Humberto Ríos Rodríguez es originario de la ciudad de México, y de los cuatro ganadores del XXXI Encuentro Nacional de Arte Joven es el mayor: tiene 28 años, estudió Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y ahora cursa, también en la Universidad, la maestría en Artes Visuales.

Al certamen envió su serie de fotografías Vestigios, un conjunto con el cual el artista reflexiona acerca del lugar que en el mundo contemporáneo tienen los museos de arte clásico.

Especializado en fotografía, Ríos ha explorado en el fotoperiodismo y la foto documental hasta llegar a producir una fotografía donde la realidad está presente, pero también hay una manipulación sutil.

Como investigador y fotógrafo analiza los discursos de la imagen: “Las nuevas generaciones somos hijos de la imagen, todo el pensamiento se construye a partir de la imagen, pero a las nuevas generaciones nos cuesta más conceptualizar la imagen desde la teoría”.

Al investigar en torno de la imagen, se propone estudiar el pasado para construir el presente. Persigue estudiar no para monumentalizar la historia sino para traerla a lo que está pasando en la actualidad.

La serie de piezas que presentó al certamen incluye imágenes oscuras, casi imperceptibles de museos como el Nacional de Arte, en la ciudad de México, o el Bello y el Universitario, ambos de Puebla, con el fin de plantear que el arte del pasado no tiene que ver con las necesidades actuales.

“Hice las fotos oscuras jugando con la idea del vestigio, como retomando ruinas que vienen desde los siglos XVII y XVIII. El Museo antiguo te da la ensoñación del pasado, el indicio; sucede que el público va y ve obra, tras obra, tras obra y, al final ¿qué se lleva? Es una metáfora de cómo en el presente, casi como arqueólogo, tienes que ir reconstruyendo estos contenidos tan abstractos, que no tienen nada que ver con el tiempo actual. Me baso en el teórico de la fotografía, James Putnam, acerca de cómo los museos se adaptan al presente”.

Las obras de Ríos están hechas en piezografía sobre papel de algodón de alta calidad. El ambiente oscuro encaja con el silencio de la propuesta.

“La oscuridad y el blanco y negro son como una metáfora de la muerte del museo clásico; la clave de la obra es un silencio, silencio que permite contemplar, reflexionar y preguntar: ¿qué tanto estoy viendo cuando voy al museo? El museo antiguo se está muriendo, por eso es vital lo que propone Putman, que los artistas de hoy se acerquen al museo y traten de reinterpretar sus piezas”.