Acatempan y la conformación de Guerrero y la cultura general de las siete regiones del estado.

“No todos sabíamos con precisión la historia del país, por eso nos asesoraron, pero el trabajo artístico es nuestro 100%. Cuando presentamos los bocetos a las autoridades, teníamos a Morelos con un rostro que intentaba parecerse al que todos conocemos, pero nos dijeron que podíamos hacerlo según nuestra propia visión. Esta libertad nos facilitó mucho las cosas, pudimos trabajar a nuestro modo”, dice Juan José Damaso, artesano y secretario de la asociación civil Pintores de Amate del Alto Basas.

Los artesanos de Olinalá

También se invitó a artistas de Olinalá para pintar en dos gigantescos pilares de más de 50 metros de altura en la recepción del recinto, así como la entrada principal con tablas decoradas con los tradicionales brocados de flores de la región.

“En Olinalá tenemos una iglesia que decoramos con laca, alguien fue a vernos y les gustó tanto que nos invitaron a hacer lo mismo para la entrada del auditorio. La obra tiene un laminado en hoja de oro, técnica difícil que lleva mucho tiempo”, explica Ramón Franco Pérez.

El artesano ha desarrollado este tipo de obras desde hace más de 30 años, oficio que aprendió de sus padres y abuelos, y será heredado a sus hijos. “Nosotros quisiéramos que los artesanos sepan que sí podemos vivir de esto, que sí hay trabajo y no es necesario que se vayan a Estados Unidos”, dice.

La historia de siempre

Franco Pérez espera que obras como esta contribuyan a la valoración de la artesanía mexicana, pues, dice, los compradores nacionales suelen ofrecer poco dinero. “Necesitamos que la gente le dé el justo valor a las obras, siempre pasa que los extranjeros están más dispuestos a pagar lo que es, pero nuestros mayores compradores son nacionales. Ojalá que esto cambie poco a poco”, sostiene.

Celis coincide: “Nosotros (los artesanos) tenemos que creer que somos artistas, que nuestro trabajo es de calidad y merecemos buena paga. No podemos ni debemos seguir abaratando nuestra obra. No siempre lo conseguimos porque han sido años de olvido y marginación”.