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De la clandestinidad del grafiti a las galerías de arte

EFE| El Universal
11:58PARÍS | Miércoles 11 de marzo de 2015
Un centenar de obras de creadores como Basquiat, Keith Haring, Ash o Futura 2000 se exponen en el re

MUESTRA. Un centenar de obras de creadores como Basquiat, Keith Haring, Ash o Futura 2000 se exponen en el recinto parisino hasta el 13 de septiembre. (Foto: Especial )

La Pinacoteca de París se ha encargado de bautizar como "presionismo" a la metamorfosis que llevó a esta disciplina callejera a los muros de grandes museos de arte contemporáneo

Los muros siempre han hablado. Desde las pinturas rupestres de Altamira, pasando por las inscripciones del imperio romano o los carteles publicitarios, el espacio público se ha revelado a lo largo de la historia como un soporte artístico y propagandístico de excepción, hasta llegar al olimpo de los museos.

Ese salto del muro al lienzo que protagonizó el grafiti en el último tercio del siglo XX es el núcleo de la exposición que inauguró hoy la Pinacoteca de París, que ha bautizado como "presionismo" esa metamorfosis que llevó a las pintadas callejeras de la clandestinidad a la academia.

"Es un arte ilegal, pero no inmoral", explicó ante el centenar de obras de creadores como Basquiat, Keith Haring, Ash o Futura 2000 el comisario de la muestra, Alain-Domonique Gallizia, arquitecto y coleccionista de "street art".

Aunque es difícil determinar el momento exacto del nacimiento del grafiti, sí existe consenso sobre la importancia que representaron para esa disciplina artística los "writters" (escritores) de Nueva York, ciudad en la que a finales de los años 1960 y principios de los 1970 se popularizaban firmas -los llamados "tags"- como las de Julio 204 o Taki 183.

En paralelo, el grafiti comenzó a esparcirse por Francia durante el Mayo del 68, cuando las calles de París amanecían pintadas con eslóganes como "Sé realista, pide lo imposible" o "Prohibido prohibir". Y al calor de la revuelta estudiantil, por el resto de países europeos.

Flirteando entre la protesta social, el arte y el vandalismo, en los años ochenta aterrizaron en la capital francesa artistas llegados de Estados Unidos, como JonOne y Bando, o nacidos en Francia, como Blek le Rat y Jérôme Mesnager, firmas que nutren la muestra de la Pinacoteca.

En el paso de la pared al lienzo, impulsado por la relevancia artística de Basquiat y Haring y por el interés del polifacético Andy Warhol, se abrió también la paleta de técnicas.

El espray, estandarte de la pintura urbana, fue mezclándose con otros métodos más convencionales (como el acrílico, el óleo o la brocha) al tiempo que se desarrollaban formas más eficaces para colorear el espacio público, como el "stencil" (plantillas) o las pegatinas.

Con la entrada del nuevo milenio, mientras el arte urbano se globalizaba con artistas como el británico Bansky o el italiano Blu, las calles de Francia fueron testigo del ascenso de Space Invader, cuyos mosaicos se inspiran en el célebre juego de marcianitos de los años ochenta.

Son años en los que ganan relevancia artistas como Zuman Kojito o C2015, que siguen pintando en la calle mientras exploran la vertiente comercial de un arte efímero llamado a perdurar.

En paralelo, florecen galerías y casas de subastas especializadas donde se venden obras a celebridades como los actores Brad Pitt y Jude Law o el multimillonario artista Damien Hirst.

El grafiti se abre paso en museos como el Centro Pompidou y espacios culturales como la Fundación Cartier o el Grand Palais, de forma que esa disciplina anónima y furtiva, sancionada en Francia con multas de hasta 30 mil euros (32 mil 321 dólares), se instala en el "establishment" de la cultura.

Aunque en contadas ocasiones se tolera y se promueve, la alcaldía de París borra cada año 200 mil metros cuadrados de grafitis de sus calles, mientras proliferan mapas que ubican algunos de los trabajos más interesantes.

Y también hay quienes se los encargan a 100 artistas y los exhiben durante 30 días en un edificio de 4 mil 500 metros cuadrados antes de destruirlos, como la curiosa iniciativa del galerista Mehdi Ben Cheikh, que en 2013 tatuó con arte fugaz una torre a punto de desaparecer en el proyecto "La Tour Paris 13".

El documental "Style Wars" (1983) muestra los primeros pasos de los grafiteros en el universo comercial del arte, saltando directamente de las cocheras de los metros a las galerías.

"No empecé a pintar para ir a París o para hacer lienzos. Estoy aquí para pintar, para destrozar las líneas de metro", declaraba uno de aquellos adolescentes en la cinta de culto de Henry Chalfant y Tony Silver.

 

rqm



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