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Robo a Antropología, herida que no cierra

José Juan de Ávila| El Universal
Miércoles 21 de diciembre de 2005
A 20 años del hurto más grande al patrimonio arqueológico, aún quedan muchas dudas por aclarar; en la fecha del aniversario el museo cerrará

El robo arqueológico más importante de la historia reciente de México se recuerda 20 años después de forma sui géneris: el Museo Nacional de Antropología cerrará del domingo 25 de diciembre al martes 27. Oficialmente, el cierre se atribuye a que habrá labores de mantenimiento en la subestación eléctrica, que tiene 41 años de servicio.

"Lo que la hace propensa a presentar fallas", explica el INAH en un boletín.

Aunque autoridades actuales y pasadas del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del museo aseguran que la seguridad se reforzó en las dos últimas décadas, la reja perimetral que en la Nochebuena de 1985 no pudo detener a los saqueadores se mantiene sin cambios, con sus poco más de 2 metros de altura. Tampoco se ha cumplido cabalmente la recomendación del constructor, Pedro Ramírez Vázquez, de asignar por lo menos 100 elementos de seguridad para custodiar l0s alrededores de 40 secciones del recinto cultural.

La madrugada del 25 de diciembre de 1985, tres meses después de los terremotos, Carlos Perches Treviño y su cómplice Ramón Sardina García brincaron la cerca del museo, cruzaron el jardín, entraron a la Sala Maya a través de los ductos de aire acondicionado, y en tres horas -entre la 1:00 y las 4:00 horas- se apoderaron de 140 piezas de las colecciones maya, mexica y de Oaxaca. Después retomaron la misma ruta y abordaron un Volkswagen sobre Paseo de la Reforma que los llevó hasta la casa paterna de Perches, en la colonia Jardines de San Mateo, en Lomas Verdes, donde en el clóset de una recámara permanecieron las piezas durante poco menos de cuatro años. Esto según la versión oficial de la PGR, que reportó que los nueve policías y un bombero que custodiaban el recinto festejaban la Navidad.

A ninguno se le fincó responsabilidad penal y sólo fueron despedidos.

Entre las piezas más importantes estaban la máscara zapoteca del dios murciélago, la vasija azteca de obsidiana con forma de mono, casi la totalidad de la ofrenda de la tumba del rey Pakal procedente del Templo de las Inscripciones de Palenque, y el pectoral de Yanhuitlán con forma de escudo con flechas y cascabeles.

Rechazan crear búnker

Después del saqueo, se instalaron cámaras de circuito cerrado; se avanzó en el inventario de piezas; se instalaron vitrinas blindadas y sensores de movimiento, y la seguridad pasó de alrededor de 33agentes de la Policía Bancaria a alrededor de 80, en 1989. Actualmente ese número se mantiene cotidianamente con leves variantes.

Roberto García Moll, ex director del INAH en 1989, y el actual titular del instituto, Luciano Cedillo, reconocen que si alguien se propone robar el museo lo hará, coinciden en que no hay necesidad de alterar el conjunto original sólo por motivos de seguridad para proteger las colecciones. "No se trata de hacer del museo un búnker, de ponerle más cercas o de convertirlo en un campo minado", sostiene Cedillo en entrevista.

No obstante, García Moll sí cuestiona que se cierre ahora el museo por tres días. "He dicho antes que el principal logro después del robo ha sido mantener siempre abierto el museo. Cambiar focos o el sistema eléctrico puede hacerse de noche o los lunes", señaló.

A 20 años, el atraco encabezado por Perches Treviño sigue a oscuras. Se solicitó al INAH los archivos sobre el caso y ninguna autoridad los proporcionó. Ni siquiera hay una versión oficial del instituto que precise cuántos lotes fueron robados -puesto que al momento del delito no se contaba con un inventario- o cuántos se recuperaron. El MP recibió el 25 de diciembre una denuncia por el robo de 140 piezas, aunque el catálogo que se distribuyó en todo el mundo daba cuenta de 124, cuatro de las cuales no tenían fotografía. En 1989 hallaron 111.

García Moll sostiene que eran más de 140 las que se denunciaron. Incluso revela que la entrega fue en dos partes, la primera, el 13 de junio de 1989, en una ceremonia en el patio del museo encabezada por el entonces presidente de la República, Carlos Salinas, con apenas seis meses en el cargo; y la segunda entrega fue un par de meses después.

Una semana antes del 13 de junio -cuenta- acudió a las oficinas de la PGR en Reforma con el arqueólogo Joaquín García Bárcenas para reconocer las piezas y validar su autenticidad.

El ex titular del INAH dijo que todas las piezas se recuperaron, pues las pocas que faltaron en 1989 se localizaron hace un par de años en bodegas del museo.

Sobre las modificaciones a la reja del MNA, García Moll dice que durante su gestión al frente del museo y posteriormente como titular del INAH, abordó el tema con Pedro Ramírez Vázquez, creador del inmueble. "Ramírez Vázquez se opuso a la modificación. Y estaba en lo correcto", dice el arqueólogo.

Cedillo admite que jamás ha propuesto al arquitecto elevar la reja; en la época del hurto Ramírez Vázquez era presidente de la Asociación de Amigos del museo, que en enero de 1986 ofreció 50 millones de pesos a quien diera información para detener a los responsables.

A 20 años del llamado robo del siglo, EL UNIVERSAL solicitó entrevistas con Enrique Florescano, titular del INAH en 1985, y Pedro Ramírez Vázquez, pero no hubo respuesta. Felipe Solís, actual director del museo, y en el momento del robo curador de la Sala Mexica, se negó a comentar sobre el asunto.

"No voy a hablar sobre ello, fue algo muy doloroso para mí y no voy a hablar", respondió. Tampoco quiso comentar dónde quedó la documentación del caso.



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