Un encuentro de diferencias complementarias entre Matisse y Picasso
NUEVA YORK.? Henri Matisse y Pablo Picasso abrieron en el Museo de Arte Moderno (Moma) una nueva sesión del diálogo que definió en gran medida el arte del siglo XX. En sus instalaciones de Queens, el Moma exhibe desde el jueves pasado, y hasta el 19 de mayo, Matisse Picasso , exposición de 132 trabajos que muestran las afinidades, influencias y contrastes de quienes durante 48 años rivalizaron fraternalmente. La exposición recibe al visitante con los autorretratos que ambos artistas realizaron en 1906. Y de ahí en adelante, muchos trabajos, dispuestos en pares, ayudarán a distinguir los motivos en común, las referencias mutuas e incluso las distancias que en distintos momentos el español y el francés plantearon en sus respectivas obras. La tercera y última parada de este exposición incluye ocho pinturas que no se vieron en las Galerías Nacionales del Gran Palacio, de París, ni en la Tate Modern de Londres, donde más de 500 mil personas visitaron la muestra. Matisse y Picasso apenas si se conocían cuando éste presentó en 1907 Las señoritas de Avignon . Inicialmente el lienzo del español horrorizó al medio artístico. Pero en Bañistas con una tortuga (1908), Matisse agregó a su pintura elementos que revelan de inmediato la influencia picasiana. "Nadie ha mirado la pintura de Matisse más cuidadosamente que yo, así como nadie ha mirado mi obra más cuidadosamente que él", dijo alguna vez Picasso, quien era 12 años más joven que el francés. En sus instalaciones provisionales, dado que su recinto original en Manhattan está en remodelación, el Moma alberga 78 pinturas, 23 esculturas, 29 obras en papel, incluyendo dibujos y collages , y dos grabados en madera de quienes, en palabras de Matisse, parecían estar "extrañamente de acuerdo". John Elderfield, curador en jefe de la exhibición, sostuvo ayer que la muestra es única en revelar la relación visual de estos dos artistas que a lo largo de sus carreras "elevaron y sentaron nuevos estándares del arte". El profesor Kirk Varnedoe, quien también participó en la organización de la etapa neoyorquina de la muestra, sostiene que, gracias a la rivalidad que sostuvieron, Picasso y Matisse descubrirían partes de sí mismos a partir del trabajo del otro. "Ninguno de los dos habría alcanzado su originalidad o grandeza sin el otro", asienta Varnedoe en el catálogo de la exposición. La mayor parte de la exhibición se concentra en el periodo de 1906 a 1917, donde Matisse y Picasso estaban en franca competencia. La sutileza de las influencias de uno y otro se puede apreciar tanto en piezas de gran formato, como en cuadros pequeños. El lienzo Los marroquíes (191516), de Matisse, reinventa collages de Picasso, quien con Tres músicos (1921), con sutil utilización del color negro, correspondería al cuadro del francés. Naturaleza con jarra y manzanas (1919), de Picasso, se exhibe como una propuesta alterna a Tazón con naranjas (1916), del maestro francés. La vitalidad de esta competencia llega a un punto de similitud con el Acróbata (1930), de Picasso, contrastado con los Acróbatas (1952) de Matisse, apenas dos años antes de su muerte. Las obras de Picasso han convocado a casi un millón de visitantes en cada una de las dos anteriores exposiciones presentadas en esta ciudad con obra del malagueño, por lo que la muestra supone un reto para el modesto escenario provisional del Moma. En previsión de ello, la mayor parte de los boletos se venderá por adelantado, pero una parte de los mismos se pondrá a disposición del público cada día. Llegar al Moma en Queens es bastante más fácil de lo que se pensaría, y tiene una estación del Metro a sólo una calle.





