Murió Tibol, la voz crítica del arte del siglo XX
Raquel Tibol escribió más de 40 libros, buena parte de los cuales se referían a los grandes muralistas.. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
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“¿Bueno?” Esa era la palabra que se escuchaba al otro lado del teléfono cuando se le llamaba a la maestra Raquel Tibol. Una respuesta inusual para una argentina, pero, al fin y al cabo, fueron más de 60 años en México.
La escritora, periodista, crítica de arte y crítica también del poder y de la clase política falleció ayer en esta ciudad a los 91 años tras varios meses de haber estado enferma. De acuerdo con agencias de prensa, murió a causa de una neumonía que la había llevado al hospital hace una semana,
“Lamento el deceso de la historiadora e investigadora Raquel Tibol, siempre echaremos de menos su conocimiento en el arte y su visión crítica" , escribió el titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar y de Teresa en su cuenta de Twitter.
También en un mensaje el Instituto Nacional de Bellas Artes lamentó el fallecimiento de la estudiosa del movimiento muralista a quien calificó como “figura imprescindible en la vida cultural del siglo XX en México”.
“Extendemos nuestras condolencias a sus familiares y amigos. Descanse en paz la crítica Raquel Tibol”, expresó en su cuenta la Secretaría de Cultura de la ciudad de México.
Testimonio. “Soy una persona que no hace concesiones, me cueste lo que me cueste. Hay que ser honesto en esta vida: una cosa es ser agnóstico y otra cosa es dejar a un lado lo que es honestidad, lo que es rigor, lo que debe ser”, dijo Raquel Tibol en 2012 a este diario.
Nació 14 de diciembre de 1923 en Basavilvaso, en la provincia argentina de Entre Ríos; realizó estudios en la Universidad de Buenos Aires. Colaboraba en La Prensa de Buenos Aires desde Santiago de Chile cuando, en mayo de 1953, conoció al pintor y muralista Diego Rivera, con quien viajó a Bolivia como asistente y más tarde a México, donde vivió desde entonces; fue en 1961 cuando se naturalizó como ciudadana mexicana.
En 1957 se casó con el investigador Boris Rosen Jelomer, uno de los más importantes especialistas en literatura mexicana decimonónica, quien falleció en 2005 y cuyo acervo Tibol donó a la UNAM.
Disciplinada, férrea, escribió muchos años crítica de arte, y también crítica de danza, de manera constante: hasta tres veces por semana se sentaba ante su máquina a hacer una columna que publicaba en medios como la revista Proceso o en el periódico La Jornada, o a continuar alguno de los más de 40 libros donde abundó en la obra y vida de grandes artistas mexicanos del siglo XX. Tibol dejó atrás los cuentos y poemas de sus inicios a cambio del periodismo cultural, casi al mismo tiempo que dejó su país.
Algunos de libros que publicó fueron Historia general del arte mexicano: época moderna y contemporánea. Siqueiros, vida y obra, Diego Rivera: arte y política, Hermenegildo Bustos, pintor de pueblo, Frida Kahlo, una vida abierta, José Clemente Orozco, una vida para el arte, Confrontaciones: crónica y recuento, Diversidades en el arte del siglo XX, Ser y ver. Mujeres en las artes visuales y Nuevo realismo y posvanguardia en las Américas.
“Sería imposible concebir la vida artística e intelectual de México en la segunda mitad del siglo XX sin la presencia activa de Tibol”, escribió en Confabulario de EL UNIVERSAL el crítico Antonio Espinoza en 2013, cuando la escritora festejó sus 90 años.
Recibir un “Tibolazo”. Espinoza recordó que Raquel Tibol se convirtió en la crítica de arte con más autoridad en el medio y que incluso hubo una época en que su crítica sobre determinado artista era la que más pesaba. “Sobra decir que un artículo negativo de su autoría podía acabar con la carrera de un artista: recibir un “tibolazo” y sobrevivir no lo lograba cualquiera.”
Tibol enfrentó no pocas polémicas para defender sus ideas; con Siqueiros con José Luis Cuevas, con la también crítica Teresa del Conde.
En el festejo de su cumpleaños 90, al evocar su vida en este país se dijo agradecida a la tribu de Rivera, donde “se vivía de una manera diferente” y donde, recordó, “el amor pasaba por el arte, el amor pasaba por la cultura, el amor pasaba por la historia de México, pero no pasaba por el sexo. Eso para mí tuvo el enorme atractivo porque significaba una gran dignidad humana”.
Tibol relató entonces cómo se aficionó por la escritura cuando apenas tenía tres años. “El contacto con la literatura tuvo dos fuentes, la amistad de un amigo, y la muerte de mi madre que me dio como refugio la literatura. Lo primero que hice cuando regresamos del entierro con mi papá al pueblo de Basavilbaso (fue que) agarré una mesita y armé un típico escritorio de escritor. Empecé a escribir de a poquito”.
En 2012, en entrevista con EL UNIVERSAL se definió como alguien que no creía en Jesucristo, ni en Mahoma; “soy agnóstica total”, dijo y luego agregó: “pero creo en las saladas”. En lo que sí creía era en “trabajar con honestidad” y en que “hay que combatir cualquier tipo de corrupción en cualquiera de los terrenos, que hay que estar en contra de los gobernantes mentirosos, corruptos y ladrones. Casi todo lo que yo escribo tiene un contenido de trasfondo social aunque me refiera a otros temas menos sociales”.
Crítica con todos, sobre todo con los periodistas que le llamaban a consultarla, Tibol siempre fue generosa.