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Celebran la herencia musical de Kurt Weill

El Universal
Jueves 02 de marzo de 2000

FRANKFURT. Compositor que aspiró a un teatro musical universal y cuya obra que hoy forma parte del repertorio obligado de muchos artistas y compañías en el mundo estuvo proscrita en la Alemania nazi, fue Kurt Weill, el autor de la célebre ?La ópera de tres centavos?, de quien hoy se cumple el centenario de su natalicio.

Nuevas grabaciones y libros, así como producciones de obras que no han sido presentadas en los últimos decenios conforman el panorama de festejos en torno de este genial compositor que revolucionó el campo del teatro musical.

La Fundación ?Kurt Weill? en Nueva York comenzó ya hace tiempo a honrar su memoria.

En junio de 1999 inauguró en la ciudad alemana de Chemnitz el Año Kurt Weill con la versión alemana de su monumental ópera ?El camino eterno?, sobre textos del poeta Franz Werfel. La producción, que esta semana es estrenada en Nueva York y proseguirá después en Tel Aviv, Hannover y Cracovia, comenzó una serie de estrenos y representaciones, especialmente en Europa y Estados Unidos.

?Algunas de estas obras no han sido presentadas desde hace decenios?, dice Kim Kowalke, presidente de la fundación que administra la herencia artística del músico y que tiene toda una lista de nuevas grabaciones y libros sobre él. En Nueva York comenzaron el 6 de febrero diversas presentaciones, principalmente en el Carnegie Hall, el Lincoln Center y la Brooklyn Academy of Music.

En abril, en la Opera Juillard de Nueva York se presentará, por primera vez en Estados Unidos, su casi desconocida opereta ?Der Kuhhandel? (en español: El pacto), traducida al inglés por Jeremy Sams.

El centenario de Weil será recordado también en las salas de concierto de Londres, Berlín, Stuttgart y Viena. Su opereta ?The Firebrand of Florence? (El incendio de Florencia), que no ha sido llevada a escena desde su estreno en 1945 en Nueva York, será presentada en la Konzerthaus de Viena. En Nueva York y Tel Aviv se espera el estreno de ?Der Weg der Verheiáung?, que, bajo el título de ?The Eternal Road? (El camino eterno) fue estrenada el 7 de enero de 1937 en la Manhattan Opera House. La obra, que narra el destino del pueblo judío ante la amenaza del Holocausto, de seis horas de duración, fue puesta en escena entonces bajo duras circunstancias por Max Reinhardt, pues la ópera, que había sido transformada expresamente para la pieza de Weill, cerró en bancarrota luego de pocas presentaciones.

Una ópera antiburguesa le dio la fama

Este músico que nació hace cien años, el 2 de marzo de 1900, hijo de un músico de cámara judío en Dessau, donde creció impregnado por una comunidad judía progresista.

A los 15 años recibió clases de composición y a los 19 años se mudó a Berlín a estudiar música. Entre sus maestros estuvieron Engelbert Humperdinck y Ferruccio Busoni. Antes de dedicarse a la ópera, sus primeras creaciones fueron obras instrumentales y vocales de corte antiromántico. En el bulliente Berlín de la República de Weimar (1919-33) halló Weill el público que lo inspiró. En su colaboración con autores como Georg Kaiser y Lion Feuchtwanger, el joven músico se dio rápidamente a conocer. Pero lo determinante fue su contacto con Bertolt Brecht. El estreno de ?La ópera de tres centavos?, creada con Brecht y estrenada en 1928 en Berlín, fue una revolución en el campo del teatro musical.

Hoy, 50 años después de la muerte del compositor, esta obra, estrenada en Berlín el 31 de agosto de 1928, sigue siendo favorita del público. Ninguna otra pieza del repertorio del teatro musical ha sido llevada tanto y tan frecuentemente a la escena como esta.

??La ópera de tres centavos? es entretenimiento de lo mejor y al más alto nivel?, señala Hans-Jürgen Drescher, director de la Theaterverlag, la sección teatral de la editorial alemana Suhrkamp, propietaria de los derechos de la obra, quien añade: ?hasta ahora no ha perdido nada de su insolencia?.

Se trata, considera, de un drama ?tan suntuosamente pensado como sólo mendigos pueden soñarlo y tan barato como sólo mendigos pueden pagarlo?, precisamente, por sólo tres centavos. Parece injusto que la obra haya quedado más ligada al nombre del dramaturgo Bertolt Brecht que al del músico Kurt Weill, puesto que, con su música, el compositor contribuyó a su éxito tanto como el escritor con su texto. A fines de los años 20 Weill era ya uno de los compositores más conocidos de su generación. Como músico judío en el Berlín de los años 30, Weill se convirtió pronto en objeto de persecución de los nazis. Ya en 1930, tres años antes de la asunción al poder de Hitler, tropas nazis irrumpieron en el estreno de la ópera ?Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny? de Brecht/Weill. Cuando las hordas pardas tomaron el gobierno de Alemania y proscribieron lo que llamaban ?el arte degenerado?, prohibieron definitivamente la presentación de toda la obra de Weill.

Inmediatamente después del estreno de su leyenda invernal ?Der Silbersee? (El lago de plata), en marzo de 1933, el compositor huyó a París. Además del ballet ?Die Sieben Todsünden? (Los siete pecados capitales) sobre un texto de Brecht y de su segunda sinfonía, en Francia surgieron todas las canciones de Weill, hoy parte del repertorio obligado de muchos artistas. La mejor intérprete de su música fue su esposa, Lotte Lenya. La pareja se trasladó en 1935 a Nueva York. Tras nacionalizarse en Estados Unidos, Weill no volvió a pisar territorio alemán. En Estados Unidos, Weill se convirtió en uno de los compositores más populares de Broadway, donde halló por fin un público fiel a su obra. Entre sus producciones más exitosas estuvieron comedias musicales como ?Lady in the Dark? (1941) o ?One Touch of Venus? (1943). En Broadway, los ?musicals? de Weill llegaron a tener hasta 500 presentaciones ininterrumpidas. Tras su muerte, en 1950, su esposa Lotte Lenya se convirtió en fiel guarda de su herencia artística. Durante toda su vida, Weill se opuso a la tradicional división entre música seria y música de entretenimiento. Aspiraba a un teatro musical universal en alto y el movimiento se fundieran en una sola obra de arte. El estadounidense Maxwell Anderson dijo una vez que el mundo llegaría un día a comprender su significación. Y agregaba: ?Pasarán años y siglos, y Kurt Weill permanecerá como uno de los pocos que hicieron gran música.?



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