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Un telescopio colosal indagará los secretos del Universo desde Chile

Fuencis Rausell| El Universal
Martes 16 de agosto de 2011
Un telescopio colosal indagar los secretos del Universo desde Chile

ANTENAS. Las 15 parabólicas instaladas, junto con el resto, serán capaces de obtener detalles con al menos 10 veces más resolución que el telescopio Hubble. (Foto: FUENCIS RAUSELL EFE )

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Con 66 antenas, el proyecto llamado ALMA pretende descubrir incluso el origen de la formación de los planteas

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SANTIAGO, CHILE.— En un inhóspito rincón del planeta, en un llano del desierto chileno de Atacama, una veintena de países se unen para otear el espacio con 66 antenas con las que esperan divisar el corazón del universo, desde su origen hasta la formación de los planetas.

Este ambicioso proyecto, que tiene un presupuesto inicial de mil 300 millones de dólares y será bautizado como ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, por sus siglas en inglés), permitirá que todas esas antenas funcionen juntas como un radiotelescopio único y colosal.

Mientras los telescopios ópticos tradicionales se sirven de la luz visible y la observación óptica del cielo, la radioastronomía capta una parte de las ondas lumínicas que escapan al ojo humano y las procesa para crear imágenes digitales que pueden arrojar luz sobre los enigmas del universo.

A 5 mil metros de altitud

Esas antenas se desplegarán en el llano de Chajnantor, una planicie situada a 5 mil metros de altitud y a 55 kilómetros de la turística localidad de San Pedro de Atacama, a mil 660 kilómetros al norte de Santiago.

En esa llanura confluye una serie de características propicias para instalar un proyecto de esa envergadura.

Al ser ésta una zona de extrema sequedad, ALMA esquivará uno de sus principales obstáculos, el vapor de agua presente en la atmósfera, que absorbe la luz de las ondas milimétricas y submilimétricas y distorsiona las señales que llegan del espacio.

Además, la extensión de la planicie posibilitará que las antenas se puedan desplegar a distancias entre sí, desde 100 metros hasta 16 kilómetros.

Y, al estar ubicada cerca del ecuador, ALMA puede también observar gran parte del universo. Allí ya se han instalado 15 platos y a finales de septiembre, con 16 antenas operativas, ALMA comenzará su operación científica con la denominada ciencia temprana, dice el astrónomo italiano Gianni Marconi.

Poco a poco se irá sumando el resto de las parabólicas hasta llegar a las 66 finales (54 de 12 metros de diámetro y 12 de siete metros).

En este gran proyecto se han aliado los 15 países -14 europeos y Brasil- que están bajo el paraguas del Observatorio Europeo Austral (ESO en inglés), con Canadá, EU, Japón y Taiwán, con la colaboración de Chile.

Las antenas, construidas en varias partes del mundo, llegan por barco al puerto chileno de Antofagasta y son trasladadas en camión hasta el llamado Operations Support Facility de ALMA, donde reside el centenar de astrónomos, ingenieros e informáticos que podrán en pie el proyecto.

En sus respectivos talleres, los técnicos y científicos de cada país montan las tres partes de las antenas (base, cabina y parábola) y hacen las pruebas pertinentes.

Una vez ajustado el funcionamiento y aceptadas las antenas, dos enormes camiones las llevan a su emplazamiento final, a 5 mil metros de altura, donde serán separadas o aproximadas para formar configuraciones que permitan varias observaciones.

Proyecto innovador

“Es el proyecto astronómico más grande del mundo”, dice Marconi. Y es que sólo una de las antenas de 12 metros de diámetro es más grande que el más grande de los telescopios de luz visible instalado en la Tierra.

Lo que convierte a ALMA en un proyecto distinto es la combinación de la radioastronomía -que permite ver más allá de lo que el polvo cósmico deja observar- y la interferometría.

“ALMA puede investigar en una longitud de onda, en un rango de frecuencia, en la que el polvo no afecta. O sea, que nosotros podemos investigar los lugares que normalmente son invisibles a otro tipo de observaciones”, explica Marconi.

Para entender mejor esa diferencia, el científico chileno Antonio Hales recuerda que la astronomía busca “captar la luz que llega desde el espacio para comprender de qué están hechas las estrellas y todos los fenómenos que emiten luz en el universo”.

“Y la luz es una onda que puede tener gran cantidad de frecuencias, que van desde las ondas de radio, las milimétricas, los infrarrojos, el espectro óptico, hasta el ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma”, apunta.

Y cada onda emite en un rango muy definido de frecuencia y corresponde a un fenómeno físico del universo.

Así, mientras los telescopios ópticos captan las ondas de luz en el rango visible, ALMA será sensible a las ondas milimétricas y submilimétricas, es decir, longitudes de onda entre la luz infrarroja y las ondas de radio en el espectro electromagnético.

La luz en estas longitudes de onda proviene de los objetos más fríos y distantes del universo, como las nubes de gas y polvo donde nacen las galaxias remotas, que emiten mucha menos luz que objetos calientes, como las estrellas cercanas.

Al captar esas ondas, ALMA podrá descubrir los misterios sobre la formación de las estrellas, y que a veces los telescopios normales no pueden ver debido a las polvorientas concentraciones de gas de las que nacen.

Pero además, las antenas podrán funcionar juntas como un gran interferómetro, lo que supone aumentar la superficie colectora, necesaria para captar con nitidez longitudes de onda larga como las milimétricas y submilimétricas, que producen imágenes más borrosas.

Así, combinando las señales de las antenas distribuidas por unos 16 mil metros de distancia, se puede lograr la resolución de un solo telescopio de 16 kilómetros de diámetro.

ALMA será incluso capaz de obtener detalles con al menos 10 veces mayor resolución que el telescopio espacial Hubble. “Permitirá ver muy lejos, porque la superficie colectora de las antenas es muy grande”.

Tras la teoría del Bing Bang

Con esa resolución y esa capacidad de recolección, el poder de ALMA parece casi ilimitado, hasta llegar a captar incluso las huellas del origen del universo, al que los astrónomos atribuyen unos 13 mil 800 millones de años de historia.

“La teoría del Bing Bang está relativamente bien establecida. Pero ese proceso de formación de las primeras galaxias, como es muy lejano, no ha sido bien estudiado con los telescopios existentes”, indica Hales.

Con ALMA, también se espera confirmar o rechazar la teoría de la formación de los planetas, que establece que las estrellas se forman a partir de nubes de polvo y a su alrededor se crean discos donde nacen los planetas. (EFE-Reportajes)



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