aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Kafka y Toledo, tinta que escribe y traza

Fernando Gálvez de Aguinaga*| El Universal
Viernes 10 de junio de 2005

OAXACA, Oax. Hace ocho meses que a Francisco Toledo comenzó a vérsele en una búsqueda incesante por la biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca. Entraba a la sala de arquitectura y diseño, y buscando entre los libros de etiquetas comerciales se subía a las escalerillas para llegar a los estantes más altos, pero los esfuerzos no fructificaban. Un día cambió de sala y estrategia y salió airoso del cuarto dedicado a pintura, con un libro de la obra de Alberto Gironella entre las manos y señalando uno de sus abigarrados collages. "Aquí está exclamó el artista, seguro que este chango semihumanizado que está leyendo en esta etiqueta de anís, es el que inspiró a Kafka."

Toledo había leído en una biografía que un tío de Kafka había hecho un viaje a España, y que ante la expectativa de su vuelta, la familia sólo había recibido una botella de licor anisado. Luego entonces, dedujo el oaxaqueño, la etiqueta de esa botella debió ser la que inspiró al gran escritor checo a escribir su célebre cuento Un informe para una academia . La deducción toledana resulta verosímil, pero lo realmente cierto es que esta conexión entre el cuento y la etiqueta sí lo llevó a él a desarrollar en los últimos meses una serie de grabados inspirados en aquella historia fantástica, misma que se presentará este viernes en la Galería Quetzalli de Oaxaca y el 9 de julio en la Galería Juan Martín, de la ciudad de México, así como en la Davison Gallery de Seattle.

Si bien es cierto que el núcleo de la serie está conformado por 15 grabados que conforman una carpeta, donde las imágenes van acompañadas de frases extraídas del cuento, también lo es que al estar trabajando, el maestro Toledo realizó más de 60 obras inspiradas en la historia kafkiana. El conjunto total de la obra no se presentará en las galerías sino que podrá verse hasta el Festival Cervantino de este año en el Museo Casa Diego Rivera de la ciudad de Guanajuato.

Kafka escribió su Informe para una academia en 1919, un cuento escrito a modo de carta, en el que un simio que ha adquirido vida y cualidades de humano, narra la historia de su transformación a un grupo de académicos que lo invitaban a contar sus experiencias para bien de la ciencia. El tema tiene esa obsesión de Kafka por las metamorfosis, pero también pudo responder a una discusión que seguía muy álgida a principios del siglo pasado: la teoría de la evolución de Darwin. Basta recordar que en nuestro continente, el argentino Leopoldo Lugones escribió en 1906 el relato Yzur que podría ligarse con el de Kafka y que lo antecede; en el mismo, un científico tiene la teoría de que los monos no hablan porque decidieron no hacerlo y no porque no puedan, así es que compra un chango y se dedica a enseñarlo a hablar.

En fin, que el diálogo creativo entre Kafka y Toledo se da de forma natural, el tema es casi una prolongación de la imaginación de Toledo, es decir, el simio que se emborracha para parecer humano y conseguir la libertad cuando lo han apresado, el chango que fuma y trabaja para un teatro y un circo, el animal que adaptado a la sociedad se viste como humano pero que se baja los pantalones para mostrar la herida de bala con que lo atraparon, el chimpancé que llega a adquirir el grado de cultura medio de un europeo y que cuando vuelve a casa de un banquete o una reunión científica, lo espera una pequeña chimpancé semiamaestrada con la que pasa un rato entrañable.

Toledo se regodea en esta historia, sus trazos sobre la placa metálica se vuelven pelambre oscuro al estamparlos la tinta sobre el papel. La biografía del chango que sirve a Kafka para hablar de lo ridícula que es la condición humana, sirve a Toledo para certificar el prodigio de la imaginación creativa, sin dejar de lado la crueldad del hombre cazador.

Toledo confirma con esta serie de estampas que se ha convertido en uno de los grabadores mejor dotados del mundo, que su dominio de las técnicas le permiten jugar con la aguatinta y el aguafuerte, mezclarlos con el grabado a la azúcar y patinar con la ruleta por la placa de metal generando obras muy diversas y contundentes. En la carpeta dominan las composiciones apaisadas, extremadamente largas, algunas tienen algo de oriental, como aquella en que la cola de un mono dentro de una jaula ve avanzar hacia él a un mono con una llave, cuya cola es un gesto eminentemente dibujístico.

Sin embargo, hay también composiciones muy abigarradas, mismas en las que se forma un cuadrado con dos placas alargadas y en las que suceden muchas escenas paralelamente que son diversos episodios del cuento original. O bien, hay otras piezas, como la que corresponde al pasaje en que recién atrapado por un cazador el chango dice: "Había tenido muchas salidas hasta entonces y de pronto no tenía ni una sola." Para esta frase, Toledo desarrolla un close up al rostro angustiado de un simio, un acercamiento tal que el mar de trazos hacen del animal, un ser eminentemente gráfico, un alarido de tinta.

*Crítico de artes plásticas



Ver más @Univ_Cultura
comentarios
0