"La pintura de Lou Pape, un acto de fe en la vida"
¿Qué le pasa a una francesa que diseña sombreros? Seguramente también le crecen las ideas porque Lou Pape no se quedó sólo en diseñadora de sombreros sino que las ideas la jalaron hacia el cielo, piloteó un avión y fue la primera mujer en volar de París a Casablanca en 1931. Su nombre de soltera fue Suzanne Robert y cuando su madre la dio a luz no supo hasta qué grado las hadas madrinas la habían bendecido con una niña de múltiples dones, una niña privilegiada que llevaba la estrella del talento en la frente. Nacida en 1897 y fallecida en 1988, Lou Pape no sólo fue esencial en la vida del ingeniero Harold R. Pape, la de su hija Amparo, sino en la de Monclova, Coahuila, que ejerció para ella un atractivo tan grande y a la que amó tan entrañablemente que canjeó París por ella y mientras su marido construía los Altos Hornos que habrían de enorgullecer a México, ella atravesaba las calles mal iluminadas (cuentan que en la noche había que acercarse a los focos para ver si estaban apagados o encendidos) buscando el sitio exacto para construir una escuela para niños, movilizar a la gente, sensibilizar a los mexicanos de mayores recursos a las carencias y las necesidades de los menos afortunados. Harold y Lou Pape fueron piedra de toque en el crecimiento y la transformación de Monclova. Hoy ya casi ninguna mujer lleva sombrero o guantes pero en los 30, en los 40 y hasta en los 50 era impensable salir a la calle sin sombrero ni guantes y los creadores de la moda, Chanel, Piguet, Balenciaga, Dior, Fath y Lanvin eran dioses a quien todas las mujeres veneraban. Entre todos ellos una sola mujer, Caroline Reboux con quien Lou Pape diseñó sus más bellos sombreros de flores, de plumas, de ala ancha, de ala corta, provocativos, coquetos, severos, discretos, en fin, un sombrero podía decir muchas cosas y Lou las sabía decir y sobre todo las sabía hacer. Tener un traje de Chanel era una proeza. Para diseñar un sombrero hay que saber dibujar y Lou Pape fue más allá de la alta costura como nos lo dicen sus dibujos, sus pinturas al óleo, sus gouaches, sus paisajes, su homenaje a Walessa, el polaco que como ella defendió a los trabajadores, su alto horno en homenaje a su marido sobre un fondo rojo, su brisa que mueve la blancura de las cortinas, sus naturalezas muertas, sus flores y sus frutas, su retrato de Notre Dame y del Sena, sus retratos de mujeres y niños de Coahuila que hizo que la crítica de arte Ida Rodríguez Prampolini escribiera que Lou además del dominio del dibujo conocía el manejo del color. Por medio de la pintura Lou Pape expresó su mundo interno. Varias cosas me unen a Lou Pape. También nací en París, también me apasiona la suerte de los demás, también mi madre que era una mujer bellísima vistió en Schiaparelli y quizá sin saberlo usó alguno de los sombreros diseñados por Lou Pape para Caroline Reboux porque hasta los 50 nunca la vi salir sin sombrero ni guantes y hasta hace poco aún conservaba uno de sus sombreros. También nosotras, mi madre, mi hermana y yo venimos a México en 1942, cuando Lou y Harold Pape se instalaron por vez primera en Monclova, Coahuila, y Harold hizo crecer Altos Hornos. Creo que de haberla conocido, me habría encantado al igual que fascinó a los coahuilenses. Con razón escribió de ella Ida Rodríguez Prampolini, la reconocida crítica de arte. "La pintura de Lou Pape es un acto de fe en la vida ante la majestuosidad de la creación. Aunque realizó algunos retratos de bella factura la figura humana no fue su tema predilecto, como si de alguna manera se diera cuenta de la perfección que el ser hombre lleva consigo. A ellos, a los hombres, mujeres y niños, dedicó otros cuidados que entretuvieron su bondad. Fueron la inocencia y esplendor de los primeros días de la creación los que supieron inspirar los mejores momentos de su arte. * Este texto fue escrito por Elena Poniatowska y ella misma lo leyó durante la charla que ofreció en Monclova, Coahuila, el 12 de agosto de 2002, con motivo de los festejos del 25 Aniversario del Museo biblioteca Pape.





