Conseguir que la UNESCO declare Patrimonio de la Humanidad al Juego de pelota sería un gran apoyo para la conservación de una práctica prehispánica que ha sobrevivido gracias a las apuestas.

Así lo expone el arqueólogo Felipe Solís, director del Museo Nacional de Antropología, recinto en donde fue inaugurada el lunes una reproducción de una cancha de juego de pelota.

El funcionario agrega que lo ideal sería que el juego, que se practica cotidianamente en Sinaloa, se llevara a otras entidades e incluso se incluyera en paquetes turísticos o bien se adoptara como disciplina deportiva.

Agrega el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ya ha entrado en pláticas con la Federación de Deportes Autóctonos y Tradicionales, que agrupa a 13 organismos estatales y 59 disciplinas.

"Sería muy interesante impulsar a los jóvenes para que practicaran este juego tan interesante, que requiere mucha habilidad."

Añade que desde hace cuatro años se organiza un expediente técnico en la entidad con miras a conseguir la declaratoria, sin embargo, factores como la prohibición de apuestas y el alto costo de la fabricación de la pelota han mermado el interés de espectadores y ejecutantes.

Una cancha en la ciudad

La cancha del MNA, que desde el pasado martes puede ser visitada por el público asistente al recinto, es una reproducción de un juego de pelota ubicado en la zona arqueológica de Xochicalco, Morelos. Está ubicada en el jardín anexo a la Sala Tolteca.

Su nombre es Tlaxclo y tiene forma de doble "T". Se trata de un espacio rectangular y angosto limitado por estructuras simétricas de poco más de un metro y medio de alto. A los costados se encuentran dos discos o tlaxtemalacatl, cuyo uso aún no se ha podido definir, aunque se cree que pudieron fungir como marcadores.

El espacio fue creado a iniciativa del Patronato del Museo Nacional de Antropología A.C., y con apoyo del banco HSBC, con un costo de 310 mil dólares.

Su ubicación, al lado de la Sala Tolteca, se debe a que a esta sección corresponde exponer las culturas que se desarrollaron en el posclásico temprano: Xochicalco y Tula.

Está construido a escala 2:1, tiene una longitud de 27 metros de largo por 13 de ancho. El objetivo es que el público conozca el espacio y que en el futuro sea viable la exhibición permanente de juego de pelota con jugadores profesionales.

Por el momento sería muy caro hacer una exhibición permanente, admite Solís, debido a que los jugadores provienen de Sinaloa.

Otro de los problemas para la supervivencia del juego de pelota, añade, es "que es muy caro hacer la pelota porque hay que recoger el hule y hacer todo un proceso utilizando una planta que se llama machacuana, riquísima en azufre."

Lo más cercano es que el espacio se use para un espectáculo de luz y sonido que abordará la importancia del juego en la cultura prehispánica.

Este espectáculo, que también se desarrollaría en la Sala Mexica, es otro de los proyectos del patronato, que en breve presentará la creación de un sistema de membresías, la remodelación de la sala de orientación y la de servicios educativos, según informa su director, David Serur.

Apuesta por la tradición

Entre golpe y golpe de antebrazo, la pelota de hule pasa de un lado a otro de la cancha. Los jugadores, ataviados con cuero y paliacates, calculan el rebote y preparan el golpe, tal y como lo hicieron sus ancestros de generación en generación desde hace 3 mil 500 años.

Es la tregua, variedad de juego de pelota que sobrevivió en Sinaloa gracias a las apuestas que generaban los encuentros, pero desde hace 10 años están prohibidas.

Felipe Solís asegura que "en Sinaloa deberían volver a hacer las apuestas, con todo el control necesario. Eso le daría mayor interés a los jugadores, a los apostadores y a quienes fabrican las pelotas".