Para Enrique Semo, el propósito fundamental de la creación de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que a finales de abril inicia sus funciones, es colocar la actividad cultural al mismo nivel que los demás rubros del gobierno. El proceso de transformación fue lento, ya que a la oruga le llevó más de 60 años convertirse en mariposa.

Los antecedentes de la nueva secretaría se remontan a 1941, cuando fue creada la Dirección de Acción Social, Cívica y Cultural, mejor conocida como Socicultur, una institución de vocación indefinida que se ocupaba de entretener, proporcionar la infraestructura para actos cívicos y protocolarios, y de proveer al gobierno y al PRI de los apoyos logísticos necesarios para sus operaciones políticas.

Entre sus obligaciones también se incluían las campañas de vacunación canina y la aportación de artistas para animar las reuniones de sindicatos, o para los festejos que se programan en escuelas y centros sociales como el Día de las Madres, el Día del Niño y otras fechas similares del calendario.

Tras la llegada del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas al gobierno del Distrito Federal, en 1997, diversos artistas y trabajadores de la cultura demandaron la desaparición de Socicultur por considerarlo un "gigante burocrático inoperante".

El 30 de junio de 1998 se crea el decreto mediante el cual se funda el Instituto de Cultura de la Ciudad de México (ICCM), que debió construirse sobre la base presupuestal y administrativa, estructural y patrimonial de la institución que reemplazó.

El ICCM, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social, surge con el objeto de "divulgar, promover y conservar la cultura del Distrito Federal, instrumentar las políticas culturales, y ser la instancia normativa de los programas para la atención a la cultura".

En ese entonces, Alejandro Aura fue el encargado de iniciar las actividades de un instituto que pretendía atender a "todos los habitantes de la ciudad de México" y que se dedicaría estrictamente a las cuestiones de cultura, dejando a un lado los actos cívicos y de carácter celebratorio.

En abril de 2001, Aura consideró que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no brindaba el apoyo suficiente a la política cultural y denunció que el ICCM seguía reducido al papel de Socicultur, es decir, abastecedor de tarimas, micrófonos y conjuntos musicales para amenizar actos de gobierno, por lo que presentó su renuncia.

En mayo de ese mismo año, el historiador y economista Enrique Semo Calev, nacido en Bulgaria en 1930 y nacionalizado mexicano, se hizo cargo de la dirección del instituto con la directriz de emprender una "reforma cultural".

Semo, académico, investigador y articulista político que se desempeñaba anteriormente como coordinador de asesores de López Obrador, llegó al cargo impulsando la creación de la Secretaría de Cultura para el Distrito Federal.

El origen de esta transformación jurídica fue a través de la emisión del Bando 18 por López Obrador, el 23 de mayo de 2001, en el que se establecieron 10 puntos, entre ellos enviar una iniciativa de Ley para crear la Secretaría de Cultura.

Aprobada el 17 de diciembre por el pleno de la Asamblea Legislativa, y publicada el 31 de enero en la gaceta oficial, la Secretaría de Cultura deberá iniciar sus actividades 90 días después de dicha publicación, es decir, el último día de abril.

Enrique Semo señala que este cambio permitirá que se realicen acciones que no podía hacer el ICCM como normar el uso de recursos de las delegaciones asignados a la cultura; legislar en cuestión de patrimonio cultural; elaborar políticas culturales para todas las instituciones de carácter cultural que tiene el gobierno de la ciudad; y brindar apoyo a los autores para el pago de sus derechos.

La creación de la Secretaría de Cultura marca el fin del ICCM, ya que antes del último día de abril, el jefe del gobierno capitalino tendrá que instrumentar los actos jurídico-administrativos necesarios para su desaparición. Todo parece indicar que la mariposa comenzará a volar. (MAC )