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Murió la escritora Julieta Campos

Yanet Aguilar Sosa| El Universal
Jueves 06 de septiembre de 2007
Julieta Campos, narradora cubana nacionalizada mexicana, falleció la madrugada de ayer, víctima de un cáncer pulmonar que padecía desde hace un año y medio

Julieta Campos, narradora cubana nacionalizada mexicana, falleció la madrugada de ayer, víctima de un cáncer pulmonar que padecía desde hace un año y medio.

Campos, de 75 años, nació en La Habana en 1932 y llegó a México a mediados del siglo pasado, después de su matrimonio en 1954 con el diplomático y ex director del Fondo de Cultura Económica, Enrique González Pedrero.

Además de su vocación literaria, Campos se desempeñó en la administración pública, como Secretaria de Turismo del Gobierno del Distrito Federal durante la administración de Andrés Manuel López Obrador.

Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de La Habana, realizó estudios en la Sorbona de París donde obtuvo el diplomado en Literatura Francesa y Contemporánea. La que fuera la primera presidenta del Club PEN, que agrupa a escritores mexicanos, fue reconocida con el premio Xavier Villaurrutia 1974, por su novela Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabina.

La escritora dejó un libro de viajes ya concluido que probablemente publicará el año entrante la editorial Alfaguara. Es una suma de recorridos por Europa, Estados Unidos y Sudamérica; también legó un rico archivo de correspondencia con escritores, que González Pedrero pondrá en orden para ver si es posible editar un volumen con sus cartas. “Tengo el archivo en mi estudio, debo revisar esa correspondencia con distintos escritores del mundo, de cuando fue presidenta del Pen Club y de cuando fue directora de la Revista de la Universidad”, dijo ayer González Pedrero y agregó que una de las cosas que Campos tenía planeadas era poner al día su libro de ¿Qué hacemos con los pobres?

De su matrimonio de 53 años con el político González Pedrero, tuvo a su hijo Emiliano, a quien Campos heredó la pasión por la literatura. Ayer, él la recordaba así: “Con mi madre tuve pláticas estimulantes, sobre todo en ciertas épocas, compartíamos lecturas de Lovecraft, pero también aprendí ciertos valores culturales y personales, más que sociales; nos unía más el aspecto personal, filosófico, literario”.

La narradora, que en 2004 publicó La forza del destino, una gran novela sobre Cuba, que aspiró a la memoria integradora de esa nación a través de 14 generaciones de una familia criolla, fue despedida en una funeraria al sur de la ciudad por varios amigos y compañeros, desde Andrés Manuel López Obrador hasta Alejandro Encinas, así como los escritores e intelectuales Carlos Monsiváis, Héctor Aguilar Camín, Ángeles Mastretta, Anamari Gomís, Silvia Molina, Manuel Camacho Solís, Teodoro González de León y Sealtiel Alatriste.

Éste último la recordó como una prolífica escritora, dueña de una obra breve pero muy cuidada, desde sus primeras novelas: Muerte por agua y Celia o los gatos, y que en sus últimas narraciones recuperó la literatura experimental a la que los escritores de su generación fueron tan afectos en los años 60 y 70.

La UNAM le rendirá un homenaje por su labor como maestra de literatura en Filosofía y Letras y en la Escuela de Estudios Superiores de Acatlán, así como por su labor editorial en la revista Universidad de México.

Los restos de Campos fueron cremados anoche y permanecerán en una urna en su casa, tal como quería; luego, Enrique González Pedrero les buscará un nicho para que descansen junto con los de él, cuando muera.



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