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Bellas Artes es como un fantasma: Enrique Bátiz

Luz María Rivera| El Universal
Lunes 17 de julio de 2000
?Crear una Secretaría de Cultura es burocracia nefasta, asegura el director fundador de la Orquesta Sinfónica del Estado de México; hay que evitar la falsedad, la mentira y la hipocresía, dice

nrique Bátiz se considera profundamente religioso, "católico", un hombre, dice, "de amplio criterio", un "incorrecto" que no le "zacatea" a los pleitos ni a decirle a nadie sus "verdades" y, en aparente contrasentido, tiene como práctica personal el vivir "con buenos sentimientos" a pesar de su carácter explosivo y temperamental, "como buen músico que soy".

En entrevista con EL UNIVERSAL, el director fundador de la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM) afirma que en Bellas Artes existe, como organización, "una paranoia colectiva, una actitud que es contra la excelencia, no contra Bátiz. No es un problema mío, es un problema nacional".

Y esto último lo afirma ante el comentario de un boletín del INBA el 569 que habla del "regreso" de Enrique Bátiz "luego de más de nueve años de ausencia" a ese recinto, a lo que el director de orquestas dice con ironía: "pues sí y podrían haber sido noventa, y cien años de soledad y Macondo. Por eso siempre he dicho que no se le debe poner a un instituto la connotación "nacional", cuando su actividad es local y, francamente, todo lo que hacen a nivel nacional, es mínimo. Es como un fantasma, con esa serie de sindicatos que no permiten el libre acceso a la creatividad".

Bátiz se refiere a las invitaciones, no más de cinco, que en diferentes sexenios ha recibido para dirigir en Bellas Artes, todas han sido "acompañadas", a su vez, por amenazas directas de los líderes sindicales de turno, entre éstos Sergio Guzmán, y una oposición abierta de músicos que lo rechazan sin conocerlo.

Afirma que no ha trabajado en Bellas Artes aunque ayer inició con la OSEM una serie de presentaciones en el Palacio que se prolongarán hasta el 6 de agosto, pero tampoco les tiene por qué pedir permiso: "México afortunadamente es un país muy grande, con 32 estados de la república libres y soberanos como lo dice la Constitución de cada uno. Me parece nefasto el hecho de creer siquiera que la cultura se pueda centralizar. La cultura es individual y, a veces, las personas que están encargadas de la cultura son los más incultos".

¿Es éste el caso?

No podría señalarlo para nada. Pero creo que las personas que han estado en estos puestos sí han hecho su mejor esfuerzo, pero eso no significa que lo hayan hecho bien.

¿Está de acuerdo entonces en con que muchas de estas instituciones que se dicen "nacionales", reproducen en la práctica el centralismo que se vive en el país?

Yo le diría burocracia. Aumenta la burocracia, eso es bastante nefasto.

Algunos intelectuales se reunieron con Fox, le pidieron una Secretaría de Cultura ¿qué opina?

Yo con Fox no me he reunido. No creo que una Secretaría de Estado vaya a resolver un problema de la cultura de un país, por supuesto que no. Creo que el Ministerio de Cultura que se utiliza como medida en otros países de Europa está sumamente burocratizado: llegan a tener personas que viven bajo una serie de reglamentos y leyes internas, pero al final de cuentas nada estropean mas que ayudan. Sobre todo está uno creando burocracia: el poder del buró para comer mejor ¿quiénes? no los artistas, sino quienes están de funcionarios. Yo sí quiero establecer una gran distancia, entre el derecho que le asiste a todo artista a crear su arte, de aquéllos que sólo pretenden manipular a los creadores.

Enrique Bátiz es un torrente de palabras y juicios que puede provocar muchas reacciones, pero no indiferencia. Su charla, salpicada de adjetivos constantes y sonantes como "pendejo" y "cabrón" es, en contrapartida, un muestrario de su personalidad: un mosaico de luces, tonos y medios tonos, en los que no falta la espiritualidad ni la preocupación por los valores universales.

"Un pensamiento que ha llenado mi vida, es uno de Abraham Lincon: mi tiempo llegará y para eso estaré preparado", dice y añade que la filosofía del Quijote de Cervantes es otra de sus referencias: "alabanza propia envilece", cita, por lo que poco habla de sí mismo o trata, al menos, asegura. Para Bátiz no hay mejor esfuerzo que el individual que finalmente logrará sacar adelante a este país. "Esto es esencial porque México no necesita de provocadores ni de profetas falsos. Sí vamos a cambiar este país todos, pero por el buen camino, el de la preparación y la excelencia académica".

Admite que tiene "mala fama" y es habitual que se le adjudiquen los términos "grosero" y "prepotente", por la licencia que se da para "pendejear" a los músicos que están bajo su dirección. Muy serio argumenta que si un instrumentista toca mal, es problema del músico no de él como director. En este contexto, se manifiesta convencido de que un director de orquesta es, antes que nada, "un autócrata, no un demócrata", porque es él quien juzgará cómo debe tocar la orquesta, a qué ritmo, con qué intensidad y cómo finalmente interpretará a un compositor.

