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El cabaret cabaret me da libertad: Regina Orozco

Juan Solís| El Universal
Martes 30 de mayo de 2006

Datos para los fans de la Megabizcocho, o para quien se apunte, el que llegue primero: "Mi página web es www.reginaorozco.com, mido 1.77, peso (túuuuuuu), mis medidas son (túuuuuuu), pero eso sí, tengo mucha, mucha, mucha nalga. Soy acuario con ascendente en virgo y luna en tauro. Mi signo chino es dragón, de madera."

La carcajada es inevitable. Y no es la primera. Regina Orozco produce risas en serie, maquila gestos inusitados y fabrica antídotos contra la solemnidad con el salvajismo capitalista de Bill Gates, pero con gracia.

Cantante de ópera y de cabaret, y actriz. Se hace llamar La Megabizcocho y el prefijo no es exagerado, como en el caso de la megabiblioteca. La madre natura fue generosa con ella. De pie y con su atuendo negro parece una de esas figuras monumentales que habitan en cuadros de Rodríguez Lozano.

Lo más voluptuoso en ella es la voz. Canta desde que era una niña, cuando quería ser como Angélica María o Rocío Dúrcal, y echaba gorgoritos en los festivales y ceremonias de los lunes.

-¿En tu familia había algún antecedente artístico?

-Mi papá, que era arquitecto, hacía teatro amateur. Llegó a hacer cosas con Eduardo Mata, director de orquesta; conoció a Salvador Novo. En los 50 trabajó en La Capilla. Con parientes y amigos escribía obras de teatro y música. Incluso llegaron a montar cosas de Ionesco. Éramos cinco hermanos y yo soy la más chica. Tengo una hermana escritora, Rebeca Orozco; Lorena es compositora y está en Canadá. Por cierto van a estrenar una ópera de ella en Xalapa y voy a cantar. Claudia y Pedro son arquitectos.

-Fuiste la consen...

-No, mi papá consiente a todo mundo. En cuanto a mi mamá, el mundo de la farándula no va con ella. Me llevo bien, pero no soy su conse. ¡Grrrr!

-¿Desde pequeña quisiste dedicarte al canto?

-Siempre. Nunca lo dudé. Mi hermana Lorena y mi prima Toña ponían obras de teatro y yo siempre participaba. Nos fuimos a vivir a Ciudad Satélite. Me volví sateluca. Mis papás nos llevaron al coro de una iglesia. Ahí hacían comedias musicales en las vacaciones de verano. Éramos 40 chavos y los Hermanos Zavala ponían la música en vivo. Fue cuando dije: de aquí soy.

-¿A qué llegaste primero: al cabaret o a la ópera?

-A la ópera. Con Jesusa canté un Leporello, que era un papel de barítono octaviado para mezzo. Ya después en Bellas Artes mi primer papel fue la Liú, en Turandot, pero seguí trabajando con Jesusa.

-¿Por qué no optaste por un solo género?

-Ingresé en la Escuela Juilliard de Música, en Nueva York. Gané el concurso de Palm Beach. Fui finalista en el Concurso del Metropolitan Opera House. Luego de cuatro años me invitaron a Bonn, Alemania, a un estudio de ópera. Vine a México para preparar el viaje. Estaba separándome de mi marido, el padre de Sol. De momento dije: me voy para allá con mi hija, sola, con una vida de ópera, ¿realmente quiero eso? No, yo no quiero que a mi hija la eduque una nana, quiero estar con ella. Decidí quedarme.

-¿Hay un papel operístico que te gustaría hacer en algún momento?

-"Tosca".

-Como que las heroínas de ópera no van con tu personalidad.

-¡Cómo no! ¿Y Carmen? Es para mezzo, pero la hacen sopranos gordas.

-¿No crees que son personajes demasiado trágicos?

-Por eso me gustan. Como yo no puedo ser tan sufrida en la vida, mejor lo hago ahí.

-¿Qué te da el cabaret y no la ópera?

-La libertad de decir lo que quiera. Se me da la farsa y el hacer reír...

-¿Siempre has sido así?

-Sí. Claro que me he deprimido y a veces estoy de malas. Hoy en la mañana tenía un humor... Yo creo que porque ya vienen los días de cada mujer (risas). Imagínate que una vez en una conferencia de prensa sobre el espectáculo Regina en Diva(n), se me ocurrió decir que yo era como un dildo. Y así lo publicaron.

-De hecho dijiste que eras como un dildo grandote y que no usabas pilas...

-(Más risas) Pues en mayo fui a dar unas funciones a Cuba. De repente abro el programa y veo la declaración. Dije: en la madre, lo pusieron ¿Y dije que no usaba pilas? Cómo se me ocurre...

-¿Te arrepientes de lo que dices?

-Ahí sí, porque estaba fuera de contexto. De repente sí me arrepiento cuando ofendo a gente, pero es parte de las enseñanzas de la vida. La he cagado.

-¿El cabaret no te ha cansado?

-No, pero siempre me hace cuestionar cosas. He intentado hacer cosas de política y no me sale nada. Ahorita hay mucho material, pero siempre planteo las cosas ingenuamente y no con una tendencia partidista. Bueno, ahora sí, soy pejerredista, pero no me queda de otra.

-¿Ni Patricia Mercado?

