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Elías Nandino vivió entre la polémica y el erotismo

Cynthia Palacios Goya| El Universal
Miércoles 19 de abril de 2000
Elas Nandino vivi entre la polmica y el erotismo

. (Foto: ARCHIVO/El Universal )

En el centenario del nacimiento del poeta jalisciense Aldus publicará su autobiografía, que escribió apoyado por Enrique López Navarro

El poeta Elías Nandino quería que a su muerte, después de cremarlo, esparcieran sus cenizas por el campo para que ahí crecieran plantas afrodisiacas. Pues aunque estaba preso en su cuerpo de 93 años, cuando falleció, aún tenía pasión por la vida y un erotismo a flor de piel que ni la soledad, la ceguera o la pérdida del oído le impidieron sentir.

De seguir con nosotros hoy, 19 de abril, el médico cirujano de profesión, poeta y promotor cultural ?que se interesó en la descentralización mucho antes de que ésta formara parte de un programa de gobierno? cumpliría 100 años de haber nacido en Cocula, Jalisco, estado que también resguarda sus restos.

Para nadie es un secreto que Nandino era un excelente ?esgrimista verbal?, buen conversador, propenso a hablar mal de la gente, marginado por sus colegas de generación, los llamados ?Contemporáneos? y, siempre dispuesto a hablar sin ?tapujos? de su vida literaria y sexual.



?Juntando mis pasos?

Molesto por lo que consideró ?una vulgar burla de un ingrato?, desautorizó a Enrique Aguilar ?con quien había trabajado meses para realizar una biografía, encargada en 1979 por Gustavo Sáinz entonces director de Literatura del INBA? publicar su libro ?Elías Nandino, una vida no/velada? (Grijalbo, 1986, hoy reeditada en Océano), pues aunque habían revisado algunos capítulos, ?le comprobé sus faltas gramaticales, su cursilería y, sobre todo, esa acción de juzgar todos los actos no con la conciencia de un hombre, sino con la de un macho que piensa con los testículos?.

Con el título ?Juntando mis pasos? Elías Nandino escribió, apoyado por Enrique López Navarro, su autobiografía, en la cual hace un recorrido cronológico desde su infancia y hasta finales de los años 80. En la presentación cuenta cómo conoció a Aguilar, cuál era la situación económica de éste, el afecto que le tuvo, el momento en que le quiso vender su biografía como un chantaje para no publicarla, la demanda que prefirió no interponer en su contra porque ya estaba casi ciego y sordo, pero nunca lo acusa de no decir la verdad.

?No acuso a Enrique Aguilar de que no diga la verdad?, escribió Nandino, ?pero sí de un desconocimiento completo de cultura y de su falta de honradez literaria, porque no tuvo otro motivo que tratar de salir del anonimato, perjudicando a un hombre que nunca le hizo mal, con una biografía incompleta, sin explorar claramente la intención de hacerla, tergiversando los hechos y usando títulos cursis y la risa je, je, je. Así se ríe él, pero yo no.?

En el volumen, que en breve comenzará a circular bajo el sello de Aldus y que tiene en su portada un retrato del poeta jalisciense, realizado por Roberto Montenegro, Nandino además de insistir en que Aguilar carecía de autorización para publicar su libro y que además ?saqueó mi archivo de retratos porque con mi propia mano yo no le di ninguno?, cuenta que su reacción ante esto fue publicar su propia biografía con un nombre que tenía pensado desde su juventud, cuando inició sus primeros apuntes que quién sabe dónde perdió.

Biografía escandalosa

De acuerdo con el también poeta Ernesto Lumbreras, lo que escribió Aguilar sobre quien fuera jefe de servicio en el hospital ?Juárez?, en la penitenciaría y en clínicas oficiales y privadas, ?fue una biografía escandalosa que prestigiaba su vida homosexual y despachaba de una manera tangencial el aporte protagónico de la vida de un poeta que es justamente su poesía?.

Explicó que Nandino no oculta nada en su autobiografía de lo que se dice en el libro de Aguilar, pero lo importante es el tono en que lo cuenta, ?en un momento dado, si se saca de contexto lo que dice Aguilar, lo mismo da que se cuente la vida de una peluquera, un futbolista o que se narre la de un poeta, y eso es justamente lo que, quien fuera director de la revista y editorial ?Estaciones? (1956-1960), destaca?.

