El Teatro Real de Madrid presentó hoy la temporada de la ópera Hansel y Gretel, en una versión que ofrece una mirada actual del mundo, al mismo tiempo que una crítica al consumismo, la pobreza y las desigualdades.

En rueda de prensa, el director de orquesta, Paul Daniel; la mezzosoprano británica Alice Coote, la soprano española Sylvia Schwartz, y el tenor español José Manuel Zapata, dieron a conocer los pormenores del montaje que solo se presentará del 20 de enero al 7 de febrero.

La obra, con la que el Teatro Real de Madrid inicia el 2015, pertenece al Engelbert Humperdinck (1854-1921 y uno de los principales discípulos de Richard Wagner), basada en el cuento de los hermanos Grimm, pero con una producción de 2008, de Laurent Pelly.

Para el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, lo importante de este montaje es que mientras en otros países europeos es una ópera muy popular, en España se ha visto muy poco y hasta es desconocida para el público local.

Coote, quien interpreta a Hansel, dijo que para ella este personaje es algo importante "en situaciones como las que vive al mundo actualmente, ya que se trata de un niño inocente rodeado del bien y del mal, unos tienen todo y los demás nada".

La cantante Sylvia Schwartz, que canta a Gretel, comentó que uno de los mensajes de este montaje es que "en un mundo roto, los niños están impermeables al mundo que les rodea", y si bien es trabajo para adultos, "es por esa vía que los niños también entenderían la puesta en escena".

En tanto, la bruja cómica de la ópera la interpretará el tenor Juan Manuel Zapata, quien destacó "la actualización del cuento que hace que la gente se sienta identificada", además de contener una importante "crítica al consumismo".

Los tres cantantes coincidieron en que se trata de una producción que requiere de mucha preparación física, destreza sobre el escenario y la dificultad que entraña representar a personajes que son niños.

En el caso de Alice Coote, aseguró que el papel de Hansel lo ha interpretado muchas veces y ésta es la última vez que lo acepta, ya que a sus 46 años es cada vez más difícil parecerse a un niño de 10 años de edad.