`El tango es el agua, el amor y la vida`
GUANAJUATO. Con la voz nostálgica del bandoneón que lleva dentro, el músico Rodolfo Mederos (Buenos Aires, 1940) dice que el tango se vive, que no es sólo una música para distraer o para poner el disco cada vez que uno tiene ganas de escucharlo, sino que el tango está permanentemente presente en cada acto, cuando duerme, come, hace el amor, trabaja, discute, camina, cuando uno nace y muere. Mederos es uno de los músicos argentinos más reconocidos en la actualidad por su talento como intérprete del bandoneón, compositor y arreglista. Formó parte de las míticas orquestas de Astor Piazzola y Osvaldo Pugliese, pero también ha trabajado al lado de músicos como Larry Coryell, Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, entre otros. Está en México para ofrecer un concierto hoy por la noche, en el escenario cervantino de la Alhóndiga de Granaditas. Mederos viene decidido a mostrar una visión de un Buenos Aires actual, acompañado de 12 músicos de la Orquesta Típica. "Es una manera de recuperar nuestra cultura que ha sido muy atacada, postergada y mal manejada por las dictaduras militares. Argentina ha vivido muchos años de represión militar y esto también es una represión cultural. En Argentina hubo 30 mil desaparecidos, pero hubo uno más que es nuestra cultura. Mi tarea militante es recuperar estas viejas formas, estas emblemáticas formas del tango. Con la Orquesta Típica voy a realizar un homenaje a esos grandes compositores que fueron los fundadores de este género musical. Mostrar un Buenos Aires actual, una cultura que es de siempre, que es la nuestra, la de la ciudad de Buenos Aires, no la de Argentina, porque el tango es porteño". Cuando a Mederos se le pregunta qué representa en su vida el tango, él se pregunta qué significa para el hombre el alimento, el agua cuando se tiene sed, el amor cuando se necesita, los hijos, la familia, la casa, la patria, el país, los amigos. Y entonces responde: todo eso es el tango. "A una casa se entra con una llave. El bandoneón es la llave y la casa es el tango. Creo que antes de nacer yo ya estaba enamorado del bandoneón. Cuando era pequeño la música que se escuchaba en la casa de mis padres, y en todos los hogares, era el tango. El bandoneón es prácticamente el único instrumento que representa muy entrañablemente la identidad de esta música. El bandoneón soy yo mismo sonando, no es un artefacto ajeno a mí, está dentro de mí y yo dentro de él". Aunque parezca raro, el músico también es un amante de la biología, pues fueron los estudios que realizó en su juventud, cuando la música y la biología parecían estar en dos platillos de una balanza inestable. "Las ciencias que me han interesado siempre representan una forma más de conocimiento, por lo menos de una parte del mundo, pero la música me ha dado la posibilidad de conocer las emociones, así que las dos me complementan". Además de los conciertos que realiza en todo el mundo, Rodolfo Mederos ha creado música para cine, danza y teatro, pero una de las que más le apasiona es la enseñanza. Pues dice que el poder trasmitir a otros músicos jóvenes experiencias personales y acercarlos a un camino de recuperación de la cultura argentina es algo impostergable. "Como a veces he tenido actitudes que se han apartado de aquella anquilosada manera de hacer el tango en aquellos años, me han puesto del lado de los renovadores pero no me considero el único, yo he bebido de todas las fuentes muy ricas y diversas del tango. De cada una de las personas que he trabajado he aprendido mucho, aunque algunos no son del tango, sino del jazz, del rock, flamenco, música clásica, en fin, con todos ellos me he divertido y he aportado mi sabor del tango. "Y es que un músico no puede vivir sólo encerrado en su música, tiene que participar de todos los aspectos de la cultura de su pueblo. Yo he aprendido de mis hijos, de mis estudiantes, de mi mujer, de mis amigos, mi perro y de todos esos músicos y escritores y poetas, pero también de los vecinos. La música en definitiva no debe ser sólo la actitud individual del músico, sino el receptor de una cantidad de sensaciones y emociones que son de un pueblo, por lo tanto, de Jorge Luis Borges, al zapatero que vive frente a mi casa, de todos ellos he aprendido".





