Grass, conciencia crítica de Europa

El escritor, en marzo de 2010, cuando pronunció un discurso en el museo Wurth a Erstein, en Francia. (Foto: XINHUA )
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El premio Nobel de Literatura alemán Günter Grass, uno de los escritores más influyentes del siglo XX, reconocido en todo el mundo y considerado la conciencia moral de Europa tras la II Guerra Mundial, murió ayer a los 87 años en Lübeck, al norte de Alemania. Una portavoz del museo dedicado a Grass en esa ciudad informó que el escritor falleció como consecuencia de una grave infección.
Encarnación del intelectual de izquierda comprometido, Grass fue el escritor más importante en la Alemania de la segunda mitad del siglo XX, autor de una obra que abarca novelas, cuentos, ensayos, obras de teatro y memorias; libros donde indagó y se negó a silenciar el pasado. Grass fue la voz de una generación de alemanes que alcanzaron la mayoría de edad en la II Guerra Mundial y cargaron con el peso de la culpa de sus padres por las atrocidades de los nazis.
Los libros de su “Trilogía de Danzig”, integrada por las novelas El tambor de hojalata, Años de perro y El gato y el ratón, ofrecen una combinación de detalles realistas con imágenes fantásticas, lo que captó la reacción alemana en torno del ascenso del nazismo, los horrores de la guerra y la culpa que marcó al país. Sin embargo, muchos no le perdonan haber mantenido oculto hasta 2006, cuando publicó su libro de memorias Pelando la cebolla , que sirvió en el regimiento nazi Waffen-SS en su adolescencia.
Aun así, fue elogiado por los alemanes por ayudar a revivir su cultura tras la guerra y dar voz y apoyo al discurso democrático en la nación.
Con pipa en mano y un característico bigote caído, desdeñó la tradición alemana de mantener una fría distancia intelectual. Insistió en que la obligación del escritor era estar en el primer plano del debate moral y político.
Nacido el 16 de octubre de 1927 en la ciudad polaca de Gdansk, Grass se convirtió en una celebridad internacional con su novela El tambor de hojalata en 1959. Aquel éxito fue “un cuento de hadas”, en sus palabras. La creación de la novela es ya en sí una gran historia: en 1956 se había mudado a París junto con su mujer, Anna; vivían en una modesta habitación de una casa en un patio trasero y ahí el autor escribió en tres años la obra que llevó al cine en 1979 Volker Schlöndorff, y que recibió el Oscar a la mejor película en lengua extrajera.
Sonidos de tambor. La novela narra la historia del extravagante Oscar Matzerath, un niño que se niega a crecer como forma de protesta ante el nazismo; es un retrato de la sociedad alemana en torno de la II Guerra, donde se refleja cómo muchos participaron de distintas formas en la guerra y cómo otros guardaron silencio de los horrores. La novela causó sensación cuando se publicó en 1959, aunque fue condenada por algunos como obscena.
El libro le dio fama de inmediato a Grass; cuando Heinrich Böll se convirtió en 1972 en el primer alemán en ganar el Premio Nobel tras la guerra, preguntó: “¿Por qué yo y no Grass?”
Junto a El tambor de hojalata, destacan en su producción literaria obras como Pelando la cebolla, A paso de cangrejo, Mi siglo, Es cuento largo, Encuentro en Telga y El rodaballo.
En más de medio siglo de carrera, Grass dejó una amplia obra que recorrió géneros tan diversos como drama, lírica, piezas de ballet, aforismos, ensayos y novelas, además de esculturas, dibujos y pinturas. Se hizo escritor después de haber recibido una sólida formación como escultor y dibujante.
En un mismo año, 1999, recibió los dos más prestigiosos galardones de la literatura mundial: el Nobel y el Príncipe de Asturias de las Letras. Hasta entonces el Asturias reconocía a autores iberoamericanos.
Cuando acudió a Oviedo a la gala de estos premios, hizo una encendida defensa del libro y la lectura; dijo que si algún día la especie humana se aniquilara a sí misma, la literatura “tendría la última palabra, aunque sólo fuera en forma de octavilla”. Agregó: “Como galardonados somos, por así decirlo, las luces de cola de un periodo horrible, todavía hoy aferrado a los dogmas” y aseguró que “la Historia seguirá proyectando su sombra hasta muy entrado el próximo siglo. No podemos escapar a ella; nos convierte en rumiantes, y todo lo que, mal digerido, producimos seguirá interponiéndose en el camino de la generación actual y de la futura: excrementos en cuya costra seca se podrá leer”, añadió entonces.
Tiempo de confesiones. Grass escribió una trilogía autobiográfica que incluyó el polémico Pelando la cebolla (2006), donde confesó que a los 17 años había formado parte de las Waffen-SS, cuerpo de seguridad especial del régimen nazi. Esto desató una polémica que lo acompañó hasta sus últimos días. “Si miro hacia atrás, siempre lo he contemplado como una mancha que me oprime y sobre la que no podía hablar”, contó entonces a la agencia DPA sobre su demora, de 60 años, en admitir ese pasado.
El novelista volvió al centro de la polémica en 2012 al considerar a Israel “un peligro para la paz mundial” en un poema titulado Lo que hay que decir, por lo que fue acusado de delirante y antisemita en Alemania y declarado “persona non grata” en Israel.
El escritor siguió comprometido con la actualidad hasta el último día: su firma era la primera en una petición a favor de “un derecho de asilo digno” en Europa, entregada precisamente ayer al Ministerio del Interior alemán y firmada por más un millar de autores.
“Pedimos a todos los países de Europa que creen una ley de asilo humana y común que no esté dirigida por los intereses nacionales, sino por un espíritu de solidaridad y un sentido de la responsabilidad”, dice el manifiesto, firmado por Grass como presidente honorario del Club.
Su último libro. El escritor, cuya última aparición en público fue en un teatro el 28 de marzo, trabajó en su nueva obra hasta días antes de fallecer, dijo ayer su editor Gerhard Steidl.
“Terminamos el libro literalmente la semana pasada. Está listo para ir a imprenta”, reveló Steidl en Gotinga. El editor definió el manuscrito como “un experimento literario en el que Grass mezcló textos en prosa y lírica.
La obra, titulada Vonne Endlichkait (dos palabras inventadas que sonarían a algo similar a “De la finitud”), se publicará en el verano. Adelantó que los primeros fragmentos se conocerán el 12 de junio durante la presentación de una exposición en honor al escritor.
“Lo que dejó durará seguramente generaciones”, concluyó hoy Steidl, quien definió a Grass como un amigo y un consejero. “Su muerte es para mí también una pérdida personal”.
El museo en Lübeck dedicado al escritor lleva el nombre de “Casa de Günter Grass”, y desde ahí se colocó su poesía “Provisiones” en su página web. En ella, Grass escribió que quería ser enterrado con una bolsa de nueces y con dientes nuevos “para que cuando cruja donde me encuentro, se pueda suponer: es él, es el de siempre”. Con información de agencias





