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Un maestro en el arte de restaurar el patrimonio cultural

Abida Ventura| El Universal
Domingo 15 de mayo de 2011
Un maestro en el arte de restaurar el patrimonio cultural

PROFESIONAL. Se retiró de las aulas hace un año pero su trabajo como restaurador continúa. (Foto: ADRIÁN HERNANDEZ EL UNIVERSAL )

Sergio Montero Alarcón se dedicó más de 40 años a la formación de especialistas en restauración

abida.ventura@eluniversal.com.mx

Considerado uno de los pioneros en el arte de la restauración en México y fundador de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” (ENCRyM), Sergio Montero Alarcón dedicó más de cuatro décadas de su vida en la preparación de especialistas en la preservación del patrimonio cultural del país. Una tarea loable y satisfactoria.

“Aunque no tenía la formación didáctica todo se dio de forma natural, me gustó dar clases”, asegura en entrevista con EL UNIVERSAL.

Egresado de la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Sergio Montero sacrificó la pintura para dedicarse a la restauración y la enseñanza de esa profesión: “me interesó mucho la parte técnica de las artes plásticas. En la Esmeralda tenía una clase de técnica de pintura y eso me gustó mucho, la preparación de los materiales, su contenido y todo eso”, dice.

Por eso cuando consiguió una beca para estudiar pintura en la Escuela Superior de Artes Plásticas, en la entonces Checoslovaquia, pidió que fuera para restauración. En ese país se especializó en Restauración de Obras de Arte y Monumentos Históricos.

En 1962, de regreso en México, enfrentó su primer reto profesional: desprender y trasladar un mural de Fermín Revueltas, de 12 metros de base por 3.5 metros de alto, ubicado en el llamado Banco Azteca, en el centro de la ciudad de México.

“Cuando lo vi pensé: ¿por dónde empiezo? Era enorme, no tenía los materiales adecuados y yo sin experiencia, pero lo saqué”, relata mientras fuma un cigarrillo en el estudio de su casa.

“Si ahora me dieran a desmontar un mural de esas dimensiones lo sacó de una sola pieza”, añade emocionado.

Tras una breve estancia en el INBA, Montero decidió abrir su propio taller, que cerró en seguida debido a la falta de trabajo. “Se conocía muy poco de esta profesión en México y era mal pagada, ni siquiera podía pagar la renta”, dice.

Una vida atendiendo el patrimonio

Esa situación lo llevó a buscar a Manuel del Castillo Negrete, que ya en 1961 había fundado el Departamento de Catálogo y Restauración del INAH. “Fui a verlo para pedirle que me diera trabajo y ese mismo día me contrató como jefe de restauradores, porque tenía antecedentes de mi trabajo con el mural de Revueltas, y sabía que había estudiado en Checoslovaquia”, dice.

En ese momento comenzó su larga trayectoria como profesor. De entrada, capacitando en el arte de restaurar bienes culturales a los trabajadores del departamento, después a la primera generación de alumnos de la escuela, que inició funciones en 1966.

En ese tiempo la gente acudía a un pintor para restaurar, algo que no se debe hacer porque un artista lo que quiere es cambiar todo”, explica.

Desde entonces, por sus manos han pasado desde murales prehispánicos, coloniales y decimonónicos, así como aquellos firmados por grandes artistas del siglo XX como David Alfaro Siqueiros y Fermín Revueltas, hasta estelas mayas, templos mexicas, y marionetas de Rosete Aranda.

A sus 73 años, figuran entre sus trabajos la labor que realizó con la restauración de la estela de Bonampak: “eso fue un reto porque trabajamos en medio de la selva, incomunicados, y con problemas técnicos bastante serios”.

Pero esa es su vocación. “Es satisfacctorio hacer lo que me gusta y que me paguen por eso”, dice.

Aunque Sergio Montero se retiró de las aulas hace un año, su trabajo como restaurador continúa. “Me retire de la escuela pero no de la profesión, lo que haya que restaurar lo hago”, dice.

Prueba de ello son los últimos trabajos que ha realizado. Uno de éstos es la restauración de unos murales costumbristas, realizados en la finca La Moreña, localizada en La Barca, Jalisco. Además del trabajo de desprendimiento y restauración de un mural con detalles de charrería, obra de Ernesto Icaza y Sánchez, en una hacienda de Ciénega de Mata, en Jalisco.

Una de las ideas que tenía al jubilarme era que iba a pintar, dice, pero no puedo porque van saliendo cosas para reparar. “Arreglo algo y sale otra cosa, ahorita todavía tengo cosas que arreglar en el piso de abajo”, explica Montero sentado en su estudio, demostrando su talento nato como restaurador.



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