El caballito de Reforma está enfermo
La monumental escultura Cabeza de caballo que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad de México se está pudriendo. Su autor, el artista mexicano Sebastián, acepta que la obra está enferma, pero ante el escenario de que no hay dinero para su reparación, la pieza podría estar herida de muerte. Debido a que Cabeza de caballo, también conocida como El caballito, fue creada como una gran chimenea por la que respira una lumbrera del drenaje profundo, los gases que por ahí salen han provocado que la parte superior de la escultura de hierro se esté desmoronando. Estos gases se condensan y se convierten en ácido y es como estar echando ácido directo a una placa de metal. ¡Pues se corroe a velocidades increíbles! Es necesario un filtro, dice el autor. Pero Cabeza de caballo es sólo un ejemplo de lo que ocurre con las cientos o miles de esculturas que habitan en los espacios públicos de toda la ciudad de México: no tienen un programa de mantenimiento. Es más, el Gobierno del Distrito Federal ni siquiera tiene una relación de las obras de arte público que pueblan sus calles y avenidas. Según Elia Nora Morett, encargada de la Coordinación de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Secretaría de Cultura del DF, hasta el momento sólo se cuenta con un catálogo de esculturas y monumentos en el perímetro A y B del Centro Histórico, y el mantenimiento de las obras corresponde a cada delegación política, pero como cada una de ellas es autónoma, lo mismo pueden destinar o no recursos a las piezas. El arquitecto Carlos Flores Marini, quien durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas formó parte de la Comisión de Arte en Espacios Públicos de la ciudad de México, lamenta que Andrés Manuel López Obrador haya desaparecido esta comisión que se encargaba de evitar que la ciudad se llenara de adefesios escultóricos, y que los que ya existían tuvieran una presencia digna.





