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Ariel, un faro en el pensamiento de Latinoamérica

Yanet Aguilar Sosa| El Universal
Domingo 12 de junio de 2011
Ariel, un faro en el pensamiento de Latinoamrica

LA TEMPESTAD. Pintura de William Hogarth inspirada en la obra de Shakespeare en la que aparecen, de izquierda a derecha, Ariel, Próspero, Miranda y Calibán. (Foto: ESPECIAL )

La obra maestra del uruguayo Rodó ha tenido una influencia monumental en el ensayismo hispanoamericano del siglo XX

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Cuando en 1900 el intelectual uruguayo José Enrique Rodó (1871-1917) escribió y publicó su libro Ariel, no sabía que ese ensayo sería fundamental para muchos jóvenes, que se reeditaría en varios países, que permitiría entender las primeras décadas del siglo XX en América Latina y, menos aún, que se convertiría en un evangelio cívico para varios intelectuales.

El pensamiento de ese hombre que murió a los 45 años, fue determinante en jóvenes latinoamericanos, como los dominicanos Pedro y Max Henríquez Ureña, el peruano Francisco García Calderón, la chilena Gabriela Mistral, y los mexicanos José Vasconcelos y Alfonso Reyes, quienes encontraron en Ariel un llamado a encontrar su identidad y a defender su cultura, y en Rodó hallaron a un “maestro de juventud”.

A 111 años de distancia de la publicación del Ariel, esa obra que para Adolfo Castañón planteaba a los jóvenes la pregunta fundamental de “¿sobrevivirá América Latina en los siglos por venir?”, es analizada por los uruguayos Daniel Mazzone y Gonzalo Varela Petito y por los mexicanos Javier Garciadiego y el propio Castañón.

José Enrique Camilo Rodó Piñeyro, fallecido en Palermo, Italia, el 1 de mayo de 1917, fue un intelectual reconocido, periodista y ensayista que desempeñó varios cargos como diputado y miembro del Partido Colorado. Su obra inscrita dentro del modernismo fue muy leída porque ofrecía una alternativa espiritual y una filosofía idealista.

Aunque publicó otras obras de relevancia donde se puede apreciar su amplio conocimiento de la tradición greco-latina, entre ellas Motivos de Proteo y El mirador de Próspero que también aluden a la filosofía, a las imágenes shakesperianas y al espíritu joven, su ensayo Ariel es la obra más reconocida.

Pensamiento sin fronteras

Todos coinciden en que, sin quererlo, el pensamiento de Rodó tuvo una recepción enorme en las primeras décadas del siglo XX, y que fue uno de los pensadores más importantes de América Latina “no solamente de principios del siglo XX, yo creo que su impacto se prolongó por buena parte del siglo XX”,señala Javier Garciadiego, presidente de El Colegio de México.

El historiador asegura que en México el pensamiento de Rodó tuvo un impacto considerable en el Ateneo de la Juventud y en otros grupos , como la Generación de 1915, pero reconoce que a la distancia, no se debe perder de vista el contexto de la influencia del pensamiento de este uruguayo.

“Hay que ubicarlo en la guerra hispano-norteamericano-cubana, esto es, Estados Unidos crece, ya no es el país restringido del siglo XIX, y empieza a penetrar en el Caribe, desplaza a España y comienza a ser visto como amenaza económica, social, política y cultural del mundo hispanoamericano, entonces el pensamiento de Rodó, el arielismo, es visto como cortapisa, un instrumento para defender la cultura latinoamericana en contra de la civilización norteamericana”, señala Garciadiego.

De ahí que el uruguayo Daniel Mazzone asegure que el Ariel trascendió el siglo XX porque sintetiza las pautas para un programa de la juventud latinoamericana, cuyos ejes se ubican en la democracia y el desarrollo de un estilo propio para que la región dejara de tomar ideas, productos y tecnologías ajenas y se proyectara con vuelo autónomo.

Y es que ese libro que fue para muchos un evangelio cívico, se difundió pronto por todo el continente gracias a que contenía diversas ideas filosóficas, como señala el catedrático de la UAM Xochimilco, Gonzalo Varela Petito.

