En los bailes de salón se gestó parte de la historia

. (Foto: ARCHIVO/El Universal )
a idiosincrasia de una sociedad se cuenta a partir de sus bailes. La manera de pensar, de sentir y aquello que es propio de lo cotidiano es descubierto a través de las fiestas entre la burguesía y las clases medias: en los bailes en salones oficiales, de residencias particulares mexicanas o extranjeras, en los de máscaras en el teatro de Santa Anna, en las tertulias de casas particulares y en las jamaicas populares. En el baile se advierten las formas de relación de determinada época, los intereses políticos, económicos y sociales, e inclusive en el seno de dicha expresión, convenios internacionales han sido engendrados. El militar mexicano Antonio López de Santa Anna, presidente de la República en 11 ocasiones, fue uno de los "más fabulosos bailadores" del siglo XIX, informó Josefina Lavalle, investigadora de danza. La especialista, que actualmente reconstruye la historia de "Los bailes de sala del siglo XIX a través del manual de don Domingo Ibarra", explicó que fue en los bailes donde "se cocinaron muchas cuestiones políticas y diplomáticas" y el dictador y perseguidor de insurgentes, Santa Anna, los utilizó mucho. Dicho estudio, que se proyecta quedará listo para el segundo bimestre del año 2000, será publicado por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza "José Limón" Lavalle aseguró que, a través de la danza, "podemos encontrar muchas cosas de nuestra historia, muchos acontecimientos que nos dicen cómo éramos y cómo somos los mexicanos". Santa Anna, dijo, iba mucho a bailar a un sitio denominado "San Agustín de las Cuevas". Además, en Palacio Nacional se organizaban fiestas de lujo, las cuales reflejaban a toda una sociedad de simulación, que aparentaba una riqueza que no existía, mientras el país vivía en el derrumbe más espantoso. Empero, la gran burguesía efectuó sus bailes con toda clase de lujos y de excesos. En las embajadas, indicó, también se organizaron un gran número de bailes, cuya preparación "fue fabulosa porque asistía toda la sociedad de la época". Y contrario a lo que podría imaginarse, Santa Anna fue un "magnífico bailador, al igual que Benito Juárez", externó. En México no existen trabajos que permitan establecer y detectar, a partir de los bailes, las pretensiones de la época, por lo que la investigación de Lavalle resulta singular en los terrenos vírgenes de la historiografía de la danza y la importancia del género en la vida del país. La danza entrelaza muchas historias y quizá por ello ha estado más relegada, porque su medio de expresión es el cuerpo y eso ha estado siempre muy satanizado, refirió Lavalle. El baile es proximidad y el siglo XIX también es de prohibiciones, y el vals junto con otras formas de danza fueron censurados. La Iglesia, por ejemplo, no permitió muchos sones y jarabes por el uso del cuerpo, porque la danza es cuerpo ante todo, indicó. El baile o los bailes de salón eran utilizados como medio excelente para combinar la distracción con el intercambio y el roce social, salpicado del comentario banal o puntilloso de los acontecimientos culturales o políticos, tan prolijos a lo largo del siglo. No se podía negar la influencia de una danza en la petición de una cita o en la negociación de alguna concesión política. Esta información que aparentemente surge en un ambiente de frivolidad conlleva sin embargo toda una forma de vida, un estilo y una historia. Así nos enteramos por don Guillermo Prieto en "Memorias de mis tiempos", que los paseos callejeros, en donde se daban cita los músicos, las niñas con sus condescendientes padres y las pequeñas turbas infantiles, cambiaban a la llegada de las aguas, por los bailes y las tertulias familiares donde "los amantes del placer encontraban consuelo". La revolución de Independencia marca el principio de un esfuerzo incesante por definirnos como país con una identidad y con un proyecto nacional propios. Según el historiador José Luis Martínez, "la cultura de nuestro primer siglo de vida independiente es un largo esfuerzo de aprendizaje y formación... los hombres de vocación cultural sintieron la urgencia de crear una cultura que expresara la nacionalidad naciente... la transformación en todos los órdenes, políticos y sociales, económico y cultural, está pues en la propia naturaleza del siglo