Lumbreras afirmó que en ?Juntando mis pasos? hay dos vertientes o caminos que se entrecruzan que el lector podrá advertir: la búsqueda y posterior descubrimiento de su vocación de poeta y su vida sexual.

Cuenta Felipe de Jesús Hernández que cuando ?el doctor? ?como lo llama siempre? le entregó el original de su autobiografía para que la publicara a su muerte, le comentó ?cuando apareció el libro de Aguilar? que él mismo escribiría algo, con el único fin de que los lectores tuvieran la posibilidad de conocer su versión de los hechos.

?Como bien lo dice en la presentación de ?Juntando mis pasos?, no acusa a Aguilar de que no diga la verdad, simplemente no está de acuerdo con la manera en cómo lo cuenta. No es una situación de tipo moral sino un asunto de criterio estético. El doctor era muy exigente consigo mismo y con los demás y no permitía descuidos en la escritura, era muy escrupuloso.?

Hernández, quien tiene el encargo de que las regalías de la autobiografía sean destinadas a la Casa de la Poesía y de la Literatura Elías Nandino, por fin ahora tuvo la oportunidad de publicarla, previa autorización de los derechos concedidos por una sobrina del poeta.

Retratos de sus contemporáneos

Las negociaciones para publicar la autobiografía duraron alrededor de un año, aunque por momentos se pensó que no se lograría la autorización, recuerda Lumbreras, porque ?es un documento importante que ayuda a comprender y complementar quizá varios periodos de la literatura mexicana. Ahí aparecen retratos literarios de ?Los Contemporáneos?, de Antonin Artaud, de Frida Kahlo, Roberto Montenegro, María Izquierdo, entre otros, y por ese hecho considero que es un libro fundamental?.

Expresó que hubiera sido una lástima que por circunstancias extraliterarias ?un texto de tal relevancia se quedara guardando el sueño de los justos. Nandino fue un poeta importante, lo sigue siendo. Es extraño que a últimas fechas su poesía no se reedite, ojalá que estos dos libros den pie para que su obra tenga una segunda oportunidad?.

Lumbreras comentó que podrían ser una bengala que iluminara su obra, ?si pudiéramos poner una frontera en su obra distinguiría tres etapas: la primera, la de juventud, sus primeros libros, ?Canciones?, ?Espiral?, hasta ?Triángulo de silencios? que comienza la segunda etapa que, desde mi gusto e interés poético, es la más relevante y ahí están ?Nocturna palabra, ?Nocturna suma?; pero, sin duda, la última etapa, la del poeta imposibilitado de su vida sexual, fue la que tuvo más lectores?.

Consideró que su best seller fue ?Erotismo al rojo blanco?. Ese libro, además de atraer lectores, ayudó a que se releyera su obra anterior, ?recuerdo que por los años de su aparición se publicaron sus obras completas y antologías en la Universidad Autónoma Metropolitana y en el Instituto Nacional de Bellas Artes. El Fondo de Cultura Económica editó ?Cerca de lo lejos?, integrado por poesía muy desnuda, descarnada, cínica, exenta de retórica, de esa metafísica que es la parte que más me atrae, es el Nandino más pleno, más propositivo, donde hay poemas más minimalistas, haikus, aforismos?.

Además de su labor como poeta y médico, Nandino apoyó a muchos jóvenes poetas desde las revistas que fundó y dirigió. Por ejemplo, publicó la colección de cuadernos ?México Nuevo?, de 1936 a 1937, y a principios de la década de los 60, y durante cuatro años, dirigió ?Cuadernos de Bellas Artes?.

Felipe de Jesús Hernández recuerda que ?el doctor Nandino? era una persona a la que leía mucho. Formó parte de su taller literario en Guadalajara, del que luego fue secretario y coordinador de 1979 a 1982, ?en ese lapso establecimos una firme amistad, me hacía cargo del taller bajo su supervisión en los aspectos administrativos. Era un hombre con una gran necesidad de platicar y poco a poco establecimos una relación de confianza y de esta manera fui conociendo a la persona, el ser humano, no sólo al poeta?.

Recordó que él fue quien lo animó a venir a la ciudad de México a continuar su carrera de promotor cultural, ?me envió con Víctor Sandoval, quien me apoyó para seguir desarrollándome?.

