El Metro: el gran museo underground del DF
THE PASSENGER. Inaugurado en octubre de 2010, en la estación Insurgentes, el fresco de Marco Zambudio responde a los de su maestro Rafael Cauduro, los cuales se ubican del otro lado del andén. (Foto: ALMA RODRIGUEZ AYALA EL UNIVERSAL )
Clínica de Periodismo
Cinco millones de citadinos transitan a diario por los pasillos subterráneos del Metro de la ciudad de México. Con el estrés que provoca abrirse paso entre la muchedumbre y las prisas por llegar puntual al destino, resulta complicado detenerse a contemplar que en las paredes o andenes hay figuras y objetos artísticos.
Pocos saben, por ejemplo, que los barriles de petróleo colocados en los andenes de la estación Instituto del petróleo, no están allí para que el usuario los use como asiento mientras espera el tren. Sino que son un conjunto de siete piezas que el escultor mexicano Ernesto Paulsen realizó especialmente para esa exhibir en esa estación donde se ubica la torre de Pemex.
Es también probable que sólo los habitantes o vecinos de la colonia Estrella, de la delegación Gustavo A. Madero, conozcan el fósil del mamut que se exhibe en la estación Talismán.
Entre las 175 estaciones que conforman la red del Sistema de Transporte Colectivo existen, según la encargada del área de Conservación y Restauración de la institución, Verónica Chacón Roa, un total de 388 piezas que son consideradas como “bienes culturales”.
Una pirámide en la estación Pino Suárez; los restos de un mamut en la estación Talismán; varios inmuebles que destacan por su calidad arquitectónica; 48 murales en diferentes estaciones y edificios del Metro; diversas esculturas y caballetes; una muestra fotográfica permanente en la estación Zócalo; más de 100 reproducciones de fibra de vidrio como las que están en las paradas de Bellas Artes y Panteones, son algunas piezas que hacen de ese espacio subterráneo el museo más grande, barato y diverso de América Latina.
Elementos visuales armónicos
Entre esta lista de bienes culturales destacan los frescos que impregnan color a los miles de metros cuadrados que constituyen las paredes y techos de esos túneles.
La estación Tacubaya sería un espacio oscuro y rústico sin los 600 metros cuadrados que integran el mural Del Códice al Mural, donde Guillermo Ceniceros plasma la peregrinación de los mexicas desde su salida de Aztlán hasta su llegada al valle de México para fundar Tenochtitlán. Obra de Ceniceros son también los mil metros cuadrados que dan color y vida a los dos andenes de la estación Copilco de la línea 3.
Escenarios subterráneos. Metro de Londres- Metro de París, del pintor Rafael Cauduro es otro de los magnos murales que se encuentran en el Metro.
En las paredes de la estación Insurgentes, Cauduro representa, con un estilo “hiperrealista”, aspectos típicos, tanto materiales como culturales, de los Metros de Londres y de París, los más antiguos del mundo.
Con la idea de concebir elementos visuales armónicos para facilitar la tediosa estancia del usuario en los andenes del Metro, la Gerencia de Medios es condescendiente con las propuestas de artistas jóvenes que buscan un espacio de expresión. El último fresco inaugurado fue el de Marco Zambudio, en octubre de 2010, en la estación Insurgentes. En The Passenger Zambudio dibuja personajes y objetos típicos que caracterizan al Metro de la ciudad de México, un mural que dialoga con los de su maestro Rafael Cauduro, los cuales se ubican del otro lado del andén.
De igual manera, en los corredores de la estación Bellas Artes que conectan las líneas 2 y 8 se encuentran dos murales que dialogan entre sí. Se trata de los frescos Visión de un artista mexicano sobre Francia, de Rodolfo Morales y Visión de un artista francés sobre México, de Jean Paul Chambas.
El templete de una de las entradas a esta estación céntrica -la que se ubica a un costado del Palacio de Bellas Artes- es también producto de un intercambio artístico entre Francia y México. El 14 de noviembre de 1998 la ciudad de México recibió del sistema del Metro de París esta puerta con el fin de celebrar los 30 años de cooperación entre ambas compañías de tren subterráneo. A cambio, la estación parisina Palais Royal-Musée du Louvre alberga un fresco que reflejan la cosmología wixárika, El pensamiento y el alma huicholes, del artista mexicano Santos de la Torre.
Elementos, de Alberto Castro Leñero, en la estación Tasqueña, es otro de los murales que destaca por su técnica artística; 25 mil piezas de recortes de azulejo tipo talavera y cerámica conforman cuatro murales hexagonales.
Ya sea por su tamaño, por la técnica o temática, todos los murales adquieren una importancia particular que los convierte en objetos artísticos.
De la conservación a la preservación
Al no tener conocimiento de la importancia de estas obras artísticas, constantemente los usuarios del Metro maltratan los frescos. Pero desde hace ocho años, por iniciativa de Verónica Chacón Roa y de la Gerencia de Atención al Usuario, el Sistema de Transporte Colectivo cuenta con un área de Conservación y Restauración.
Creada con el fin de mantener en perfecto estado los bienes culturales existentes en la red del Metro, actualmente 70% de los murales se encuentran en estado de conservación y constantemente se realizan acciones de preservación, según Verónica Chacón Roa.
Uno de los proyectos que esta área efectúa actualmente es la reubicación de los tres murales de Ariosto Otero que fueron recuperados de la plaza comercial Merced, tras estar varios años expuestos a diversas contingencias.
Dos de ellos ya han sido reubicados, pero el más grande (de 10 metros x ocho metros) aún se encuentra en bodega y se busca un lugar a donde pueda trasladarse. “No hay dimensiones tan grandes en el metro para este mural, pero por ahora la propuesta es que se vaya a Xola”, menciona la restauradora.
Antes de la creación de este proyecto, explica Chacón Roa, no existía una base de datos que diera cuenta de la cantidad e importancia de estos bienes culturales. Asegura que hasta hoy sigue siendo un área “fantasma” porque no existe un presupuesto específico para solventar los gastos que se generan.
“No hay un presupuesto, una partida económica de gobierno que venga directamente al Metro para tener todo en perfecto estado. Lo que hemos estado gestionando desde la Gerencia de Atención al Usuario es atacar los problemas más intensos”, menciona.
Además de la creación del catálogo de bienes, esta área también tiene como función recibir las propuestas de los artistas y evaluar los espacios.
Pero lo que se busca es, según Chacón Roa, hacer que estos bienes pasen a formar parte del patrimonio nacional: “nuestro catálogo no ha trascendido más allá de ser un catálogo valuado, reconocido por el Gobierno del DF, pero lo que se requiere en un momento dado es que todos estos murales pasen a un catálogo nacional con el fin de que estén muchos más protegidos”.
“Cuando se reconocen como bienes culturales y con un poco de difusión, el usuario comienza a saber más de ellos y a participar de esa conservación. Si no los adoptamos como nuestros no se pueden conservar”, explica Chacón Roa, quien invita a los usuarios a convertirse en espectadores de estas obras de arte que matizan el microuniverso subterráneo de esta gran ciudad.
Arquitectura, escultura y pintura son sólo algunas disciplinas que este museo “underground” exhibe permanentemente y que está abierto todos los días de la semana. Para quienes en estas vacaciones no saldrán de la ciudad o para quienes vienen de visita es una buena oportunidad para que se den cuenta que tienen bajo sus pies un gran museo, cuya entrada cuesta sólo tres pesos.