Asegura que sus comienzos como director, hace ya 30 años, fueron "difíciles, muy difíciles". Le criticaron que pasara de ser un solista de piano, a la dirección orquestal. Ahora lo criticarán de nuevo, dice, ya que el próximo año tocará nuevamente el piano en el Festival de Verano de Pukon en Chile. "Dirán ¡ah! perdimos a un buen director y ganamos un pianista malísimo", se ríe.

Enrique Bátiz considera que en este ambiente como en otros "hay mucha envidia, cuyo origen es la mediocridad. Por eso la única institución nacional y universal que todavía no lo acepta es Bellas Artes: ahí la discriminación es total, de una paranoia colectiva, pero mejor que las fieras se coman entre sí. Yo soy el ejemplo claro de que no acepto esas infidelidades contra el arte: decir que tocan bien cuando no lo hacen. No es mi problema, es uno nacional. Para mí, es un honor y una distinción no estar ahí".

Por eso insiste en que se debe exigir honestidad a todos, a los de arriba, pero también a los de abajo: "exigirnos honestidad y practicarla", asegura verdaderamente convencido de que sólo las "virtudes", como las llama, podrán hacernos mejores individuos y lograr un mejor país. "Aquí los partidos políticos salen sobrando", precisa y reitera, hay que evitar a toda costa la falsedad, la hipocresía, la mentira "y ahuyentarse de las cosas negativas, de las depresiones y todas las tonterías. Ser un hombre positivo, creer fielmente, con pasión, en lo que haces".

No permanecer callado ante la injusticia, la considera otra virtud. Y sobre todo "no ver clases sociales, ver seres humanos". Incluso, le ve virtudes al Partido Revolucionario Institucional "que ha sido el proveedor de la mayoría de los líderes de la oposición, ha sido un papá muy generoso, pues ha dado libertades hasta para ir a la democracia de Fox. La ha tenido que aceptar y reconocer y desgajarse. Ha sido muy emocionante este proceso. Yo no voy a atacar a ningún partido político, ni a defenderlo. Creo que para eso el voto de la mayoría bastó para definir nuestro país y definir nuestro representante.

Estoy hablando de un mensaje más bien humano, que probablemente termine siendo el mensaje político, y nace de una práctica personal: vivir de y con los buenos sentimientos. Aunque mi carácter, en lo personal, ha sido temperamental y explosivo, como buen músico, como artista. Me doy cuenta de que las personas que practicamos la música clásica llegamos a alcanzar calidad de alma, espiritualmente".

En este sentido reconoce que puede haber "una lucha contra uno mismo", en donde intervienen sentimientos contrarios a lograr un nivel de excelencia, en los planos profesionales y personales: "el ser humano no quiere estudiar, prefiere andar de fiesta". Es cuando se ofende a la familia, dice, a la mujer, a otro ser humano. Para Enrique Bátiz, el "mensaje abstracto" que ofrece la música clásica es lo que otorga la "espiritualidad" de que goza no sólo él, sino quien va a un concierto o escucha una buena grabación.

Renuente a hablar "de mí mismo", como dice, finalmente retrocede hasta sus días de infancia.

"La música clásica me marcó a los cuatro años", rememora. Cuando su madre se "distancia" de su padre al que menciona sólo con la referencia "matrimonio", la familia, compuesta por su madre, su hermano y su pequeña hermana, retornan al hogar materno, que para el niño Enrique será el sitio de encuentro con una abuela dedicada a la música.

"Mi abuela se llamaba Guadalupe Lombardo, era maestra de piano. Daba clases en su casa de Alvaro Obregón en la colonia Roma, en donde tenía 40 alumnas".

Ahí escuchó por primera vez lecciones que al poco tiempo aprendió. Era el año de 1946, "un día me senté al piano, y empecé a tocar, a reproducir todas las piezas que había oído, sin que me hayan enseñado a tocar. Lo primero que toqué, lo recuerdo, fue ?El danubio azul?, de Strauss, todos los ejercicios, los changuitos famosos. Toqué un minueto de Bach en Sol Mayor muy conocido. A los siete años decidieron que yo debía tomar clases seriamente".

Se ríe cuando recuerda que su abuela ponía al nieto, que hasta antes de esa experiencia, no era "el favorito", como un ejemplo de que sí se podía tocar el piano. Mantiene fresca la memoria de esas clases sabatinas de la abuela, con "niñas" de 12, 14, 15 y hasta 18 años, que ensayaban "una bola de tarantelas y piezas mal tocadas, mientras unas lloraban. En fin, desde ahí yo no quise ser otra cosa en mi vida que músico".

¿Y ahora cómo se siente como Director de Orquesta?

Ahora muy bien.

¿Y antes no?

Sufrí, sufrí mucho.

Usted es muy exigente, dicen, pendejea, quiere ejecuciones limpias.

Sí, probablemente.

¿Ha cambiado?

No, la exigencia sigue siendo igual, pero México ya también caminó, ya avanzó.

¿Cómo es el nivel de los músicos mexicanos en términos generales?

