Lo que el fuego se llevó
Flash back. Una gran hoguera se levanta en la avenida Río Churubusco, muy cerca del cruce con Tlalpan. Es el 24 de marzo de 1982. Existen varias hipótesis que pretenden acercarse al origen de la chispa. Lo único tangible a más de 20 años de distancia es que las enormes llamas eran producidas por la combustión de 7 mil películas, prácticamente la historia cinematográfica de México. La historia de la Cineteca Nacional está dividida por el fuego. A 30 años de su creación, y luego de que en 1984 prácticamente resurgiera de sus cenizas, constituye el segundo archivo fílmico más importante de México, con un acervo de más de 10 mil películas y casi medio millón de espectadores al año. El 17 de enero de 1974, con la proyección de la película El compadre Mendoza , de Fernando de Fuentes, fue creada oficialmente la Cineteca Nacional, adscrita a la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, con el objetivo de rescatar, clasificar, conservar, restaurar, preservar y difundir el cine mexicano. La Cineteca se adaptó en lo que en algún tiempo fueron los foros 14 y 15 de los Estudios Churubusco. Contaba con bóvedas refrigeradas, una biblioteca y tres salas: el Salón Rojo, la sala Fernando de Fuentes y una pequeña que era la Salvador Toscano. La Godard y la Fellini, destinadas a la investigación, en realidad eran usadas a decir de Jorge Ayala Blanco por los censores que mutilaban secuencias completas de filmes. Tanto el acervo cinematográfico, compuesto por cerca de 7 mil películas, como el documental se componían, preferentemente, de cine mexicano. En 1977 la Cineteca ingresó a la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF), a pesar de la carencia de una política sólida de conservación. Según Fernando Macotela, director de la Cineteca en 1979, durante la gestión de Margarita López Portillo al frente de RTC, hubo danza de funcionarios en la dependencia y el rumbo de la institución era muy errático. Este caos tuvo su culminación en el incendio de la Cineteca. A pesar de que, según la versión oficial, el desastre se produjo por la explosión del material de nitrato almacenado en el sótano del edificio, Macotela asegura que semanas después del siniestro pudo visitar los restos y vio que había material de nitrato en las bóvedas. De hecho el incendio inició en la Sala Fernando de Fuentes, donde se exhibía La tierra de la gran promesa , de Andzrej Wajda. La directora de RTC decía ante las cámaras: "Sabía que esto iba a suceder", mientras de fondo se extinguían en el fuego 7 mil películas, fotografías, documentos, aparatos, junto con la vida de trabajadores y espectadores que se encontraban en el lugar y no pudieron salir. En el siguiente sexenio, Macotela ocupó la dirección de RTC y Luz Fernández de Alba fungió como subdirectora de la Cineteca. A ambos les correspondió reconstruir la Cineteca. La Sociedad de Autores y Compositores de Música cedió el terreno de la Plaza del Compositor, en Mayorazgo y México-Coyoacán. Sectores oficiales y personas vinculadas al cine apoyaron la reestructuración de los acervos. "Hablábamos a los productores para pedirles alguna copia de sus películas y había quien contestaba que todo se nos quemaba. Afortunadamente 98 por ciento de los productores fueron muy comprensivos. Al final de mi gestión habíamos logrado juntar un acervo de 5 mil copias." Entre los donantes estuvo el cineasta Juan Bustillo Oro, quien cedió fotografías y documentos. Dolores del Río aportó su colección de fotografías profesionales, así como su vestuario de teatro. Una bodega aledaña a la plaza se adaptó como bóveda sin involucrar material de riesgo, éste se mandó a los Estudios Churubusco. En 1994 se inauguraron cinco bóvedas construidas ex profeso para el almacenamiento del material. El 10 de junio de 1997 la Cineteca se desprendió del organigrama de RTC y pasó a ser parte de la Secretaría de Educación Pública, a través del Conaculta. El traslado incluyó una partida extra de 10 millones de pesos. Para ese entonces, las cuatro salas de exhibición y las dos de video no tenían condiciones óptimas. Las bóvedas, si bien eran nuevas, carecían de sistemas de deshumidificación y de purificación de aire. Desde 1988 fueron directores de la Cineteca Mercedes Certuche Llano, José Tobías Alegría, Guadalupe Ferrer, Mario Aguiñaga, Alejandro Pelayo y Luz Fernández de Alba, quien estuvo a cargo de la institución en el año 2000, a petición del entonces director de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa.





