La comisión del Bicentenario ignora al Ateneo de la Juventud

LABOR. El Ateneo impulsó la profesionalización del estudio humanístico, la crítica literaria, la filosofía y la historia. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
cultura@eluniversal.com.mx
El centenario de la fundación del Ateneo de la Juventud que debió recordarse el pasado miércoles, fue ignorado por las comisiones encargadas de las conmemoraciones del bicentenario. No fue una omisión menor. La sesión fundacional del Ateneo celebrada el 28 de octubre de 1909 en el Salón de Actos de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, en la esquina de San Ildefonso y el Relox, marcó un antes y un después en la historia cultural de México.
Aquella fue una iniciativa de jóvenes intelectuales que no rebasaban los 25 años. Con el paso del tiempo, ellos cambiarían el rumbo del país. Entre los ateneístas figuraban, entre otros, Antonio Caso, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y José Vasconcelos.
“¡No organizaron ni una cena-baile!”, dice con sentido del humor Susana Quintanilla, quien ha dedicado 25 años a investigar El Ateneo, pero después cambia radicalmente de tono y reflexiona: “Es una ingratitud imperdonable de varias instituciones que le deben su existencia a algunos ateneístas. No entiendo cómo al secretario de Educación, sentado en el escritorio que fue de José Vasconcelos y rodeado de murales que éste mandó a hacer, pudo olvidarse de la conmemoración. Es muestra de una gran ingratitud pero no sólo de la SEP sino de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, del Colegio de México y de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito. Todas esas instituciones no nacieron por generación espontánea, fueron creadas por ateneístas. Este año se ha hablado más de los 50 años de la muerte de Reyes que del nacimiento del Ateneo. Nos da más por la necrofilia que por los cumpleaños”, explica la maestra Quintanilla, quien para la ocasión no se quedó con las manos cruzadas.
Hace unos meses la investigadora publicó Nosotros. La juventud del Ateneo de México (Tusquets), una biografía grupal de los ateneístas que abarca desde que coincidieron como colaboradores de la revista Savia Moderna (1906), hasta cuando Vasconcelos fue designado como último presidente de la asociación en 1911. El libro de Quintanilla es, hasta este momento, el único tributo de importancia en el centenario del Ateneo. Pero es un esfuerzo personal, no institucional.
Otros libros que se preparan para recordar a los ateneístas serán publicados en los próximos meses por la Dirección General de Publicaciones de Conaculta en una colección titulada Suma Mexicana, así como las reediciones de las Antologías del Centenario preparadas hace cien años por Pedro Henríquez Ureña para las conmemoraciones por el centenario de la Independencia, adelanta el editor y escritor Álvaro Enrigue. Con ello, Conaculta no se irá en blanco en el centenario del Ateneo; sin embargo, la presidencia del Consejo, presidido por Consuelo Sáizar, no respondió a KIOSKO por qué no se programó nada para recordar a los ateneístas esta semana.
Cri-cri, mejor que Molina Enríquez
Como informó EL UNIVERSAL hace algunas semanas (6/X/2009), en la agenda de la Comisión Organizadora de los Festejos del Bicentenario figuran proyectos tan pintorescos como un concurso para elegir a una Reina de las Fiestas en Chihuahua hasta la construcción de “ciudades-bicentenario” en el Estado de México; sin embargo, las actividades en torno a conmemoraciones que recuerden efemérides culturales como la fundación del Ateneo de la Juventud están pasando de largo.
El centenario del Ateneo no ha sido la única omisión importante. En abril también fue soslayado el centenario de la primera edición de Los grandes problemas nacionales, de Andrés Molina Enríquez, publicado en 1909.