Ha aumentado mucho su calidad, mucho. Se han hecho nuevas orquestas: en Aguascalientes, Monterrey, Guanajuato, Querétaro, Pachuca, Acapulco y Guerrero. Prácticamente ya podemos hablar de una orquesta por estado.

Antes eran más comunes las orquestas con músicos extranjeros, mucho polaco por ejemplo. ¿Y ahora?

Las orquestas han tenido necesidad de importar por una sóla razón: las escuelas de música de todo el país nunca se habían preocupado por llegar a producir a un nivel de excelencia.

¿Esto ha cambiado?

No, lo que ha cambiado es el deseo individual de cada mexicano.

¿Esa importación ha cesado?

No, no puede cesar hasta que ese deseo individual se transforme en una realidad, ya sea estudiando en México o fuera de México. Que los mexicanos se preparen más. Es mucho el deseo de los mexicanos jóvenes de estar bien preparados, y ha cambiado. Antes se iban a tocar a un cabaret, a un restaurante y ganaban algo de dinero y ya no seguían estudiando, era para vivir, pues. Y ahora ya no: ahora hay un deseo realmente de terminar una carrera y ejercerla bien. A la fecha, Bátiz ha dirigido en todo el mundo aproximadamente 400 orquestas sinfónicas. No le gusta hablar de sus invitaciones al extranjero, porque sabe que mucho de lo que dice "cae mal", pero admite que "hay calendario". Reconoce que las orquestas mexicanas han mejorado mucho. De su cercanía con el poder no se explaya. Es cauto. Refiere que los políticos sienten atracción y avidez algunos, por acercarse y tener diálogo "con la inteligencia", pero no más.

Se le insiste. Sonríe y admite: "yo he estado cercano al poder de Beethoven, de Mozart, de Mahler". Tiene buen recuerdo de el panista "Maquío" Clouthier, a quien saludó un mes antes de su muerte y a quien tuvo oportunidad de preguntarle lo que todavía nos preguntamos muchos mexicanos "¿estamos ya en la democracia?".

Se muestra optimista con respecto a una educación mexicana que aplaude y reconoce, el deseo manifiesto de papás y mamás de este país "porque sus hijos, nuestros hijos, sean mejores que nosotros". Dice que le llena de "satisfacción" observar las afueras de las escuelas, donde los padres esperan a sus hijos y los alientan y estimulan a seguir adelante. Por eso cree que en México, ese desarrollo continuará independientemente de quién esté en la presidencia de turno. Agrega que la generación de nuevos mexicanos , "el reemplazo" como lo llama, ya viene "mucho mejor". Por eso cree que el país estará mejor, "con o sin partidos políticos".

Emocional como es, asegura que las personas "de poco criterio o criterio estrecho", no lo aceptan, para ellos explica, él no es una persona "correcta, soy una persona incorrecta". Su vocabulario no lo considera grosero "así hablamos" y al punto recuerda a su desaparecido amigo Renato Leduc "cuando lo conocí pregunté ¿él siempre es así? yo me quedé callado, impactado". Sonríe y recuerda a sus amigos por los cuales se considera un hombre "rico en pasiones y estudio", y los enumera: Margarita Michelena, Griselda Alvarez, Martha Chapa.

En 1979 vivió seis meses en Chiapas, época a la cual debe su amistad con el también desaparecido poeta Jaime Sabines. También se enorgullece de la amistad de Virgilio Caballero, quien le anuncia siempre que escribirá su biografía, de lo cual Bátiz se burla.

Lector que puede leer "24 horas seguidas hasta acabar el libro", Enrique Bátiz tiene rutinas precisas con su música: de una de la mañana a las cinco estudia partituras. Duerme otras dos o tres horas y regresa a Toluca donde ensaya durante todo el día en periodos de horas alternadas. Le gusta la literatura de Gabriel García Márquez, James Joyce, Ghoete. A William Shakespeare lo ha disfrutado en su idioma.

Espiritual como es, agradece que la vida le dio un santo personal: el recién canonizado beato mártir Luis Bátiz Sainz. "Mi tío abuelo fusilado, quien sin que yo se lo pidiera me ha salvado ya de tres líos grandes". No quiere contar de los líos. A lo más, afirma que su santo ha logrado "que el corazón de mis enemigos se ablande". No por nada a su camerino, allá en Toluca, los músicos le llaman "la capilla", y es que ahí luce, sin rubor, un altar con una estampa de su Santo, quien nació en 1870 y lo fusilaron en 1926. Esta espiritualidad, como le llama, no impide que Bátiz sea implacable en sus juicios, por ejemplo de Alejandro Aura, dice que dirige "mejor" su bar de Coyoacán que el instituto de cultura: "es el Porfirio Muñoz Ledo de la cultura aquí, un oportunista". A Paco Ignacio Taibo II, lo coloca como el "artífice" de una "encuesta" entre músicos para elegir al director de la Sinfónica de Bellas Artes, "utilizando no criterios de excelencia sino de simpatía, como si los directores nos tuviéramos que poner en traje de baño y pasear para ser elegidos". Por eso dice que es mejor vivir con valores, con honestidad y con verdad, su única divisa en la vida.



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