Oscar Cueto hace burla del mundo artístico
"No soy un monstruo", dice el artista emergente Oscar Cueto (ciudad de México, 1976) mientras recibe un fuerte golpe en la cabeza que le propina su chica para "provocarle" la inspiración. El arma es un bolso de mujer diseñado por el artista japonés Takashi Murakami. Repite la frase cuando 10 críticos llegan en conjunto a darle una golpiza que lo deja en el suelo sangrando; se le escucha decir lo mismo antes de caer muerto por consumir una sobredosis de arte contemporáneo y también cuando él mismo se dispara una bala que atraviesa su cerebro.
Son cuatro escenarios que reflejan los motivos que podrían acabar con la carrera de este incipiente creador: la destrucción de sus relaciones personales, una crítica desfavorable de los "influyentes" de la escena artística, una sobredosis y consecuente hartazgo de arte contemporáneo, y su autodestrucción. De esta manera, Cueto no sólo critica, sino que se burla del mundo del arte, desde el arte.
"Siempre me ha intrigado lo que representa el personaje del artista para el mundo del arte y lo que es el arte en el mundo contemporáneo. Los medios están provocando que éste sea un espectáculo más, un show. En Inglaterra hay revistas especializadas en dar cuenta hasta de los chismes del arte contemporáneo o sitios de internet en los que puedes buscar quién es el número uno, algo así como el top ten.
"El personaje principal de mi obra soy yo porque me intriga saber por qué estoy haciendo arte. El mote de artista me causa mucha curiosidad, miedo, y me intriga saber si es un iluminado. La verdad creo que no, y por eso me burlo, porque creo que es más chamba que otra cosa: levantarte temprano a trabajar, dormirte hasta tarde y esperar que en esas 10 o 12 horas de labor haya algo interesante", reflexiona Oscar Cueto.
Impregnadas del humor negro y el autodesprecio que lo caracterizan, el creador presenta ocho pinturas y cuatro videoanimaciones cuyo protagonista y víctima es él mismo. "Considero que actualmente hay una banalización de la actividad artística. Eso de que hacemos algo diferente es y no verdad, porque el mercado ya lo absorbió y es una profesión más que produce artículos de venta, pero también es verdad que es diferente porque es inútil y en esta sociedad lo inútil no funciona, es desechado, es un producto que no tiene ninguna función específica en un sentido práctico, sólo sirve para el goce espiritual, pero ¿a quién le interesa lo espiritual?".
Como artista, Oscar Cueto admite que en ocasiones él mismo está inmerso en el culto a la personalidad, buscando la fama, la aceptación de los críticos y estar presente en los medios de comunicación, pero esto sucede con casi todos porque al que más reconoce el público se suele cotizar mejor.
"Me siento en la cuerda floja, pero tengo la capacidad de reírme porque soy un artículo de consumo, precisamente me muestro suicidándome y digo ´vean que yo mismo soy parte del espectáculo, como un payasito, yo los divierto´. Por el momento considero que así es la situación del arte contemporáneo, pero tengo fe en que el trabajo hable y al final se queden los que son verdaderos artistas y no los que están en las vitrinas y en las pasarelas", finaliza.
No soy un monstruo , de Oscar Cueto, se inaugura el 25 de abril en la Galería Nina Menocal , ubicada en Zacatecas 93, colonia Roma.