Sin ese libro, es incomprensible el desarrollo del agrarismo y la historia del nacionalismo mexicano posrevolucionario, entre otras aportaciones de Molina Enríquez, un mexiquense ilustre. Sin embargo, a pesar de su relevancia, la comisión del Estado de México no preparó nada para recordar específicamente la obra cumbre de Molina Enríquez en el marco de la conmemoración del centenario de la Revolución. En cambio, en los proyectos de esa comisión destacan otras reediciones, por ejemplo, una colección conmemorativa de música de Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri…
“Valía mucho la pena haber conmemorado de alguna manera la publicación de Los grandes problemas nacionales, considerando que es un libro fundamental para comprender la Revolución”, dice el historiador Álvaro Matute, quien expresa además su decepción porque tampoco hubo un esfuerzo institucional para recordar la fundación del Ateneo.
Tanto en el legado intelectual de Molina Enríquez como en los ateneístas, Matute dedicó años de trabajo en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, por ello conoce la importancia de ambos temas y se sorprende por lo que considera un olvido lamentable.
“Realmente no sé qué pasó. A finales del 2007 participé en una mesa sobre El Ateneo organizada por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM). Ahí se anunció que sería recordado el centenario, pero luego no hubo nada. Quienes deben estar al pendiente de las efemérides olvidaron una fecha trascendental, para la historia de las ideas en México. Es una pena”, lamenta Matute, autor de El Ateneo de México, publicado por el Fondo de Cultura Económica.
Los comisionados se esconden
Además de las instituciones señaladas antes por Susana Quintanilla, creadas por ateneístas y por ello debieron haber recordado mejor a sus fundadores, otros responsables de la conmemoración olvidada son las comisiones para la fiestas del bicentenario.
La que fue creada por la presidencia de la República está bajo responsabilidad del INEHRM, en donde José Manuel Villalpando es el director. ¿Por qué la comisión no consideró pertinente conmemorar el centenario de Ateneo? El director del INEHRM no tomó las llamadas para responder esta inquietud común entre los humanistas consultados.
A través de la página web del INEHRM, Villalpando al parecer trató de remediar el olvido. A partir de que este periódico comenzó a buscarlo, fue subido un “expediente digital” con imágenes y documentos de los ateneístas preparado por el historiador Carlos Betancourt Cid. El cambio apresurado puede verificarse si se consulta la página institucional en la opción “en caché” de Google. Ahí puede verse que hasta vísperas del centenario del Ateneo lo que había era un “expediente digital del nacimiento del ejército insurgente”.
También puede consultarse el sitio oficial de la comisión (www.bicentenario.gob.mx) en donde un calendario que marca las efemérides no consigna ningún hecho relevante el 28 de octubre, fecha en que el Ateneo cumplió un siglo.
También la comisión del bicentenario local, de la Ciudad de México, comparte el olvido. La asociación fue creada y llevó a cabo sus actividades en esta capital, pero esto no fue motivo para que recordara. ¿Por qué? Enrique Márquez, responsable de la comisión del DF, no respondió a los mensajes enviados por correo electrónico y por teléfono.
“Ya no estaremos aquí para celebrar otro centenario por eso es una lástima que las autoridades de la ciudad no aprovechen para reivindicar que ésta también ha sido la capital de la República de las Letras. Las huellas de los ateneístas, de la generación del centenario, están por todos lados y no hay ninguna placa que lo recuerde. Por ejemplo, el lugar donde funcionaba el despacho de Savia Moderna, un antecedente del Ateneo, aún existe en el piso quinto del edificio La Palestina, en avenida 5 de mayo. Aunque sea podrían colocar una placa o haber hecho algo muy creativo desde esa ventana donde se asomaba Alfonso Reyes, y decía que la ciudad sería inundada por las letras”, dice Susana Quintanilla.
Para el ensayista Fernando Curiel, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, otro de los grandes especialistas en el Ateneo, el centenario pudo haberse conmemorado con la representación de una sesión del grupo.
“Los estatutos dicen que la asociación no podía disolverse si no era por acuerdo de la mayoría de todos sus miembros y éstos nunca votaron por esto, así que El Ateneo podría tener una sesión cien años después, siempre he dicho esto en broma pero… ¿no sería maravilloso?”, imagina Fernando Curiel. Es sólo una ocurrencia entusiasta pero otros ni siquiera han sido capaces de eso.