XIX y su dinámica es la que rige los grandes movimientos de la época", dijo Lavalle. ¿Qué de extraño tendría entonces que los bailes y la música llegados de Europa, en un proceso de asimilación consciente, tomaran al fin del siglo carta de naturalización mexicana? Guillermo Prieto en sus memorias dice que primero solamente se bailaban cuadrillas francesas y lanceros y después se variaron las figuras y hubieron persas, griegas y mexicanas. Las cuadrillas eran bailes entre dos o cuatro parejas y se realizaban diferentes figuras, algunas de ellas, ya establecidas, es decir, con una coreografía definida que lleva un nombre, sin embargo, con frecuencia variaba su música y muchas veces eran ejecutadas con polkas, ya que se utilizaban varios trozos musicales donde variaban los ritmos, lo que obligaba a los bailadores a utilizar el paso de polka cuando ese ritmo era ejecutado por los músicos. En la primera se bailaban jarabes y sonecitos como "El dormido", "El perico", "El malcriado", "El aforrado tapatío" y en el segundo, valses y cuadrillas. "Y esta fue la gran revolución de los sabores y llevaron el pináculo del renombre a Gamboa, Batres, Dávila, Cesarín, Nacho Peña, Algara, Arrangóiz, los Escandones y otros jóvenes elegantes", retomó Lavalle. De acuerdo con las investigaciones de la especialista, la polka apareció en Europa Central en los años de 1830 y se le consideró como un serio rival del vals que empezó a declinar por esos mismos años. Se trata de una danza de giro, de pareja en compás de dos por cuatro, cuyo nombre viene del checo pulka , que significa medio paso o sobre paso. Según Curt Sachs proviene de la vieja Alemania. Y se trajo a Praga hacia 1835, luego a Viena en 1839 y de allí a París en 1840. Cuando hizo su aparición en las ciudades alemanas fue llamada schottische . De todas formas la polka se bailaba en un animado movimiento en el que los pies volaban ayudados por la cabeza, el tronco y los brazos. Finalmente, Lavalle apuntó: se dice que "para bailar la polka, los hombres y las mujeres deben tener corazones fuertes y generosos. Dime cómo bailas la polka y te diré cómo amas". La polka se enraizó fundamentalmente en el norte del país, donde tomó sus características gracias a la incorporación de nuevos instrumentos más asequibles al propio pueblo, como fue el acordeón. El hombre del campo olvidó los complicados pasos de la polka europea y la continuó bailando, entrelazado con su compañera, "arrejuntando" las mejillas y moviendo acompasadamente el brazo de su pareja; permaneció pues la característica de la polka en la que el tronco y los brazos prestaban su colaboración al movimiento de los pies, concluyó. Una de sus variantes, detalló Lavalle, fue la rejdovacka, baile que llegó a México, pero con menos suerte que la polka y se diluyó con el tiempo, manteniéndose solamente viva la música. Otro baile muy gustado por la sociedad mexicana del siglo XIX fue el galopp, una suerte de polka rápida, de un compás de dos por cuatro en la que las parejas "galopaban" por el salón a ritmo vertiginoso. En síntesis las formas de baile que se usaron fueron: polka, schotis, contradanza, cuadrilla, vals, polka-mazurka, mazurka, danza cubana, danza, habanera, galopa y lanceros.
Un poco de historia
Escudriñando en la literatura de la época, diversos datos sobre los bailes del siglo pasado revelan, entre otras cosas, que esta forma de diversión tuvo un gran auge en el seno de la naciente sociedad de clase alta y aún en la clase media o de "medio pelo", como se le conoció entonces.
La identidad
"El siglo XIX es sin duda un siglo en el que México busca su propia forma de expresión", afirmó Lavalle.
La polka y su naturaleza
En materia de bailes había una división completa, acentuada con las enaguas y la chaqueta y las calzoneras por una parte y las túnicas, tocas y guantes por la otra.
La Revolución
A fines del siglo pasado, informó Lavalle, el pueblo mexicano hizo suya la polka y la redowa (danza popular bohemia), tanto que en los primeros años del siglo XX y ya en plena Revolución Mexicana, la practicaban hombres y mujeres en las horas de descanso o de triunfo entre las batallas y escaramuzas.
Otras movidas
Contemporánea de la polka fue la redowa o el rejdovák. Y aunque fue una danza popular bohemia tuvo cierta importancia en la danza aristocrática de las capitales europeas.





