"La literatura serbia apenas se va a conocer pero se notará"
Hay muchos Goran Petrovic regados por el mundo: uno, por ejemplo, está desaparecido desde la guerra en la ex Yugoslavia y Amnistía Internacional sigue buscándolo; otro fue responsable de la policía política durante el gobierno de Slobodan Milosevic y uno más fue capturado con un pasaporte falso bajo ese nombre en septiembre de 2003 en Argentina, aunque su verdadera identidad era la del criminal de guerra serbio Nebojsa Minic, acusado de participar en 1990 en matanzas de albaneses en Kosovo; murió en octubre pasado. Pero estas historias son tristes. El Goran Petrovic que nos interesa anda hoy en México rindiendo homenaje a sus lectores y a Jorge Luis Borges y enviando cartas a los escritores del futuro con su última obra traducida al español La mano de la buena fortuna; es el Goran Petrovic que percibe la literatura como un ciberespacio aunque sin Google, sonríe con esa picardía balcánica a la que nos acostumbró Emir Kusturica y demuestra una tesis con su nombre, que salvó de la tentación del seudónimo en un mundo lleno de tragedias de otros Goran Petrovic: "Una sola palabra puede ser en sí misma una novela". Invitado a participar en la mesa "Continentes de la Palabra" de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara junto con el inglés Martin Amis y el iraquí Jabbar Yassin Hussin, nuestro Goran Petrovic llegó desde la semana pasada a México y paseó por barrios de la capital como San Ángel; se dio cuerda con el tequila; se asustó con los murales de Diego Rivera en Palacio Nacional; en suma, vino al México de Terra Nostra, la novela de Carlos Fuentes que lo ha inspirado a grado tal que revela una de sus obras buscaba convertirse en una suerte de Terra Nostra serbia mezclando el mito con la historia. El Goran Petrovic del que hablamos, bibliotecario en el Monasterio Zica, estudioso de las lenguas serbia y yugoslava, es un lector audaz en Belgrado del realismo mágico latinoamericano y, como Milan Kundera, un admirador convencido y leal de Terra Nostra. ¿Cómo se lee "Terra Nostra" en Serbia? Aquí es la menos leída de las obras de Fuentes. La literatura que se gestó en América Latina y México desde luego pertenece al cuerpo de mis libros favoritos. Yo tuve en mente muchas veces Terra Nostra cuando estaba escribiendo mi segunda novela, todavía no traducida al español, que se llama Cerco de la Iglesia de la Santa Salvación . Quería que ésta fuera la Terra Nostra serbia en el sentido de su magnitud y extensión histórica, es decir, como una novela en la que se mezcla la historia con el mito y que habla sobre el pasado pero para explicar tal vez el futuro y el presente. Por ello, aunque Petrovic admite que para escaparse de la realidad durante la guerra en la ex Yugoslavia él escribía relatos como los de Atlas descrito por el cielo , rebate que sea un autor que se base en la fantasía. Siempre escribo aclara a partir de un evento real. Su traductora Dubravka Suznjevic, quien puso en buen español Atlas descrito por el cielo y La mano de la buena fortuna para la editorial Sexto Piso, comentó más tarde que el escritor balcánico dedica tal cuidado al léxico de sus novelas, que recupera palabras olvidadas o de poco uso en Serbia o que su significado ya se ignora. Al igual que su esposa Vera, que lo acompaña en este viaje, es en su campo un "arqueólogo" y un defensor de su lengua. Sí, pero para él también la lengua defiende a los lectores. La mano de la buena fortuna admite Petrovic es un homenaje a sus lectores, no sólo por su trama sino por el cuidado que aplica al lenguaje que da vida a las historias que emergen a partir de un libro-personaje. La mano de la buena fortuna , que se presentará el próximo 24 de noviembre a las 19:30 horas en el Museo Nacional de Antropología, cuenta la historia del literato Anastas Branica, que escribió un libro raro, Mi legado , cuya historia termina disparando otras vidas. ¿Por qué le preocupa tanto el tema del lector en ?La mano de la buena fortuna?? Se piensa que soy un autor que se basa en la fantasía, pero siempre escribo a partir de un evento real. Yo estaba fascinado con los lectores de mi novela anterior y entendí que los novelistas escriben una obra, pero los lectores la hacen más grande, incluso en aquellos espacios de los que el propio autor no es consciente. Me gusta decir que la literatura tiene tres puntos como un triángulo: uno es la misma obra; otro, el escritor, y el tercero, el lector. La distancia entre esos puntos marca la superficie de la literatura. ¿Y cómo es Goran Petrovic como lector? Cuando escribo intento informarme lo más posible sobre la época de la cual hablo, o porque estoy buscando una sola palabra investigo mucho; pero no leo obras literarias porque podría dejarme llevar por ellas. Me gusta leer casi de todo, aun libros especiales como los diccionarios, pues a veces una sola palabra puede ser una novela completa. "Dedico muchísima atención al léxico porque pienso que si la literatura debe tener algún papel, éste debe preservar ciertas palabras, sobre todo debe preservar el verdadero sentido de esas palabras que hoy en día se ve torcido y distorsionado. A principios del siglo XXI, muy a menudo ni siquiera entendemos el significado de categorías generales como por ejemplo la verdad y la mentira, eso pasa al menos en el serbio, pero creo