Científicos documentan daños de peces invasores
TILAPIA. Casi ha aniquilado a las especies nativas de Xochimilco, como el Ajolote. (Foto: EL UNIVERSAL )
cultura@eluniversal.com.mx
Parecen inofensivos y algunos de sus ejemplares son tan bellos que se pagan altos precios para tenerlos en acuarios, pero en menos de 30 años el arribo y multiplicación exagerada del Pez león (Pterois antennata), el Pez limpiador de peceras (Plecostomus) y la Tilapia del Nilo (Oreochromis niloticus) han devastado la economía de comunidades agrícolas y pesqueras en siete entidades de México.
Científicos de la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA-AN) y de la Comisión para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) calcularon, en el primer estudio a profundidad, que el popular limpiavidrios provoca pérdidas por 16 millones de dólares anuales entre 2 mil 500 familias de comunidades pesqueras de la presa El Infiernillo, entre Michoacán y Guerrero.
Ese es el ejemplo más estudiado, pero hay otros estudios en proceso sobre los efectos perniciosos de la multiplicación descontrolada del Plecostomus, originario de Brasil; la Tilapia, procedente de áfrica y el Pez león, que llegó del Océano Indico. Técnicamente son llamadas Especies invasoras porque han roto cadenas ecológicas y productivas en Michoacán, Guerrero, Tabasco, Chiapas, Veracruz, Quintana Roo y el Distrito Federal.
Estos invitados que se quedan con la casa han devastado a comunidades que pescaban en agua dulce truchas, mojarras mexicanas, pez blanco, charales, ajolotes y acociles, mientras que en el mar han impactado negativamente comiéndose las crías de langostas, moluscos y ahuyentando al turismo de buceo en los arrecifes del Golfo de México y el mar Caribe, como indica la analista de Conabio sobre Especies Invasoras, Ana Lilia González Martínez.
Un pez muy diablo
Totalmente plano en su parte baja, y con un esqueleto externo conformado por una decena de placas duras, el Pez limpiador de peceras o Plecostomus es originario del Río Amazonas, en Sudamérica, y hoy es considerado el pez invasor que más preocupa en México. A partir de 1980 ha desplazado a especies nativas de cuerpos de agua en Michoacán, Guerrero, Tabasco y Chiapas.
La Conabio y la CCA-AN decidieron evaluar la magnitud del daño estudiando un caso específico, por lo que dedicaron varios años a elaborar el informe “Invasión de plecos en la presa El Infiernillo, México: análisis de los efectos socioeconómicos” cuyos resultados entregaron a los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá, en 2010.
El estudio concluyó que el popular limpiador de peceras, a quien los habitantes de El Inifernillo llaman Pez Diablo, causa pérdidas por 16 millones de dólares anuales entre 2 mil 500 familias de comunidades ribereñas en esa presa. Le llaman Pez Diablo porque no sólo destruye al ecosistema, ni siquiera sirve para alimento humano o ganadero.
Ana Lilia González explicó a EL UNIVERSAL cómo un problema ecológico derivó en graves efectos sociales en Infiernillo, que era el cuerpo de agua dulce que capturaba más peces en toda América Latina en los años 80.
“Como esa es una zona muy seca y no hay buena actividad agrícola, toda la economía estaba enfocada a la pesca. Lo que ocurrió cuando los Plecos desplazaron a los peces de valor comercial fue que muchos hombres migraron a Estados Unidos, las mujeres comenzaron a hacer las labores de pesca y comenzó a desintegrarse el tejido social. Subió la delincuencia y hoy hay un problema grave de seguridad. Todo como consecuencia de una especie invasora. Lo mismo está comenzando a verse en Tabasco”, dice la doctora González.
Hermoso pero peligroso
Si los amantes de los acuarios pagan entre 100 y 300 pesos por adquirir un Pez limpiador de peceras, el precio del fascinante Pez León, ronda entre los 400 y los 9 mil pesos, de acuerdo al tamaño y al origen.
Exuberante y hermoso, este pez es también venenoso y voraz, está programado genéticamente para comer todo lo que pueda, pues donde originalmente habita puede escasear la comida por largas temporadas.
Actualmente se multiplica frente a las costas de Quintana Roo, Yucatán y el sur de Veracruz. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), afirma que el Pez León fue liberado al Golfo de México en 1992, después del paso de un huracán que destruyó un acuario de especies de Oceanía, en Tampa, Florida.
Eduardo Viadas, oficial de medios y promoción de la CCA-AN, en Montreal, explica que esa Comisión ha enfocado muchos esfuerzos en documentar la experiencia vivida con peces que originalmente parecían inofensivos y que ahora han provocado daños mayores en la región.
“Es curioso pensar que estos animales pudieron ser liberado en alguna cuenca mexicana o tirados por algún escusado y al encontrar pareja se empezaron a multiplicar por miles, hasta desplazar a otras especies que son de alto valor económico”, dice Viadas.
Chinampas que naufragan
Quienes introdujeron las Tilapias del Nilo a los canales de Xochimilco, en los años 70, no lo hicieron con mala voluntad. Deseaban ofrecer a las comunidades originarias una opción de ingreso, mediante la captura y venta de pescado fritos para el turismo. Hoy, los islotes de tierra fértil y limo, llamados chinampas, luchan contra este animal africano, excesivamente fértil.
Los estudios de la fallecida investigadora Virginia Graue, de la UAM-Xochimilco, y del doctor Luis Zambrano, de la UNAM, han documentado cómo las tilapias casi aniquilaron a las especies nativas de Xochimilco, como el Ajolote, y debido a su sobrepoblación crecen menos de 25 centímetros, perdiendo así su valor comercial.
Hoy, las tilapias de Xochimilco son una legión de millones de individuos que, similares a una horda de roedores, no temen al ser humano y saltan y se pelean para obtener cualquier alimento que se les arroja.
“Además, se comen las raíces de los árboles que sostienen junta la tierra de las chinampas, por eso hemos puesto vallas para contenerlas”, informa Dionisio Eslava, chinampero y uno de los principales defensores del Ajolote, especie que podría desaparecer incluso en pocos años por la invasión incontrolada de la tilapia.