EL CAIRO. —Círculos del gobierno egipcio desmintieron que la máscara funeraria del faraón egipcio Tutankamón haya sufrido daños en la barba, como habían informado algunos medios.

El director del museo, Mahmud al Halwagi, dijo al portal estatal de noticias Ahram online que con la máscara no ha ocurrido ningún percance desde que él asumió el cargo en octubre pasado.

La barba sigue en la misma posición que en 1922, cuando se encontró en la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes cerca de Luxor, indicó al Halwagi. También el ministro de Antigüedades, Mamduh al Damati, desmintió las versiones de que la barba de la máscara se había desprendido al limpiar la pieza en el Museo Egipcio de El Cairo, y luego pegado rápidamente con un adhesivo industrial.

Al Halwagi indicó que la barba de la máscara está en su posición original, aunque “un comité arqueológico fue asignado para inspeccionar la máscara para escribir un reporte detallado de su condición”.

Además, agregó que la máscara es limpiada y revisada regularmente, por lo que cualquier problema “habría sido notado y reparado por los conservadores”.

El problema es que, según el reporte inicial, eso es precisamente lo que pasó: los conservadores notaron un problema y lo repararon, aunque el material elegido no fue el correcto.

Fuentes de una agencia de noticias indicaron que la decisión de usar pegamento vino de la dirección del museo, para que la reparación fuera rápida y la máscara pudiera estar en exhibición lo más pronto posible.

El jueves, la televisión británica BBC mostró imágenes en las que brillaba una masa clara colocada entre la barbilla y la barba de la máscara del farón egipcio.

Ahram online asegura que un restaurador del museo confirmó los hechos en condición de anonimato, que habrían ocurrido el año pasado. El pegamento dejó un agujero entre la máscara y la barba, según se dijo. Imágenes que circularon en Internet mostraban también el daño que causó una espátula en algunas partes de la máscara, que fue raspada al tratar de quitar los residuos del pegamento. DPA y El Mercurio/GDA