que es un proceso mundial válido para todas las lenguas, que tiende hacia una entropía. Hoy en día usamos cada vez menos palabras como si no nos importara que otras personas nos entiendan o no. Tengo una metáfora que quizás ilustra muy bien lo que acabo de decir: nos comportamos muy a menudo como quien tiene un arpa pero sólo usa una o dos cuerdas". No estoy en contra de las palabras extranjeras en una lengua. El inglés es ahora la lengua de la civilización global, la lengua de las computadoras; el latín sigue siendo la lengua de los abogados y los médicos; el alemán, de la tecnología... Todo eso no es nada malo porque un médico mexicano y uno serbio se van a entender perfectamente cuando digan el diagnóstico en latín, pero estoy en contra de que una palabra extranjera entre en el espacio de lo que llamamos ?sentimientos?. ?Un ejemplo excepcional muy bueno para esto y que se aplica en todo el mundo es la palabra cool. He contado en serbio que esa palabra anula otras 35 palabras; supongo que ocurre lo mismo en México. Pero cada una de esas palabras que anula es diferente y todas se uniforman desgraciadamente por una sola palabra: cool ", refiere Petrovic. El narrador nacido en 1961 en Kraljevo descarta que vaya a seguir los pasos del checo Milan Kundera o el albanés Ismail Kadaré, que después de volverse célebres dejaron de lado sus lenguas maternas para comenzar a escribir en otra, en ambos casos en francés. "Nunca he sentido ese deseo. Por fortuna o desgracia no salí de mi país durante mucho tiempo por la situación política allá, pero tal vez por esa razón me sumergí más en mi propia lengua. Ahora sería muy tarde tratar de expresar algo más serio en otra lengua". Usted parece dar mucha importancia al nombre de sus personajes, ¿cómo los halla? Yo escojo con muchísimo cuidado cada palabra en mis libros, entre otras cosas también los nombres de mis personajes; doy los nombres que tal vez reflejan un poco su carácter o que tienen que ver con su contexto, por ejemplo el de la religión cristiana. ?Tengo tres maneras de hallar no sólo a los personajes, sino también las situaciones. Una es la experiencia personal. Otra es la que me nutre desde la literatura, pero como eso no es suficiente recurro a la tercera, que es como una pequeña astucia: encuentro un hombre con cierto oficio, entonces platico con él tratando de tomar prestada su propia poética y su lógica de la vida. Puede ser un vendedor, un vinicultor o tal vez un cerrajero, pero cuando la conversación cruza cierto umbral puedes descubrir que cada uno de ellos tiene su propia poética y filosofía de la vida en sus oficios, que no es menos válida que la de un escritor. La literatura como ciberespacio Sobre las situaciones o temas de sus novelas, ¿por qué mientras había una guerra en Yugoslavia Goran Petrovic miraba y escribía sobre el cielo? Sí, esta es una especie de escapismo tal vez. Pero era una elección propia y una salida personal. Yo de todos modos vivía la literatura aun antes de esta última novela como un espacio independiente o diríamos un archipiélago particular de pequeñas islas personales. ¿Cómo es su relación con otros artistas serbios, reconoce la influencia en usted de Milorad Pavic, el autor del "Diccionario jázaro"? Se trata de la literatura y arte de un pueblo pequeño y una lengua pequeña, pero yo diría que es una buena literatura porque está muy ramificada, y cada una de las direcciones tiene uno o dos o tres representantes muy destacados. Diría que es una literatura que apenas se va a conocer y creo que va a ser notada en el mundo. Sobre Pavic, tenemos puntos de contacto y desde luego es uno de mis escritores favoritos, pero no trato de seguir sus pasos. Para Petrovic, después de miles de años de literatura occidental, es difícil ser totalmente original, porque la literatura de la antigüedad ya había trabajado todos los temas importantes: el amor, la valentía, la traición. "Pero ahora es el papel de los escritores modernos, contemporáneos, decir algo sobre esas categorías eternas desde la perspectiva de su época, reflejar estos puntos que forman ya parte de la civilización", enfatiza. Gide afirmaba que todo está dicho en el mundo, pero como nadie escucha hay que repetirlo. No creo que ese hecho sea malo. Percibo la literatura como un lector, como una persona que recibe las cartas del pasado, de la antigüedad; pero como escritor soy una persona que envía esas cartas al futuro a alguien. Por eso la literatura es un ciberespacio más antiguo que el de hoy, que el de las computadoras, aunque no tenemos en ella el Google.
Recupera palabras olvidadas
La cita fue frente al Mama Rumba de la Plaza San Jacinto. Pero antes de comenzar la entrevista Goran Petrovic dijo que no hablaría en inglés; prefería el serbio. "La literatura serbia apenas se va a conocer, pero se va a notar", dijo más tarde sobre su lengua y cultura.
Contra los ?cools? y otros bichos del lenguaje
¿Cómo le afecta que el serbio sea una lengua restringida a los Balcanes?
La poética de los oficios
Con La mano de la buena fortuna Petrovic ganó en 2000 el premio NIN, el mayor reconocimiento literario en Serbia, que otorga la revista política y cultural homónima. El título se refiere a un bazar en Belgrado donde los personajes de la novela hallan su historia. Este bazar donde las historias son infinitas, recuerda El Aleph de Borges.