Él asegura que el libro tuvo una gran recepción porque Rodó sintetizaba una serie de ideas filosóficas que no necesariamente las había creado él, pero que sí las sintetizó muy bien en forma ensayística y que eran de gran contenido idealista, lo que coincidía mucho con lo que por su propia formación tenía el Ateneo de la Juventud.

“Por un lado sintetizaba una filosofía idealista o neoidealista muy extendida en América Latina y, por otro, Rodó incluyó un cuestionamiento de la hegemonía cultural de Estados Unidos y como en esa época se estaba generando en América Latina una resistencia ideológica muy fuerte a la influencia estadounidense, pegó mucho esa combinación de una filosofía general con una especie de casi un panfleto antiestadounidense, fue una síntesis ensayística muy eficaz”, comenta Varela Petito.

Adolfo Castañón, asegura que Ariel tuvo gran fortuna en su recepción porque de alguna manera Rodó fue inmediatamente reconocido como un guía, “un autor del cual podía emanar una cierta orientación moral, filosófica y literaria. Esto explica por qué la cuarta o quinta edición del Ariel se va a hacer en México, auspiciada por el general Bernardo Reyes, y eso lleva a que haya una correspondencia entre los Reyes (Bernardo y Alfonso) y el propio Rodó”.

La recepción en México

Y es que en México hubo pronto dos ediciones del Ariel, una realizada por el gobernador Bernardo Reyes en Nuevo León y la otra en la Escuela Nacional Preparatoria en la ciudad de México. Gonzalo Varela dice que fueron dos ediciones piratas en el sentido de que “era una piratería no comercial, sino una piratería idealista debido al gran impacto que tuvo”.

Varela recuerda que Bernardo Reyes hizo editar una versión que no es nada casual pues era un general culto, esa edición se hizo a instancias de Henríquez Ureña y de Alfonso Reyes que pertenecían al Ateneo de la Juventud.

También en la Escuela Nacional Preparatoria se hizo una edición pirata para y gratuita. Dice Varela Petito que “el objetivo de las dos ediciones era loable: difundir una obra que se concebía como muy valiosa, especialmente para gente joven; fue tan importante que Rodó les agradeció por carta cuando se enteró que esas ediciones existían”.

Y es tal grado la influencia de Rodó en México que Adolfo Castañón asegura que Rodó “forma parte e instrumental de la nueva inteligencia mexicana que despunta en los albores de la Revolución y el nombre de Rodó se va convirtiendo en una especie de contraseña de la modernidad buena que es la que pugnaba por una simetría entre el desarrollo intelectual y el desarrollo moral”.

Al contenido del Ariel se sumó el que pronto se convirtiera en un texto muy leído en preparatorias y universidades, pues los profesores encontraron un aspecto idealista positivo para la educación. Eso ha hecho que hoy en librerías se le pueda conseguir fácilmente.

Un ensayo vigente

Garciadiego asegura que Ariel fue un libro mucho más leído a principios del siglo XX, cuando más que un libro era un evangelio para intelectuales y jóvenes. “Un evangelio cívico que hoy en día debe ser más leído en Uruguay, pero en el resto de América Latina, y en particular México, lo leen sólo los especialistas universitarios y académicos dedicados al pensamiento latinoamericano”.

Sin embargo, le reconoce vigencia: “El libro dice que el reto del ser humano es que la civilización se imponga a la barbarie; si hoy lo pensamos, en México tenemos que hacer algo para que la civilización se imponga a la barbarie, en ese sentido es un libro vigente”.

La vigencia la refrenda Daniel Mazzone, quien asegura que es un texto vigente porque la democracia y el desarrollo de un estilo propio en América Latina “son dos déficits” de la región.

Gonzalo Varela Petito discrepa, dice que no es un libro actual en el sentido literal, pero acepta que se las ha arreglado para seguir de alguna forma vigente. “Llama la atención cómo un escritor tímido, retraído, nada práctico, consigue hacer un libro que, después de 100 años, se sigue leyendo porque no es una novela entretenida ni mucho menos”.

 



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