En esta época lo visitaba tanto en Guadalajara como en Cocula, ?era incansable, además de su obra poética, tenía una gran visión como promotor cultural, estaba interesado en la descentralización mucho antes de que esto fuera un programa de gobierno como lo es ahora. Se preocupaba porque nosotros, como escritores formados en su taller, fuéramos a dar lecturas a los municipios, decía y tenía razón, que no todos los jóvenes podían ser tan privilegiados como nosotros que vivíamos en Guadalajara y que era un deber compartir con ellos lo que habíamos aprendido?.

Hilvanando recuerdos

Durante el homenaje que el Instituto de Cultura de la Ciudad de México organizó en su honor la semana pasada en la Casa de Cultura ?Jaime Sabines?, su entrañable amigo Víctor Sandoval recordó que lo conoció en 1948 cuando trabajaba de mesero en el restaurante Las Pérgolas, que estaba frente al Palacio de Bellas Artes.

?Cada 15 días organizaban ahí cafés literarios y Nandino siempre se llevaba la noche con sus puntadas?, dijo, ?obviamente yo no participaba, sólo servía el café y veía cómo siempre se peleaba con el poeta olvidado Daniel Castañeda. Un día me le acerqué tímidamente y le mostré mis poemas, los vio y me preguntó cuándo descansaba, ?bueno, me dijo, ese día te quitas la filipina de mesero, te vienes vestido de paisano y platicamos aquí de tus poemas?, y así fue, llegué ante el azoro de mis compañeros meseros que pensaban que iba a trabajar, me senté, pedí café y estuve conversando con él como por dos horas, después de leer y hacerme unas sugerencias, seguimos platicando y ahí empezó nuestra amistad?.

Recordó que después se lo encontró dando un taller literario y cuando alguien del público le dijo: ?maestro, es usted un gran poeta, qué nos dice de los otros poetas mexicanos?, él se negó a hablar de todos y sólo dijo de sí mismo, ?soy un poeta de segunda, porque de primera son Homero, Dante, Virgilio, quizá hasta Quevedo?.

Sandoval contó que cuando se regresó a su natal Aguascalientes y fundó la Casa de la Cultura y el Premio de Poesía, para elevar su nivel, invitaba a grandes personalidades a ser jurado y así fue una vez Nandino, ?pronto se aclimató a la Feria de San Marcos al grado que año con año lo tenía ahí, mi esposa le preparaba un mole que comía antes de irse a los toros con mi hijo Alejandro?.

Recordó que dentro de la gran bondad que tenía, a veces te dirigía una mirada muy penetrante, ?lo comparaba siempre con un Sócrates maligno que siempre estaba inventado a ver y contra quien hablaba mal, porque era bueno para hacerlo y cuando tenía un enemigo, ¡cuidado!? Aunque se supone que era de la generación de ?Los Contemporáneos?, que estaba representada por Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen, Enrique González Rojo, Bernardo Ortiz de Montellano, Salvador Novo, Jorge Cuesta y José Gorostiza, nunca lo aceptaron realmente, su único amigo era Villaurrutia, los demás le daban la vuelta y lo veían de lado en su poesía, no lo consideraban como ellos.

?No obstante, cuando andaban con grandes problemas de salud acudían a él y nunca les cobraba las consultas?, contó Sandoval.

Nandino se decepcionó de Villaurrutia porque después de su muerte tuvo acceso a una carta que éste le escribió a Novo, donde hablaba despectivamente de su poesía, ?y lo peor es que ya no podía reclamarle al que creía que era mi mejor amigo?.

Un par de anécdotas

I. Recordó Sandoval que cuando Elías Nandino viajaba de Cocula a Guadalajara o donde fuera, llevaba siempre dos maletas, ?hay que documentarlas le decía, y no me hacía caso, las llevaba siempre consigo. No entendía por qué, hasta que un día me confesó que no se separaba de ellas porque ahí llevaba todos sus ahorros, pensaba que estaban más seguros con él que en el banco?.

II. En una ocasión hospedó durante mucho tiempo en su casa al poeta surrealista francés Antonin Artaud, éste, en una ocasión, le pidió dinero para ir a la sierra Tarahumara, ?se lo dio y dos o tres días después en la esquina de su casa vio a un borracho tirado. Cuál sería su sorpresa que se trataba de Artaud que se había gastado todo el dinero en bebida, lo recogió y lo llevó nuevamente a su casa, lo que provocó que su mamá le dijera: ?no traigas a ese señor, fuma unos cigarros que huelen tan feo que deja la casa toda apestosa?, no imaginaba que ese olor era de mariguana?, finalizó.



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