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“La vida es una lucha constante en la que nos enfrentamos permanentemente a conflictos culturales, de género y de especie”, esta es la premisa del coreógrafo americano-israelí Barak Marshall, para crear la obra Harry, que estrenó la noche del lunes Les Ballets Jazz de Montréal, en el Teatro de la Ciudad en el marco del Festival Centro Histórico México.

De acuerdo con el coreógrafo, en Harry el protagonista se enfrenta a conflictos existenciales y físicos, y busca presentar su lucha por sobreponerse a eso. Sin embargo, en la obra de esta célebre compañía si bien hay una propuesta estética y coreográfica, no logra ofrecer un discurso que soporte su ambición por mostrar una profundidad que, en la escena, no existe.

La coreografía se entrelaza con recursos teatrales para ofrecer cuadros en los que los bailarines presentan situaciones como la búsqueda del amor ideal, la guerra, la crueldad y la muerte de los ideales más románticos; pero la teatralidad no suma al espectáculo, resta al obligar a los intérpretes a expresarse en un idioma que no comprenden. La pronunciación de los textos en español bloqueó la fluidez de la representación, a un punto en el que en el último cuadro debieron hablar en inglés y, en efecto, la intención de las palabras le dio un ritmo diferente al desarrollo de Harry.

Más allá de esa teatralidad, la coreografía que tendrá hoy a las 20:30 horas su última función, descansa también en el jazz y en el folk israelí, música que ofrece a los intérpretes posibilidades de movimiento, aunque una vez más se enfrenta a un zurcido visible.

La compañía también presentó el dueto Zero in On, del coreógrafo Cayetano Soto, y Rounge, del coreógrafo Rodrigo Paderneiras; obras que permiten vislumbrar la personalidad de esta compañía.

En Rouge también hay una debilidad, su intención por hacer un “discreto homenaje a los pueblos originarios” se nubla cuando la vía es el uso del cliché. Vestuario que remite a cierta antigüedad no es una recurso, es una salida simple y oportuna; tampoco lo es el movimiento repetitivo y dislocado.

Aun con sus flaquezas, Les Ballets Jazz de Montréal cumple con su objetivo de entretener la poca audiencia que ha registrado el Festival Centro Histórico, que en sus primeras funciones en varias de sus sedes como el Palacio de Bellas Artes, no ha registrado una saludable taquilla.