-Sí, pero hay que apoyarla seis años más para que agarre más fuerza.

-¿Eres feminista?

-Sí, pero no radical. No llego a odiar lo masculino. Me gusta el equilibrio y el balance, cocinarles, dejar que me cortejen...

-¿Eres romántica?

-Sí he sido, pero últimamente ando espantadita. Una florecita sí me conmueve, y más si le meto peyote...

(Pausa que Regina usa para saludar al Chiquihuite, como le dice a su representante, quien le asegura que lo del peyote saldrá en los anales. Pero sin albur, revira la Megabizcocho.)

-Tampoco estás del lado de Paquita la del Barrio y Lupita D´Alessio...

-Esas no son feministas, son amargadas. Bueno, las letras. Aunque luego es rico cantarlas.

-¿Qué le dejó ese cabaret de hace 15 años al que se hace ahora cuando, como dice López Obrador, insultar al presidente es un deporte nacional?

-Está bien que puedas decir cosas. Jesusa y otras personas comenzaron a hacer teatro político y de repente ya están en tele. Pero son chistes muy fáciles. No hay realmente una conciencia.

-¿Ves la televisión?

-Sí, veo Esposas desesperadas, o Bob Esponja...

-Bob Esponja tuvo más "rating" que el debate presidencial...

-¿Sí? Es muy divertido. Ayer vi un cachito de La fea más bella. Me caen bien las Angélicas.

-¿Qué haces cuando te das la oportunidad de ser frívola?

-Gozarla. Veo la tele. Por ejemplo, hice una película en Monterrey y me fui a McAllen, a comprar zapatos. Luego el contraste vino cuando me fui a Cuba. Prefiero besar cubanos a comprar zapatos. Compro la Vanidades, la Marie Claire. Me gusta ver E! Entertainment y hablar de banalidades. Soy una artista comprometida con las causas, pero también soy mexicana de clase media.

-¿Qué te deja abrir el periódico y enterarte de las mujeres violadas en Atenco, las asesinadas en Chimalhuacán, las muertas de Juárez?

-Lo dices y se me hace un nudo en la garganta. Siento impotencia. Si uno en el escenario puede, con un humor políticamente correcto, madrearse a los imbéciles de los victimarios, está bien. Es lo que uno puede hacer.

-¿Has pensado en algún momento en ocupar un puesto de elección popular?

-Nooo. ¡Imagínate! Sería imposible. No sabría cómo. No creo en los sistemas políticos que se han inventado.

-¿En algún momento fuiste una mujer que creía ciegamente en la revolución, en los ideales?

-Todavía lo hago en parte. Ahora que fui a Cuba creí en ciertas cosas. No tendrán un Superama, les darán ocho huevos al mes, pero sentí un pueblo sin prejuicios sobre su cuerpo, por ejemplo. Tienen una inmediatez de ver al otro sin pensar en un beneficio, además de una unidad brutal. Es muy bello y creo que sí tiene que ver con el hecho de no estar bajo el mandato de Bush.

-¿En México ves avances en lo que toca a la situación de la mujer?

-Hay mujeres que siguen degradadas. Yo trabajé con indígenas cuatro años. Lo que vi es que las chavitas de 14 o 15 años ya no se dejan, siempre y cuando no terminen en una maquiladora de Ciudad Juárez donde las ultrajan de una manera espantosa. No sé qué pase con los feminicidios. No sé si hay muchos hombres frustrados porque cada vez hay más igualdad. Lo que sí sé porque lo veo con mi hija, es que las nuevas generaciones son más fuertes.

-¿En algún momento te has sentido discriminada?

-Por la gordura sí, hace tiempo. La secundaria y la preparatoria son terribles. También lo he sentido en el extranjero por ser mexicana. Eso pasa en la aduana. Los pinches gringos te hacen sentir así con las visas.

-¿Cómo eres como madre?

-Soy buena. En una época, cuando me divorciaba, perdí mi centro. Actualmente me comunico muy bien con mi hija. No le miento nunca. Omito muy pocas cosas, pero muy personales. He trabajado en eso muchísimo: en terapias, haciendo tao o meditación, leyendo. Si soy mejor, le puedo ayudar.

-¿Por qué tu show se llama Regina en celoSA?

-Viví una etapa de celos brutal el año pasado. Era algo de sacar el password para entrar al messenger del chavo con el que andaba, de revisar los mensajes en el celular cuando se metía a bañar. Él me lo negaba. Yo daba unos gritos y eran cosas tan feas. Llegué a terapia y dije: ¿que hago? Pues un show.

Troné y estrené. No sé qué tanto voy a ser celosa en otra relación. Intenté regresar con esa persona, pero nada más por jariosa. Los celos son dolor al amor propio. Luego me enteré que mi pareja me ponía los cuernos con miles. El problema era la mentira. Los celos son un sufrimiento inevitable. La comunicación es lo más sano y tratar de tener una pareja honesta.

-¿Quieres agregar algo para los fans de la "Megabizcocho"?

-Claro. Hago tao, vivo al sur del DF, en... (voy a dar la dirección de Susana Zabaleta). Soy floja y estoy empezando a hacer pilates. Si alguien quiere darme un consejo sobre los pilates en mi página, sería un apoyo ¿verdad?



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